miércoles, 26 de diciembre de 2012

Argentina, Estados Unidos y el sistema interamericano durante la crisis de los misiles (1962)

 Salió un nuevo número de la Revista História: Debates e Tendências V. 12, n. 2 (2012), del PPGH/Universidad de Passo Fundo, Brasil. Se puede leer completa en el siguiente sitio: http://www.upf.br/seer/index.php/rhdt



Resumen

Hace 50 años, Estados Unidos descubrió que la Unión Soviética estaba instalando en Cuba misiles con capacidad nuclear y se disparó un conflicto que tuvo en vilo al mundo entero. Washington apeló al sistema interamericano para reaccionar inmediatamente a través de un bloqueo naval a la isla caribeña. ¿Cómo reaccionó Argentina ante la crisis, durante la fugaz presidencia de José María Guido? Fuertemente condicionado por los militares que habían depuesto a Frondizi, entre otras cuestiones por su escaso compromiso en la lucha contra el gobierno de Fidel Castro, la Casa Rosada planteó un nuevo vínculo con Washington. Por primera vez, Argentina envió dos buques de guerra al Caribe, sobreactuando su "solidaridad" con Estados Unidos. Esta nueva posición diferenció a Argentina de Brasil y México y permitió a la Casa Blanca reposicionarse en la región. 


Introducción


La relación Argentina-Estados Unidos había atravezado un entendimiento relativo al momento de la asunción de Arturo Frondizi (1958-62), producto de los acuerdos económicos que alentó con empresas de capitales estadounidenses y del financiamiento que demandó al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a los grandes bancos del país del norte. Sin embargo, cuando se produjo el triunfo de la revolución cubana y la lucha anticomunista en América pasó a primer plano en la política exterior de Washington, empezaron a producirse diversos cortocircuitos. Frondizi disintió con la orientación asistencialista de la Alianza para el Progreso (ALPRO) y se opuso a la política de exclusión de Cuba de la OEA y de ruptura de relaciones diplomáticas con la isla. Reivindicó, al menos inicialmente, el respeto a la autodeterminación de los pueblos, la no intervención en los asuntos internos de otros países y la solución pacífica de los conflictos internacionales. Interpretó erróneamente que el “problema cubano” era una oportunidad para obtener ventajas por parte de Estados Unidos –en concreto, esperaba recibir ayuda por 1000 millones de dólares para diversos proyectos de desarrollo, como la represa de El Chocón-. Sin embargo, dadas las limitaciones de su proyecto desarrollista, la relación dependiente que supuso con el capital extranjero y la temprana ruptura de la alianza electoral con el peronismo, no pudo o no quiso construir la correlación de fuerzas políticas necesaria para resistir las presiones externas, del Departamento de Estado, e internas, de las fuerzas armadas, cada vez más cercanas a la Doctrina de Seguridad Nacional.

          La revolución cubana marcó un punto de ruptura en la relación entre Estados Unidos y los demás países americanos. Si hasta ese momento la guerra fría parecía desplegarse fundamentalmente en otras regiones del globo, desde 1959 el enfrentamiento bipolar se instalaba en el seno del "patio trasero" estadounidense. El inesperado triunfo de la insurrección liderada por Fidel Castro prvocó un cimbronazo en Washington. Dwight D. Eisenhower primero, y John F. Kennedy después, desplegaron una nueva política hacia la región, con las dos caras habituales. Por un lado, se lanzó la ALPRO, un relativamente ambicioso plan de financiamiento para América Latina, que supuestamente venía a solucionar décadas de pobreza y atraso. Pero la "zanahoria", como siempre, iba acompañada del "garrote". La CIA organizó en secreto la invasión militar a la isla, concretada en abril de 1961, y luego todo tipo de acciones terroristas para desestabilizar al gobierno revolucionario. A nivel continental, se implementó la Doctrina de Seguridad Nacional, y en la tristemente célebre Escuela de las Américas se entrenaron a muchos de los militares que protagonizaron golpes de Estado en los años siguientes. La Casa Blanca presionó a Frondizi para que votara la exclsión de Cuba de la OEA y rompiera relaciones con la isla, debilitando a un gobierno que sucumbió en marzo de 1962 a las presiones militares[1].

La relación bilateral entró en una nueva etapa, tras la salida obligada de Frondizi. Desde la asunción de Guido (1962-63) se dio una alineamiento tras las políticas regionales emadadas desde el Departamento de Estado. En el medio de una severa crisis económica, la Casa Rosada necesitaba más que nunca de la ayuda de Estados Unidos, y no dudó en dar señales de su adscripción occidental, cristiana y anticomunista. Una clara muestra de esta orientación, que difería de la del depuesto Frondizi, fue la actuación durante la crisis de los misiles. Si bien Frondizi también utilizó los argumentos anticomunistas para lograr ayuda económcia estadounidense, lo cierto es que durante la gestión de Guido los compromisos con las políticas del Pentágono se profundizarían como nunca antes.

Aunque el golpe pudo haber contado con apoyos en diversos círculos en Washington, vinculados a sectores de las fuerzas armadas argentinas, el Departamento de Estado se mostró renuente a una rápida aceptación del nuevo gobierno de Guido y este reconocimiento, como veremos, se demoró varios días, en parte por la prédica democrática de Kennedy. De todos modos, la profunda crisis económica que debió sortear Argentina, y el temor de Estados Unidos al “contagio cubano” llevaron a Washington a prestar ayuda militar y económica a la Casa Rosada, que desplegó una política exterior mucho más alineada con el Departamento de Estado. Así, durante el breve mandato de Guido, Argentina colaboró con Estados Unidos desde el punto de vista militar en la crisis de los misiles soviéticos en Cuba y participó del bloqueo naval y aéreo contra la isla, abandonando su tradicional respeto al principio de autodeterminación de los pueblos.

En este artículo, y con documentación oficial de ambos países -Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Archivo Frondizi, Archivo del Departamento de Estado y Biblioteca Presidencial JFK-, nos ocupamos de analizar, específicamente, la relación Argentina-Estados Unidos en el marco del sistema interamericanos durante la crisis de los misiles. Observamos cómo en ese crucial conflicto internacional y bajo la fugaz gestión de Guido, se manifestó un giro radical en la relación bilateral, aunque registramos también elementos de continuidad respecto a la orientación que había intentado imprimirle Frondizi al vínculo con Washington. 



[1] Desarrollamos este proceso en Morgenfeld, Leandro 2012 “Desarrollismo, Alianza para el Progreso y Revolución Cubana. Frondizi, Kennedy y el Che en Punta del Este (1961-1962)”, Revista CICLOS en la Historia, la Economía y la Sociedad, Año XXI, Volumen, XX, Número 39-40, pp. 133-163.

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