sábado, 22 de diciembre de 2012

Entrevista sobre las relaciones ARG-EEUU

Captial Intelectual | Historia y actualidad | 144 páginas | 40 pesos
El modo de relacionarse políticamente de Argentina y Estados Unidos ha tenido distitas formas, pero siempre un denominador común: el conflicto. Junto al sometimiento, quizás sea la forma diplomática más común. Hasta el ex canciller Guido Di Tella, del gobierno de Menem, llegó a hablar de "relaciones carnales", allá por los '90, para denotar el vínculo de sujeción hacia el país del norte.

Leandro Morgenfeld es historiador, docente en la UBA e ISEN. Además, es investigador del CONICET y acaba de publicar Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos  (Capital Intelectual), una lectura obligatoria para quienes quieran entender la conexión diplomática entre ambos países.
¿Qué rol tuvo EE.UU. mientras se iban independizando los países latinoamericanos? ¿Cómo fue cambiando el trato? ¿Qué condiciones impuso el país del norte de la mano del FMI y el Banco mundial? Estas preguntas van encontrando respuestas cronológicas y claramente articuladas, para tener un panorama completo de la cuestión. Pero sobre todo, Morgenfeld analiza la actualidad de la relación entre ambos países, y piensa de qué modo Latinoamérica puede armar una estrategia propia independientemente de los Estados Unidos.

- Carnales, tumultuosas, maduras, conflictivas… la relación entre Argentina y EE.UU. ha tenido distintos matices. ¿En qué etapa de la relación estamos hoy?

- Desde el choque entre Bush y Kirchner en Mar del Plata, hasta la actualidad, la relación bilateral atravesó distintas alternativas. Es preciso preguntarse qué rupturas y continuidades pueden observarse entre el realismo periférico menemista y la política exterior kirchnerista.
El “cómo estamos hoy” depende del enfoque desde el cual se lo analice. Para muchos analistas, desde 2005, cuando el gobierno de Néstor Kirchner se opuso al ALCA, se inició una nueva etapa, con una política exterior más autónoma y de creciente conflictividad con Estados Unidos, abandonando el “seguidismo” de Washington que caracterizó al gobierno de Menem. Desde la crítica del establishment, se insiste con las ideas mencionadas recurrentemente en la gran prensa: Argentina no es un país “normal” ni “serio”, como Brasil, Uruguay o Chile. Se aísla del mundo. Se dice que la política exterior está teñida por los intereses (populistas y demagogos) políticos internos. Se insiste, además, en que los constantes cambios de reglas y violaciones de las normativas espantan a los inversores y dificultan el financiamiento externo.

-¿Y desde la izquierda?
Ex presidentes: Bush y Kirchner, en 2005, en la cumbre de las Américas (AP) 
- Se enfatiza en el divorcio entre la prédica nacionalista y popular del discurso del gobierno y una inserción internacional que favorece los agronegocios y un modelo extractivista, con la sojización y la minería a cielo abierto, dominada por grandes corporaciones extranjeras, como uno de los símbolos de esa orientación. Se remarca que los gobiernos socialdemócratas latinoamericanos sirven más bien como contención de los procesos más radicales, como los de Venezuela, Ecuador o Bolivia, donde sí se plantea una orientación anti-estadounidense y se habla al menos del "socialismo del siglo XXI". Desde esta perspectiva, se remarca la contradicción entre una prédica latinoamericanista y la renuencia a integrar el ALBA o a profundizar la CELAC.

¿Cómo fueron las relaciones durante la época de Carlos Menem?

- La política exterior menemista se caracterizó por un alineamiento con Estados Unidos, que la mayoría caracterizó como automático, aunque no estuvo exento de matices. El entonces canciller Di Tella sintetizó el grado de profundización de las relaciones entre la Casa Rosada y la Casa Blanca al caracterizarlas de "carnales", epíteto que se constituyó en un símbolo de la sujeción a los mandatos de Washington.

- ¿En qué se materializaban esas relaciones “carnales?

Menem y Clinton, en 1993, en la Casa Blanca. Hacia la izquierda de la foto, Domingo Cavallo y Guido Di Tella (AP)
-Menem no ahorró gestos hacia su "socio" del norte: años de privatizaciones, apertura de la economía, convertibilidad, ataque contra conquistas históricas de los trabajadores y caída y concentración de la producción industrial. Se enviaron naves a la guerra del Golfo (primera vez que el país se involucraba activamente en un conflicto bélico fuera de América), se desmanteló la estratégica iniciativa del misil Cóndor II y de diversos proyectos de industria aeroespacial y de defensa, se votó en la ONU muchas veces según dictaba el Departamento de Estado (por ejemplo, en contra de Cuba en la Comisión de Derechos Humanos), se concretó el retiro del Movimiento de Países No Alineados, se adhirió a los tratados de no proliferación nuclear, se produjo la primera visita de un presidente peronista a Estados Unidos y de un mandatario argentino a Israel, se firmaron múltiples convenios con Washington, y se solicitó y consiguió la elección de Argentina como aliado "extra OTAN".

- ¿Qué rol tuvo el ALCA en esta etapa de la relación?

- A principios de los años noventa, Bush presentó la "Iniciativa para las Américas", origen de lo que fue el proyecto del ALCA. Tenía como objeto neutralizar el intento de Europa de reposicionarse en la región (ese año España lanzó las Cumbres Iberoamericanas, preparando los festejos del Quinto Centenario del desembarco de Colón) y también evitar que el Mercosur, que se constituyó en marzo de 1991, pudiera ser el puntapié para una integración latinoamericana que venía fracasando desde principios del siglo XIX. La estrategia de Washington de impulsar acuerdos panamericanos, como en 1889, tenía que ver con evitar tanto la integración iberoamericana como la latinoamericana.
El ALCA, que se empezó a discutir en la Primera Cumbre de las Américas (Miami, 1994), ya bajo el mandato de Clinton, pretendía consolidar el dominio económico de Estados Unidos en el continente, dar mejores condiciones a los capitales de ese país para avanzar en la apropiación de empresas y bienes que todavía estaban en manos de los Estados latinoamericanos y competir en mejores condiciones con los capitales europeos y asiáticos. Además, era parte de la ofensiva del capital contra el trabajo. Menem, y el resto de los gobiernos de la región, acompañaron el proyecto del ALCA durante las primeras Cumbres de las Américas.

- ¿Hubo algún límite posterior al proyecto del ALCA?

Hugo Chávez y Fidel Castro, íconos de la pelea contra el ALCA, en 2005 (AP) - Sí, en la reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) realizada en Cancún (2003), los países exportadores de bienes agropecuarios pusieron límites a las pretensiones de las grandes potencias. A partir de allí, se empantanaron las negociaciones para profundizar el libre comercio. En noviembre de 2005, en la Cuarta Cumbre de las Américas, en Mar del Plata, los cuatro miembros del Mercosur y Venezuela rechazaron el ALCA, abriendo una nueva oportunidad en la región. Florecieron otros proyectos de integración alternativa, como la CSN, el ALBA, la UNASUR y la CELAC.

- Un poco más atrás en el tiempo, ¿cómo fue interpretada la tercera posición de Argentina por Estados Unidos? 

- La relación de Perón con la Casa Blanca tiene una marca de origen: su publicitado choque con Braden. Perón planteó una política exterior original, la Tercera Posición, que pretendía cierta autonomía frente a las potencias en el marco de la naciente guerra fría. Entender qué implicó esta orientación es fundamental para comprender los vaivenes de la relación con Washington.

- ¿Por qué? ¿Cómo fue la relación en ese momento?

- Si en los primeros tres años la relación bilateral mostró signos de mayor tensión, la crisis 1949-52 mostró los límites del proyecto económico peronista, e impuso una reorientación del vínculo con Washington, determinado por la expansión de los capitales estadounidenses en todo el continente. Perón debió transitar un delicado equilibrio entre las necesidades financieras y comerciales (hubo varias misiones económicas al país del norte), los compromisos exigidos a cambio (participación en la Guerra de Corea, aprobación del TIAR y de la Carta de la OEA) y una política y discurso nacionalistas y con algunos enunciados anti-imperialistas. El inicial compromiso a enviar tropas a Asia, la ley de inversiones extranjeras negociada con Milton Eisenhower en 1953 o los precontratos petroleros con la Standard Oil Company generaron críticas y tensiones entre algunos sectores nacionalistas, incluyendo los que apoyaban a Perón. En Estados Unidos, la Tercera Posición fue interpretada como parte del desafío peronista a la hegemonía estadounidense en América y por lo tanto generalmente muy criticada.

- Luego de la experiencia con las entidades financieras que engrosaron la deuda externa argentina (y, también, de otros países), en lo que se puede interpretar como un avance del capital sobre el trabajo, Argentina terminó por pagar la deuda. ¿Debería el país, actualmente y con las condiciones del mercado, volver a tomar créditos? ¿Qué riesgos le implicaría?

Christine Lagarde, titular actual del FMI (AP)
- Históricamente, el endeudamiento externo fue una herramienta al servicio de los intereses de la burguesía local, aliada a las grandes trasnacionales. El Estado argentino, con el creciente peso de la deuda pública, fundamentalmente a partir de la última dictadura, vio disminuir su capacidad de establecer políticas económicas soberanas, otorgándole a los organismos financieros internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, comandados por Estados Unidos y Europa, la capacidad de determinar la dirección de la política económica local. En ese sentido, es necesario realizar una auditoría de la deuda externa (para determinar qué parte no corresponde pagar) y hay que evitar volver a endeudarse, a pesar de las presiones del establishment internacional y sus voceros internos. En cambio, es preciso avanzar en la creación de mecanismos de financiamiento regional, al servicio de la construcción de otra economía y con otros objetivos.
- ¿Debe Argentina mantener buenas relaciones con el país del norte? ¿Por qué?

- Incluso con una perspectiva anti-imperialista, las relaciones entre los pueblos argentino y estadounidense pueden profundizarse. Y no deben confundirse con los vínculos entre los gobiernos. Las sucesivas administraciones estadounidenses, ya sean demócratas o republicanas, representan los intereses del imperio del capital. Como dicen diversos activistas del país del norte, el de Washington es el gobierno del 1% (los sectores más concentrados del capital), contra los intereses del otro 99%. Nunca hay que olvidar esa circunstancia. Hacer esta distinción es necesaria, para evitar análisis simplistas de las relaciones bilaterales. Éstas no se circunscriben a los vínculos entre los gobiernos, las multinacionales, los banqueros o los grandes exportadores de uno y otro país. Denunciar la acción imperialista del gobierno de Estados Unidos no implica que no puedan afianzarse los vínculos entre las sociedades de ambos países.

- ¿Puede Latinoamérica tener una política propia, independientemente de la agenda que marque Estados Unidos? 

- Argentina, Brasil, Venezuela, México y los demás países de la región deberían sentarse a coordinar políticas económicas, que incluyan qué tipo de relaciones deben establecerse con Estados Unidos y las demás potencias, y que establezcan un horizonte de desarrollo más amplio, y no limitar las negociaciones en pos de la integración y las discusiones bilaterales a las disputas comerciales por intercambios desequilibrados entre distintos sectores, como ocurre recurrentemente en el Mercosur.
El dilema de la relación con Estados Unidos es crucial para el futuro de América Latina toda. La actual crisis económica internacional impone la necesidad de plantearse alternativas que apunten al desarrollo vinculado con los países de la región, manteniendo una posición independiente de las potencias, que permita un mayor margen de autonomía. En este contexto de reordenamiento mundial del poder de las principales potencias, la disputa por América Latina se transforma en un capítulo esencial en la estrategia ofensiva estadounidense y en la reacción europea y asiática.

- ¿Cuáles son los desafíos de latinoamérica?

Última cumbre de UNASUR, en Mendoza, a mediados de 2012 (AP)
- Tienen, en los próximos años, el desafío de intentar una integración latinoamericana que redunde en beneficios para el conjunto de su población. Esto, por cierto, dista mucho de buscar unirse con el solo objeto de negociar en mejores condiciones la subordinación política y económica a Estados Unidos, Europa o China, dando por sentado que el dominio mundial que ejercen es inevitable. En el presente libro destacamos cómo, a lo largo de la historia, las clases dirigentes argentinas, en función de intereses sociales minoritarios, eludieron la construcción de un vínculo con Estados Unidos basado en una perspectiva latinoamericana y autónoma. La UNASUR, la CELAC y el ALBA, en este sentido, podrían constituirse en una alternativa.

Morgenfeld publicó también Vecinos en conflcito (Ediciones Continente) el año pasado, e interviene activamente en las discusiones coyunturales en su blog www.vecinosenconflicto.blogspot.com.

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