miércoles, 31 de octubre de 2018

Trump confía en firmar un acuerdo con Xi Jinping en Buenos Aires, pero mientras amenaza con escalar la guerra comercial con China a un nuevo nivel, si no Pekín no cede


Trump confía todavía en concretar un "magnífico acuerdo" con Xi Jinping


Habrá una cumbre en Buenos Aires en noviembre




Trump cree en un diálogo “mano a mano” con su par chino

Con China es posible lograr un "magnífico" acuerdo comercial, aunque Beijing todavía no está listo para ello, declaró al canal de televisión Fox News el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien no obstante estaría preparando una nueva batería de aranceles sobre productos chinos, reveló Bloomberg.

"Pienso que firmaremos un magnífico acuerdo comercial con China, y este debe ser magnífico, ellos se aprovecharon de nosotros recibiendo 500.000 millones (de dólares) anuales, eso no volverá a ocurrir", señaló.

Según el mandatario, " China se ha aprovechado económicamente de nuestro país, y ya verán que ganaremos".

"Yo podría firmar el acuerdo incluso ahora mismo, pero ellos todavía no están listos", comentó el mandatario, que mientras tanto se prepara para anunciar aranceles a todas las importaciones desde China a inicios de diciembre si las conversaciones no llegan a buen término, informó la agencia Bloomberg.

De acuerdo con el reporte, aún no se ha tomado la decisión, pero se están realizando preparativos para una nueva lista de aranceles estadounidenses en caso de que el encuentro entre Trump y Xi no arroje resultados. Ambos se reunirán en el marco de la cumbre del Grupo de los 20 (G-20) en Buenos Aires en noviembre.

Trump viene amenazando hace meses con imponer aranceles a las importaciones restantes de Estados Unidos desde China, que superan los u$s257.000 millones, si Beijing no cumple con sus reclamos de cambios radicales respecto al comercio, la transferencia de tecnología y las políticas de subsidios industriales.

Las rondas anteriores de aranceles se han centrado en el capital y los bienes intermedios de China, pero una ronda final afectaría duramente a los productos de consumo como teléfonos celulares, computadoras, ropa y calzado.

martes, 30 de octubre de 2018

Backstage de las relaciones entre mandatarios de EE.UU y Argentina

Bienvenido Mr. President: backstage de las relaciones entre mandatarios de EE.UU y Argentina

NOTICIAS adelanta un fragmento del último libro del historiador Leandro Morgenfeld. El detrás de escena de un vínculo conflictivo.
Revista Noticias
Por Leandro Morgenfeld
Las relaciones con el poderoso vecino del norte siempre fueron trascendentales para Argentina. En “Bienvenido Mr. President”, el último libro de Leandro Morgenfeld(historiador de la UBA y docente de esa facultad, autor de “Vecinos en conflicto” y de “Relaciones peligrosas”, entre otros), el analista estudia las idas y vueltas entre Washington y Buenos Aires , a partir de los vínculos que mantuvieron los distintos mandatarios de cada país. A continuación, NOTICIAS publica un adelanto del trabajo que distribuye Editorial Octubre.
Fragmento de Bienvenido Mr. President. De Roosevelt a Trump: las visitas de presidentes estadounidenses a la Argentina, de Leandro Morgenfeld, Editorial Octubre, 392 páginas, $490.
En primer lugar, arrojando luz sobre un aspecto muy poco atendido incluso en la bibliografía sobre el vínculo bilateral, en el libro se mostró que la llegada de mandatarios o enviados de la Casa Blanca, y las reacciones que produjeron, fueron la manifestación de los distintos momentos que atravesó la relación y, a la vez, condicionaron la política exterior argentina y, en particular, el conflictivo vínculo con Estados Unidos. A diferencia de la creencia de que no sirven para nada y apenas dejan como saldo una colección de fotos y gestos protocolares, se pretendió mostrar su real significado y el impacto que produjeron, tanto hacia afuera como hacia adentro, en la pugna entre sectores proclives a un mayor alineamiento o autonomía respecto al gigante del norte.
En segundo lugar, se buscó constatar la relevancia de los condicionantes internos, a la hora de entender las idas y vueltas en la relación con Estados Unidos. Si bien distintos internacionalistas llamaron atención sobre la importancia de los mismos, todavía es una dimensión que requiere muchas investigaciones al respecto. En este libro, se abordó el contexto de la relación bilateral –y regional- en el momento de cada visita, los objetivos de cada gobierno y las reacciones que suscitaron en la Argentina, tanto a favor como en contra de la profundización del vínculo entre ambos países. Las corporaciones agropecuarias, los industriales, los militares, los sindicatos, las organizaciones populares, los partidos políticos, los artistas, las agrupaciones estudiantiles y los intelectuales aprovecharon la particular circunstancia de las visitas para expresar sus demandas, opiniones, críticas o anhelos en torno a la relación con el gobierno de la principal potencia planetaria.
En tercer lugar, se procuró visibilizar las reacciones populares, soslayadas casi siempre a la hora de analizar los condicionantes internos de la política exterior argentina. Los mandatarios y representantes estadounidenses que visitaron el país debieron, en algunas oportunidades, enfrentar movilizaciones callejeras, escraches o expresiones artísticas contestatarias. Esas reacciones marcaron los límites a los realineamientos buscados por distintos sectores internos y también, en algunos casos, por los gobiernos. Quienes procuraban aceitar los vínculos con Estados Unidos debieron enfrentar esas resistencias, como ocurrió con Onganía, Menem o Macri, por mencionar algunos ejemplos desarrollados en este libro.
Más allá de estas resistencias, las visitas permitieron afianzar la presencia de Estados Unidos en la Argentina, fortaleciendo a los sectores internos que alentaban esa orientación. En algunos casos, fueron instrumentalizadas en función de lograr una legitimación interna de una política exterior alineada con la Casa Blanca y las potencias occidentales, a contramano de lo que ocurrió en buena parte de la historia de la Argentina moderna. Según los relatos hegemónicos, siempre proclives a dar la bienvenida a Mr. President, la visita del jefe de gobierno estadounidense era la constatación de la “vuelta al mundo” del país, la ratificación del liderazgo del presidente anfitrión y la confirmación de que había transformado a la Argentina en un jugador relevante en el tablero geopolítico global. La insistencia de Menem en ser anfitriones de la Cumbre de las Américas de 2005 o la de Macri en ser sede de la Cumbre presidencial del G20 deben ser leídas en esta clave.
En síntesis, las visitas fueron, entre otras cosas, un escenario privilegiado para que cada sector interno manifestara cómo debía ser el vínculo con Estados Unidos, y a la vez para expresar reclamos a ese gobierno, o para solicitar apoyos concretos, ya sea para obtener créditos, facilitar la negociación con organismos financieros internacionales, destrabar exportaciones al mercado estadounidense, lograr la provisión de equipamiento militar o sellar acuerdos de cooperación en materia científica y tecnológica. Al fin y al cabo, en un encuentro mano a mano entre presidentes se pueden cerrar acuerdos que de otra forma demandarían meses o años de negociación.
El rechazo internacional que provoca Trump es particularmente alto en América Latina. Se destaca México, blanco de sus ataques, pero también alcanza a la Argentina, a pesar del alineamiento del presidente Macri. Esto puede implicar un problema para Estados Unidos y para los gobiernos derechistas de América Latina que insisten en subordinarse a Washington. Macri, por ejemplo, deberá seguramente afrontar protestas cuando reciba Trump en noviembre, en la Cumbre Presidencial del G20. No es lo mismo aparecer sonriente junto al carismático Obama, como hizo en marzo de 2016, que en compañía del revulsivo magnate neoyorquino. El fantasma de Mar del Plata reaparecerá seguramente en las calles de Buenos Aires, cuando concrete su primera visita a la región.

Bienvenido Mr. President, Editorial Octubre.

lunes, 29 de octubre de 2018

Morgenfeld: "El triunfo de Bolsonaro a nivel geopolítico refuerza la crisis de las democracias liberales en la región y la tendencia que empezó con el Brexit en Gran Bretaña, y con el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos"

Brasil: el fin de una era para Sudamérica

© REUTERS / Pilar Olivares


Brasil: el fin de una era para Sudamérica

Por Francisco Lucotti (Sputnik)


Sputnik habló con analistas políticos y económicos para realizar un balance de lo que se puede esperar para el gigante del sur y la región luego del triunfo del candidato de la ultraderecha, Jair Bolsonaro, a la presidencia.


La victoria estaba prácticamente cantada luego de una primera vuelta electoral en la que arrasó. Este domingo, los brasileños confirmaron la tendencia y Jair Bolsonaro es hoy presidente electo de Brasil, con 55% de los votos.

"Es la expresión de un descontento generalizado por una economía en crisis por un sistema que produce cada vez mayor desigualdad, el temor que significa el recrudecimiento de la criminalidad vinculada a la pobreza extrema extendida y el fracaso en la construcción de alternativas superadoras", dijo a Sputnik Leandro Morgenfeld, historiador e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).




Brasileños piden "un cambio", no importa a qué precio

Para el investigador, autor del libro Bienvenido Mr. President, "a nivel geopolítico refuerza la crisis de las democracias liberales en la región" y la tendencia que empezó con el Brexit en Gran Bretaña, y con el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos.



Entre las razones del batacazo que dio Bolsonaro, medios locales e internacionales mencionaron la reacción del electorado en rechazo al escándalo de corrupción política "Lava Jato", que hundió a Brasil en la mayor crisis institucional y económica de los últimos tiempos.

"Confirma un giro hacia la derecha en la región que no podemos dar como saldado porque otras elecciones este año tuvieron resultados disímiles, por ejemplo en México. Se trataron de unas elecciones muy particulares porque se proscribió la participación del candidato que tenía más intención de voto, que era Lula, con una aberrante actuación del sistema judicial", dijo el académico.

Además de dejar atrás las victorias electorales del Partido de los Trabajadores (PT), una tendencia que viene alejando al llamado socialismo latinoamericano del poder en la región en los últimos años, el triunfo de Bolsonaro representa la elección de un partido no tradicional, sin antecedentes sobre los cuales ser juzgados. Sin embargo, los lazos con los sectores conservadores de Brasil y los anuncios en materia económica revelan una orientación.

Además: Líderes de centro e izquierda de Colombia cuestionan elección de Bolsonaro en Brasil

"La base de apoyo a Bolsonaro son los militares, que van a tener un rol clave en la política por primera vez después del fin de la dictadura [1964-1985], el sector vinculado con el agronegocio, que lo apoyó sin fisuras, el sector financiero, el complejo vinculado a la producción de armamento y, por supuesto, las iglesias evangélicas, en la consolidación de un poder que vienen construyendo hace muchos años", resumió Morgenfeld.




La Bolsa de Sao Paulo sube tras la victoria de Bolsonaro

"Hay una tensión importante entre lo que es la corriente más nacionalista, militar que simpatiza a Bolsonaro y la política más neoliberal de Pablo Guedes, ya confirmado como ministro de Hacienda. Eso se va a ir dirimiendo en las primeras medidas que tome en las próximas semanas", dijo a Sputnik Nicolás Litvinoff, director de Estudinero.net.

"Recordemos que, como caso testigo, en las primeras medidas del Gobierno de Macri, de bajarle los impuestos y retenciones a las empresas mineras y de salir del cepo cambiario para fomentar un sistema de libre movida de capitales. Lo mismo va a pasar ahora en Brasil así que hay que estar muy atentos", recordó el economista.

La victoria de un candidato de ultraderecha en el país más poderoso de América del Sur levanta incógnitas y sospechas en todos los ámbitos excepto para los mercados: la bolsa de San Pablo abrió la semana con un crecimiento de 3% y el real se apreció frente al dólar en 1%.

También: Trump habla con Bolsonaro sobre cooperación comercial y militar




El Kremlin espera seguir cooperando con Brasil tras elección de Bolsonaro como presidente

Guedes, en conferencia de prensa informal post elecciones, mencionó que su modelo buscará una reforma previsional, el control de gastos públicos, la privatización de empresas estatales, la reducción de privilegios y desperdicios, la simplificación de impuestos y tasas laborales para generar empleo, y el impulso de acuerdos bilaterales por fuera del Mercosur.

"El Gobierno de [Michel] Temer estuvo marcado con un intento de implementar cierto tipo de políticas neoliberales, algunas pudieron avanzar y otras no. El Mercosur de a poco fue perdiendo su brillo. Brasil es la primera economía de la región y tracciona mucho el crecimiento del resto de los países. Los que más comercian con Brasil pueden salir perjudicados pero no mucho tampoco", opinó Litvinoff.

"A mi me parece que Brasil no va a abandonar el Mercosur, como EEUU tampoco terminó abandonando la mayoría de los contratos de bloques de comercio; lo que hacen es presionar con un potencial abandono y cambio de las reglas de juego para renegociar las condiciones tratando de lograr mayores beneficios, una mayor tajada", dijo.

Trump, Bolsonaro y Macri. Un trío explosivo

La agenda internacional de Bolsonaro pondrá en jaque a la estrategia geopolítica de Macri

El presidente electo del Brasil ya no quiere implosionar al Mercosur, pero tampoco aceptará que su hoja de ruta se adecue al ritmo de la cancillería argentina
Jair Bolsonaro, nuevo presidente de Brasil (AFP)
Jair Bolsonaro, nuevo presidente de Brasil (AFP)
Mauricio Macri construyó prestigio político global y liderazgo regional por su discurso antagónico al populismo, su crítica diplomática al régimen de Nicolás Maduro, su proyecto económico de apertura al mundo, la profunda crisis de Brasil y su relación personal con Donald Trump. Con estas herramientas de poderoso peso geopolítico, el presidente argentino obtuvo dos créditos del Fondo Monetario Internacional (FMI), una relación privilegiada con la Casa Blanca, la organización de la Cumbre del G20 y de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y lideró la ofensiva institucional contra Maduro y las negociaciones para lograr un acuerdo bilateral entre el Mercosur y la Unión Europea (UE).
Pero esa agenda a la medida de Macri será puesta en jaque por Jair Bolsonaro, el presidente electo del Brasil que buscará recuperar la influencia regional del país más importante del Cono Sur. Bolsonaro apuesta a reconstruir la economía brasileña y compartir –en principio- el liderazgo de Macri en el Mercosur, que estaba beneficiado por la debilidad política e institucional de Michel Temer. El presidente electo del Brasil ya no quiere implosionar al Mercosur, pero tampoco aceptará que su hoja de ruta se adecue al ritmo de la cancillería argentina.
Durante las negociaciones con la Unión Europea, que otra vez están en un complejo laberinto técnico, Macri diseñaba la estrategia política en Buenos Aires y Temer la convalidaba en Brasilia. Había mucha presión de la línea técnica de Itamaraty para ajustar las constantes ofertas que llegaban desde Bruselas, en defensa de su producción local y de los intereses económicos que se concentran en San Pablo. Sin embargo, al margen de esa puja por lo propio, Brasil siempre aceptó que Macri fijara la estrategia política de negociación.
Bolsonaro ganó las elecciones con un discurso cuasi imperial, que planteó la necesidad de rescatar la influencia internacional de Brasil. En este contexto, el sucesor de Temer recuperará los espacios perdidos y disputará con Macri cómo se debe negociar con la Unión Europea, que prefiere la mirada ideológica del presidente argentino que la perspectiva nacionalista de Bolsonaro. Macri y Temer desean cerrar un acuerdo político con la UE antes que concluya la cumbre del G20 en Buenos Aires, un objetivo diplomático de difícil factura ante la reticencia de Bruselas y el temor de una reacción en contrario del presidente electo brasileño.
El liderazgo regional de Macri también se observa en la posición que defiende el Grupo Lima sobre la crisis social y política de Venezuela. Este importante bloque regional sostiene que la crisis de Venezuela solo se debe resolver a través de elecciones libres y una corta transición democrática sin impunidad para Maduro y su gobierno acusado de narcotráfico, lavado de dinero y corrupción estatal. Trump acepta a regañadientes esta posición diplomática y ya ha tanteado a ciertos militares venezolanos para desplegar una eventual invasión que termine por la fuerza con el régimen de Maduro.
Bolsonaro aún no fijó posición pública respecto al Grupo Lima y su hoja de ruta frente al gobierno de Maduro, pero ha señalado que "los venezolanos están muriendo de hambre debido a un gobierno tiránico vinculado con la dictadura cubana". Esta línea argumental repite la de Trump, que busca distintas alternativas –no solo la democrática—para terminar con Maduro como presidente de Venezuela.
Donald Trump (REUTERS/Carlo Allegri)
Donald Trump (REUTERS/Carlo Allegri)
Brasil y Estados Unidos tienen históricos acuerdos regionales y fuertes diferencias geopolíticas. China integra el BRICS junto a Brasil, y avanza en la región traccionada por sus fondos frescos a tasas ultralivianas. Trump intenta frenar la ofensiva china y siempre chocó con la resistencia de Brasil, que buscaba un balance de poder en el Cono Sur y empujar –a través del BRICS– una agenda multilateral con alcance global.
Bolsonaro coincide con Trump y pondrá en tensión a los BRICS, que perdió su influencia y su peso específico. Macri fue a la última cumbre de los BRICS para buscar un punto de coincidencias con el Mercosur, que sufrirá la tensión causada por un presidente del Brasil que está buscando su lugar en el mundo. Hay en ciernes un efecto dominó, con final abierto.
La ambición de poder local, regional y global de Bolsonaro complicará la agenda internacional de Macri, que se apalancaba sobre sus éxitos en la arena mundial y la debilidad institucional de Brasil. El presidente argentino ahora se encuentra ante un complejo desafío de estado: preservar sus propios espacios de poder en el Mercosur, en el mundo y con Trump, y a su vez coordinar acciones con el presidente Bolsonaro, que sueña con un imperio apoyado por un ejército nacionalista, un establishment económico liberal y la iglesia evangélica.
No será una tarea fácil para Macri, que busca su reelección presidencial. Una debilidad coyuntural del presidente argentino que Bolsonaro aprovechará al máximo cuando empiece a frecuentar a los líderes mundiales. El presidente brasileño es militar y paracaidista. Está acostumbrado a caer parado en todos lados.

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Elecciones en Brasil

Donald Trump quiere una estrecha cooperación con Jair Bolsonaro en comercio y defensa

Donald Trump señala a los medios, durante un acto electoral en Charlotte, Carolina del Norte./ AP

"Muy buena conversación", así calificó Donald Trump este lunes el diálogo que mantuvo la noche anterior con el presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, al que llamó para felicitarlo por su victoria en la segunda y definitiva vuelta de los comicios presidenciales.
Trump, con quien es comparado Bolsonaro por su discurso nacionalista y su populismo, aseguró en Twitter que ambos acordaron trabajar "estrechamente" en materia de comercio y defensa.
"Tuve una muy buena conversación con el nuevo presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, quien ganó la carrera con un margen sustancial", escribió Trump en la red social este lunes por la mañana.
"¡Acordamos que Brasil y Estados Unidos trabajarán estrechamente en comercio, defensa y todo lo demás! Excelente conversación telefónica, ¡lo felicité!", añadió el mandatario.


Fue Bolsonaro la noche electoral el primero en informar de la llamada de Trump, que calificó de "contacto bastante amigable".
Después, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, confirmó la conversación a través de un comunicado en Washington. "Ambos expresaron el fuerte compromiso de trabajar lado a lado para mejorar la vida de los pueblos de Estados Unidos y Brasil y como líderes regionales de las Américas", manifestó.
La elección de Bolsonaro en Brasil abre una nueva era de las relaciones del gigante sudamericano con el país del norte.
El ultraderechista Bolsonaro se impuso el domingo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales frente al izquierdista Fernando Haddad con más del 55 por ciento de los votos. Asumirá la presidencia el próximo 1° de enero, 19 días antes de que Trump cumpla dos años en la Casa Blanca.

EE.UU., un socio más cercano

Estados Unidos será "un socio más cercano a Brasil durante el gobierno" de Bolsonaro, aseguró Steve Bannon, ex asesor de Donald Trump, que dio la bienvenida al brasileño al club de dirigentes nacionalistas y conservadores llegados al poder en los últimos años.
En una entrevista publicada este lunes por el diario Folha de Sao Paulo, Bannon aseguró que "Estados Unidos será un socio más cercano a Brasil durante el gobierno de Bolsonaro, porque en una parte del mundo donde hay socialismo radical y caos en Venezuela, y crisis económica, con el FMI mandando en Argentina, Bolsonaro representa el camino del capitalismo esclarecido y será un líder populista nacionalista".
El ex estratega de comunicación de Trump también resaltó los parecidos entre el mandatario estadounidense y el recién electo líder brasileño, tanto de fondo como de forma.
Según Bannon, hay "muchas semejanzas" entre Trump, Bolsonaro y otros líderes "populistas y nacionalistas" de derecha, como Viktor Orban, primer ministro húngaro; Matteo Salvini, ministro de Interior de Italia; o Nigel Farage, líder pro Brexit en Reino Unido.
"Veo tres puntos en común entre esos líderes: en situaciones muy confusas, consiguen identificar cuáles son los principales problemas y articular soluciones. Por ser auténticos, consiguen conectarse con la masa, particularmente con la clase trabajadora y la clase media, de manera muy visceral. Y, en tercer lugar, tienen carisma", enumeró.
En cuanto a Trump y Bolsonaro, destacó que ambos emplean la estrategia de hacer "declaraciones provocativas para llamar la atención" y "conseguir ser escuchados en medio del barullo". "Ambos son especialistas en conectarse con las masas", dijo.
Fuente: AFP y EFE
 
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sábado, 27 de octubre de 2018

"El G20 en la Argentina. Balances y perspectivas". Martes 30/10, en el CCC

“Neoliberalismo tardío en crisis: Resistencias y propuestas”.

- Descargá acá el programa completo


"El G20 en la Argentina. Balances y perspectivas"
Martes 30/10, 12 a 14hs en el CCC
Sala González Tuñón, primer piso

Pablo López (Director del Depto. de Economía, Producción e Innovación Tecnológica-UNPaz)
Alejandro Pelfini USAL/FLACSO)
Josefina Pels Richard (FLACSO) 
Leandro Morgenfeld (Doctor en Historia-UBA) 
Diana Tussie (FLACSO/CONICET). 
Coordina:  Melisa Deciancio



30 de octubre en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini,
Av. Corrientes 1543 (CABA), de 9 a 20 hs.
31 de octubre en la Sede Académica de la FLACSO Argentina,
Tucumán 1966 (CABA), de 9 a 20 hs.
El evento es gratuito con inscripción previa aquí
Ver el campus urbano aquí
Organizado entre el Área de Estado y Políticas Públicas de FLACSO Argentina y el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

Descargar programa completo AQUÍ


Fundamentos

Si bien el gobierno nacional de la alianza Cambiemos daba por segura su continuidad en las elecciones presenciales en el 2019, las bases del contrato social que suscribió con su electorado empezaron a resquebrajarse, a la vez que se agudizaron las resistencias de los sectores opositores. Las protestas por la reforma jubilatoria a fines del 2017, seguidas de una inédita represión, sumado a una serie de medidas que llevaron a registrar más de un 50% de devaluación, la persistencia y agravamiento de problemas estructurales de la economía y el regreso al Fondo Monetario Internacional como presunto resguardo financiero, son algunas expresiones de dichas fisuras.
Asistimos a otra crisis del relato neoliberal tardío. El gobierno actual y sus elites de Ceos están llevando adelante un programa político de fuerte compromiso ideológico con los sectores más conservadores de nuestro país, lo cual incluye también profundizar aquellas aristas de la vida social y política que no pudieron resolverse a favor de las mayorías en la década pasada. El déficit fiscal, que representa el principal objetivo al cual el Gobierno parece enfocar todos sus esfuerzos, aumentó un 50 % durante la gestión Macrista. El esquema de apertura irrestricta y endeudamiento atroz fue un proceso absolutamente compatible con el modelo impulsado por el equipo económico, que parece observar pasivamente la franca guerra comercial entre las principales potencias y sus tendencias a cerrarse, más que a abrirse.
Sin embargo, hasta con un breve y general análisis de las condiciones internacionales a partir de la crisis de 2008 pone en duda, desde un principio, la sustentabilidad del plan económico del Presidente Macri. Este es un mundo que imprime importantes niveles de protección económica aunque declame apertura, que sale de grandes acuerdos multilaterales, que crece menos y donde el comercio internacional aumenta a tasas que apenas representan la mitad de la observada con anterioridad a la crisis. A ello, se le suma un contexto de precios a la baja de las commodites agropecuarias, que tienen notable incidencia en la canasta exportable argentina, sumado a una coyuntura complicada en Brasil y una etapa de incremento de las tasas de interés internacional que aprecian el dólar. Al mismo tiempo el FMI, como un prestamista de última instancia, impone condiciones que inciden en los márgenes de autonomía para decidir el rumbo de la política económica.
Si nos preguntamos en dónde están los rubros del gasto donde el Gobierno ajustará, el escenario que se avizora no es para nada alentador. El ajuste que piensa la actual gestión tiene un indisimulable impacto en el gasto social, en educación y en salud. Así y todo, para Macri estas condicionalidades no son un problema porque él comparte todas y cada una de las “recetas” del organismo mencionado, a la vez que su propio modelo incluye necesariamente un brutal recorte y retroceso en materia de condiciones sociales de vida. Y el acuerdo intenta asegurar la sustentabilidad de un modelo regresivo que será difícil de revertir en el corto plazo, incluso con la victoria de cualquiera de las propuestas de la oposición en los próximos comicios.
La crisis que registra Cambiemos se manifiesta en una ostensible pérdida de apoyo de la opinión pública, que habrá que ver cómo puede ser capitalizada por las fuerzas políticas que se presenten como alternativa en 2019. El relato Macrista condensa y expresa, de distintos modos y ritmo, su programa político sin demasiados tapujos: la posverdad como una construcción paralela de la realidad alejada de las vivencias de la cotidianeidad de la población, las promesas de futuros ligadas a la incertidumbre, el emprendedorismo, el individualismo y la meritocracia, la lucha contra la corrupción pasada, la judicialización de la política los recambios de funcionarios que buscan imprimir un aire de renovación para una alicaída gestión y una mayor cantidad de la población que ahora sí considera que “la patria está en peligro” y busca propuestas superadoras.
Esa inconsistencia es la que se registra en una coalición de gobierno que pasa de prometer “lluvia de inversiones”, “fin de la pobreza”, o “lucha contra el narcotráfico”, a aumentar los problemas heredados, a prometer que “lo peor ya pasó” para luego sostener que “pasaron cosas” a nivel mundial que deberían exculparlo de los errores de diagnóstico cometidos y a que se acepten pasivamente por la sociedad el ajuste estructural que propone el FMI, con todo lo que ello implica: profundización de la pobreza, pérdida del mercado interno, desindustrialización, dependencia, y un ajuste de la subjetividad ciudadana, que muta hacia lo meritocrático. No obstante, la búsqueda del gobierno de construir un nuevo sentido común y la pasividad no se verifica y hay un auge de movilizaciones que buscan modificar medidas y generar una propuesta hacia adelante.
Por lo tanto, en el III Congreso Nacional Estado y Políticas Públicas nos proponemos indagar, discutir y analizar las características de la gestión de Cambiemos en un momento de crisis de sus propuestas pero, a la vez, de resiliencia de esta modelística tanto del poder fáctico local como del internacional y en un contexto regional de pérdida de legitimidad de las experiencias de regresión neoliberal contemporáneas a la de nuestro país. Se priorizarán las propuestas que surjan de las dos intensas jornadas de debate a fin de hacer una contribución que nos permita seguir reflexionando sobre el Estado en un contexto complejo donde todos los estímulos que vienen de la política tienden a debilitarlo.


Contacto: Agustina Gradín


Informes: congresoeypp@flacso.org.ar

jueves, 25 de octubre de 2018

"Trump es amigo de Macri"






En AmCham, EE.UU. resaltó el apoyo a Macri




Embajador. Edward Prado en el festejo de AmCham. (Facundo Luque)

Por Walter Giannoni (La Voz)

En Córdoba, el embajador Edward Prado aseguró que el Gobierno está “en el camino que se debe tomar” y que son “tiempos duros”. La cámara de comercio argentino-norteamericana conmemoró los 20 años de su apertura en la provincia, que reúne a 100 empresas.


El embajador de los Estados Unidos, Edward Charles Prado, ratificó ayer en Córdoba el respaldo de su gobierno a la gestión de Mauricio Macri porque, dijo, está “en el camino que se debe tomar”. Además, sostuvo que la relación bilateral atraviesa por su mejor momento histórico y, como exjuez, se puso a disposición de la Justicia argentina para recuperar “la confianza y el apoyo del público”.

Prado, quien encabeza la sede diplomática estadounidense desde mayo pasado, fue el orador principal en la conmemoración de los 20 años de creación de AmCham Córdoba, la cámara de comercio argentino-norteamericana, ocasión en la que aseguró ante empresarios y dirigentes que hay interés “todos los días” de empresas norteamericanas por invertir en el país.

En su visita a esta Capital, acompañado por María (su esposa), Prado desplegó una variada agenda que incluyó un encuentro con el gobernador Juan Schiaretti, la visita a la Conae en Falda del Carmen –que acaba de poner en órbita el satélite Saocom 1A– y un almuerzo de empanadas en El Hornito Santiagueño. Y hoy irá a la Universidad Nacional. “Córdoba no sólo ofrece fernet y cuarteto, sino que ofrece muchas cosas más”, afirmó.


“Nuestra relación bilateral nunca ha sido mejor que hoy”, dijo, y ratificó el apoyo al Gobierno en el actual “período de inestabilidad” porque el objetivo es “subsanar los errores del pasado”.



Recordó entonces que Donald Trump “es amigo” del presidente Macri. “Están en el camino que se debe tomar”, remarcó.

En otra parte, Prado recordó su pasado como magistrado y miembro de organizaciones judiciales de Texas y de San Antonio, y ofreció su sapiencia (“Decirles mi experiencia”, afirmó) para que el Poder Judicial argentino recupere “la confianza y el apoyo del público, como ocurre con la Justicia en Estados Unidos”. “Aún tengo mi toga y el martillo”, bromeó.

Números

Antes del mensaje, Alejandro Díaz, director ejecutivo de AmCham, le puso números a la actividad de las empresas argentino-norteamericanas: 634 en total (100 de Córdoba), 450 mil puestos de trabajo directos y cuatro millones de indirectos y el 19 por ciento del PBI del país. “Tenemos un compromiso, independientemente de la situación que atraviesa la Argentina”, explicó.

Como parte del festejo, Luis Guastini (Manpower), Diego Bekerman (Microsoft) y Daniel Tillard (Bancor) expusieron sobre “el futuro de los negocios, la transformación y el cambio en la era digital”.



Vuelo directo a Miami: La “oportunidad” del G-20

El embajador Prado precisó que a partir de abril habrá un vuelo directo entre Córdoba y Miami. El trayecto demandará 13 horas y el servicio se ofrecerá en un Boeing 787 con capacidad para 285 pasajeros. Por otra parte, consideró que la próxima cumbre del G-20 le servirá a la Argentina para mostrarse al mundo y también para conseguir oportunidades para las empresas.



Se presenta “Bienvenido Mr. President” en Rosario





Rosario/12, Página/12

El libro “De Roosevelt a Trump: Las visitas de presidentes estadounidenses a la Argentina” de Leandro Morgenfeld se presenta hoy a las 19 en la sede de Gobierno de la UNR, Maipú 1065. El autor estará acompañado en un panel acerca de las relaciones bilaterales Macri-Trump.

El disparador de esta actividad es la presentación del libro Bienvenido, Mr. President. De Roosevelt a Trump: Las visitas de presidentes estadounidenses a la Argentina, que examina las coyunturas especiales en las que se concretaron las seis estratégicas visitas presidenciales, con foco en cómo se condensaron en esos momentos las fuerzas centrífugas y centrípetas que incidían e inciden en el nexo entre Argentina y Estados Unidos.

Junto a Morgenfeld, participarán de la actividad, Eva Pignatta y Esteban Actis.

Hoy a las 19 en el Salón Sur, Sede de Gobierno de la UNR (Maipú 1065). Organizan: Secretaría de Integración y Desarrollo Socio-Comunitario y Perspectivas Revista de Ciencias Sociales.

miércoles, 24 de octubre de 2018

América Latina, entre Estados Unidos y China

América Latina en la nueva bipolaridad emergente



América Latina en la nueva bipolaridad emergente

Nueva Sociedad

La conformación de una nueva bipolaridad entre Estados Unidos y China no resulta indiferente para América Latina. Estados Unidos muestra malestar ante el coqueteo y el beneplácito de los países de la región para con la expansión de la influencia china. Mientras tanto, el gigante asiático avanza en sus relaciones con América Latina a partir del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda. Dependiendo de cómo se estructure el vínculo bilateral entre China y Estados Unidos, el mundo podría dirigirse hacia una «bipolaridad flexible» o hacia una «bipolaridad rígida».
Octubre 2018

América Latina no necesita un nuevo poder imperial que solo busque beneficiar a su propia gente (…) China ofrece la apariencia de un camino atractivo para el desarrollo, pero esto en realidad implica a menudo el intercambio de ganancias a corto plazo por la dependencia a largo plazo
(Discurso del secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, el 1º de febrero de 2018, Universidad de Texas, Austin).
Los países de América Latina y el Caribe forman parte de la extensión natural de la Ruta de la Seda Marítima y son participantes indispensables de la cooperación internacional de la Franja y la Ruta
(Fragmento del documento final de la Segunda Reunión Ministerial CELAC-República Popular de China, 22 y 23 de enero de 2018, Santiago de Chile).
El reconocido académico chino Minxin Pei ha señalado que si la Guerra Fría terminó en diciembre de 1991 con la desintegración de la Unión Soviética, la era de la posguerra fría parece haber finalizado en noviembre de 2016 con el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Después de 25 años, el orden internacional regresa a su «normalidad» histórica en relación a que la potencia hegemónica vuelve a identificar como principal amenaza a su primacía global a otro Estado que cada día tiene mayores atributos de poder e influencia: China.
En esta línea argumentativa podemos enmarcar las reflexiones de importantes analistas de las relaciones internacionales. En un artículo reciente, Henry Kissingerseñaló que «tanto para Estados Unidos y China, así como para el resto del mundo, la coevolución de Washington y Pekín es la experiencia determinante del período actual». En consonancia, el periodista y editor de Financial Times, Martin Wolf, destacó que «la rivalidad entre China y Estados Unidos moldeará el siglo XXI». Por último, Walter Russell Mead indicó que Estados Unidos ha decidido empezar una «segunda Guerra Fría» al colocar todos sus esfuerzos en contener la influencia de China en el plano global, siendo el aspecto comercial la primera gran manifestación.
En tal sentido, es posible observar un bipolarismo emergente –con características particulares y diferentes respecto de aquel imperante durante la Guerra Fría– con las dos potencias mencionadas como centros de poder. Un dato insoslayable –y ciertamente explicativo de la bipolaridad– radica en el hecho de que ambos países son los únicos Estados en la actualidad del sistema internacional con capacidad de sostener y propagar proyectos estratégicos de alcance global. En la jerga de los internacionalistas, ambos países son los únicos capaces de proveer «bienes públicos»a escala planetaria. Washington y Beijing no solo tienen la voluntad política sino que además cuentan con los instrumentos necesarios para hacerlo, en tanto disponen de bancos multilaterales y estructuras de financiamiento, agencias gubernamentales de cooperación, empresas transnacionales múltiples y diversificadas, entre otros atributos de poder. En síntesis, hoy el mundo parece circunscrito al debate entre el atlantismo y la nueva Ruta de la Seda.
Desde este enfoque analítico, en un artículo recientemente publicado en la revista Foreign Affairs Latinoamérica señalamos los aspectos centrales de esta nueva bipolaridad al tiempo que reflexionamos sobre la dinámica y las implicancias que podrían derivarse de la misma dependiendo de cómo se estructure el vínculo bilateral entre China y Estados Unidos, oscilando y pudiendo devenir en una «bipolaridad flexible» o en una «bipolaridad rígida». Este último escenario es el que identificamos como el más problemático y desfavorable para los países de América Latina, postura que puede resumirse en dos razones: 1) en un contexto de tales características, aumentarían los niveles de aversión al riesgo y el mundo se tornaría más restrictivo, con una consecuente contracción en los flujos comerciales y de capital (tanto financieros como de inversión extranjera directa), precisamente lo contrario a lo que necesitan la mayoría de los países de la región; y 2) mientras mayor rigidez adquiera la bipolaridad menor será la posibilidad de construir agendas positivas con ambas potencias al mismo tiempo.
De este modo, la conformación de esta nueva bipolaridad no resulta indiferente para América Latina y ya comienza a mostrar algunos coletazos. El citado discurso de Rex Tillerson en la Universidad de Texas muestra el malestar norteamericano ante el coqueteo y beneplácito de los países de la región para con la expansión de la influencia china. El ex-secretario de Estado mostró una inusitada retórica, reconociendo a Estados Unidos y a China como «poderes imperiales», aunque identificando al país asiático como menos conveniente, en respuesta al grado de cooperación alcanzado en febrero de este año en la cumbre Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)-China, celebrada en Santiago de Chile.
A lo largo de 2018, dos aspectos merecen destacarse como notas salientes del devenir político de América Latina en el contexto analizado: 1) la fuerte retracción del diálogo interamericano evidenciado en la VIII Cumbre de las Américas celebrada en Lima –por primera vez sin la presencia del presidente de Estados Unidos–; y 2) la consolidación de la cooperación biregional sino-latinoamericana. Cabe destacar, asimismo, que la aproximación de la región con el gigante asiático no solo se da en el plano de la retórica sino que también discurre en el de las acciones.
En el propio «patio trasero» de EEUU, Panamá y China, quienes mantienen relaciones diplomáticas desde hace un año cuando el país centroamericano rompió relaciones con Taiwán, acaban de llegar a un acuerdo sobre el capítulo de propiedad intelectual en el marco de la tercera ronda de negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre ambos Estados. Es destacable que China sea el segundo usuario del Canal de Panamá después de Estados Unidos y que un consorcio chino opere los puertos en ambos extremos de la vía interoceánica.
En el cono sur, el canciller de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa, viajó a Beijing en agosto pasado para suscribir un Memorándum de Entendimiento sobre Cooperación en el marco del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda (OBOR, por sus siglas en inglés). Uruguay se transformó en el primer país de América Latina en incorporarse oficialmente a esta iniciativa china.
Ante la innegable avanzada global de China, en los primeros días el senado estadounidense aprobó un paquete de 60.000 millones de dólares para proyectos de infraestructura en el exterior. El plan representa más del doble de los recursos disponibles hasta ahora y propone la creación de una nueva agencia gubernamental para su vehiculización e implementación, la U.S. International Development Finance Corp. El consenso bipartidista sobre la necesidad de no perder terreno ante el financiamiento chino en la infraestructura regional es total. Según el Boston University´s Global Development Policy Center, las instituciones financieras de China ya proveen más financiamiento al mundo en desarrollo que el Banco Mundial.
Si bien para América Latina la mayor disponibilidad de fondos para financiar el desarrollo puede ser una buena noticia, es esperable que en un contexto como el actual, signado por una bipolaridad que tiende hacia una mayor rigidez, la política de alianzas desplegada por las grandes potencias se torne más rigurosa. De este modo, se podría eliminar la posibilidad de alternar entre las potencias o, en el mejor de los casos, aumentarían los costos de hacerlo. El costo que habría que pagar por los acuerdos sería más alto y exigiría además definiciones estratégicas.
En el plano comercial, comienzan a verse indicios claros de esta dinámica. El nuevo acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá (Usmca, por sus siglas en inglés) especifica que si uno de los miembros firma un acuerdo comercial con un país que no tiene «economía de mercado» (la Organización Mundial del Comercio todavía no reconoce a China como tal) los demás pueden abandonarlo en seis meses. El nuevo acuerdo le pone un freno a la carta mexicana de apostar a China para diversificar sus relaciones económicas. Por su parte, en la negociación que llevaron adelante las autoridades de Argentina y Brasil para evitar la imposición de aranceles al aluminio y el acero, habría existido el pedido, por parte de la administración Trump de presionar a China para que termine con su política de subsidios a la producción de dichos bienes.
La disputa global por mayores espacios de poder e influencia entre Estados Unidos y China también resulta evidente en la dimensión financiera. La región dejó de tener como prestamistas de última instancia ante episodios de vulnerabilidad externa únicamente a los tradicionales acreedores occidentales (Fondo Monetario Internacional, Club de París, banca privada internacional). En los últimos años, China comenzó a jugar lentamente su rol de gran acreedor internacional. El caso venezolano es paradigmático, dado que la deuda con China asciende a 23.000 de dólares por préstamos del gobierno dirigidos a la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Estados Unidos es consciente de que cualquier salida a la crisis del país caribeño deberá matizar los intereses del gobierno y la banca de China, quienes en términos concretos, se han trasformado en los nuevos dueños de la industria petrolera venezolana.
Por su parte, Argentina en el contexto de crisis económico-financiera que atraviesa actualmente, intentó jugar la «carta china» para la obtención de oxígeno financiero mediante la ampliación del swap vigente desde 2014, como complemento a la ayuda financiera dispensada por el FMI. Según trascendidos, el gobierno argentino esperaba lograr una ampliación del citado instrumento por una cifra de alrededor de 19.000 millones de dólares. No obstante, el acuerdo todavía no se ha firmado. Dado el firme apoyo que ha recibido Argentina desde Washington, vital para rubricar los dos acuerdos recientemente negociados con el FMI, es menester sospechar la reticencia norteamericana a que China amplíe su influencia en uno de los países más importantes de la región. En otras palabras, el fuerte apoyo estadounidense parece ser al mismo tiempo un elemento amortiguador del avance de China.
En conclusión, si se entiende el concepto de poder como la capacidad de un actor para ejercer influencia (moldear acontecimientos y resultados) y se ponderan sus recursos (duros y blandos) así como su capacidad y voluntad para ofrecer bienes públicos globales, resulta plausible la tesis de que somos testigos de la conformación de una nueva «bipolaridad». En los últimos meses se pudieron observar los primeros coletazos en América Latina de esta nueva dinámica del orden internacional.
La agenda internacional de la región se verá cada vez más condicionada por la «bipolaridad emergente», más aún si la misma aumenta en su grado de rigidez, producto de una mayor escalada en las tensiones entre Estados Unidos y China. Para los países latinoamericanos, que históricamente han debido adaptarse a un entorno internacional que le es dado y que poco han podido hacer para modificarlo, se vuelve indispensable contar con interpretaciones precisas del orden internacional y su dinámica, en pos de lograr maximizar oportunidades y reducir amenazas.

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