Pensar la política exterior argentina: nace el Grupo Integración y Soberanía
Gacetilla de prensa
“Hace varios meses un grupo de colegas dedicados al campo de las Relaciones Internacionales decidimos conformar un grupo de reflexión sobre Política Exterior Argentina al que llamamos ‘Soberanía e Integración’. El objetivo que nos propusimos fue realizar un análisis tanto sobre el orden global como sobre la situación regional y su impacto sobre la política exterior”, reza la presentación del recién formado Grupo de Reflexión y Proyección de la Política Exterior Argentina Integración y Soberanía.
“Entendemos que esa línea de trabajo nos permite no sólo mantener actualizado nuestro conocimiento, sino también compartirlo con un espíritu prescriptivo en el que surgirán insumos académicos para la elaboración de políticas públicas”, continúa la carta de presentación que está acompañada de un primer documento que, “con antelación, fue compartido con todas y todas las colegas que los ratificaron con su firma”, suscribiendo al texto más de 100 personas. Cada una de esas personas realizó, a su vez, “comentarios y observaciones” que será sistematizados por el Grupo para “discutirlos en un encuentro planificado para marzo de 2023”.
Situación mundial
El documento trabajado por el Grupo, disponible en su versión completa aquí, propone abordar el mapa geopolítico a partir de tres dimensiones: la situación mundial; de “Nuestra América”; y, finalmente, “la Argentina en el mundo y la región”. La primera dimensión de análisis comienza bajo la afirmación que: “en la primera década del siglo XXI se hizo un lugar común decir que nos encontrábamos frente a un Cambio de Época. Con ello se quería transmitir que no era meramente una época de cambios, sino que se estaban desarrollando transformaciones estructurales que significaban una reconfiguración del orden mundial y regional existente (…) Más de una década después, el Cambio de Época se confirma”.
“Transitamos una crisis relativa de la hegemonía estadounidense-británica –con centro geopolítico en Occidente y centro geoeconómico en los países del G7– que está abriendo una etapa de profundas disputas, caos sistémico, guerra y transición hegemónica. Hay una situación de multipolaridad parcial creciente en la que, si bien se destacan Estados Unidos como antiguo hegemón de un lado y China como principal potencia emergente del otro, existen otros poderes –como Rusia, India, la Unión Europea, Japón, etc.-, y se impulsan procesos de regionalización y conformación de bloques en la búsqueda de ganar grados de relativa autonomía. Ello tiende hacia la configuración de un escenario complejo, bajo una dinámica relativamente multipolar, que no puede reducirse a la simplificación de una ‘nueva bipolaridad’”.
El documento del Grupo analiza “un conjunto de tendencias fundamentales en la presente transición de poder mundial”. La primera es “el declive relativo de Estados Unidos y Occidente, que contrasta con el ascenso relativo de China, Asia Pacífico e Índico (…) que pone en crisis una de las características fundamentales del sistema mundial en los últimos siglos: su occidentocentrismo”. La segunda es “la agudización de contradicciones estructurales que devienen antagónicas y dan lugar a crecientes conflictos”, donde “la contradicción principal que atraviesa al sistema mundial es entre los poderes en ascenso con centralidad en la masa continental de Eurasia (…) frente a los viejos poderes dominantes del Atlántico Norte, que buscan mantener el viejo orden”.
“En la presente transición de poder mundial y guerra, las periferias y los países emergentes se encuentran atravesados por la tensión entre el desarrollo nacional y regional o mayores niveles de periferialización, entre aumentar los niveles de autonomía relativa y capacidades para ejercer una soberanía efectiva o, por el contrario, profundizar las situaciones de dependencia, con el consecuente despojo de sus recursos naturales y el fortalecimiento de los mecanismos de transferencia de excedente”.
Nuestra América
El Grupo Integración y Soberanía analiza en un segundo lugar el rol de “Nuestra América”, que “conserva importancia en varios ámbitos económicos y geopolíticos en un mundo cada vez más disputado. Para pensar políticas acordadas entre los países de la región es necesario primero rebatir el sentido común que la califica como un área geográfica intrascendente. Varios elementos ponderan su rol. Entre ellos, tiene recursos estratégicos; como mercado incluye a más de 650 millones de habitantes, que en promedio poseen ingresos medios en relación a los niveles de ingresos mundiales, y conserva un lugar destacado como espacio de radicación de inversiones estadounidenses, europeas y chinas, entre otras. Como decíamos, la importancia de la región se hace evidente cuando la misma es presentada como un campo de disputa entre los grandes poderes para incrementar su influencia.”
“Otra singularidad, propia de este siglo, es que se revirtió la primacía económica que ostentó Estados Unidos desde los años veinte del siglo pasado. Salvo México, cuya economía depende enormemente de su vecino del norte, en el resto de los países hoy China es el primer o segundo socio comercial, prestamista fundamental y uno de los principales inversores externos. Esto modifica el esquema tradicional de inserción económica internacional de la región (…) El problema a resolver es desde qué modelo de acumulación, con qué esquema de integración y bajo qué proyecto político-estratégico desarrollamos la región y nos insertamos con el mundo.
El documento señala varios temas claves como “el peso significativo de las deudas externas”. Otro refiere a la situación del Mercosur, que en la actualidad “se caracteriza por la fragmentación política y la desintegración económica, aunque todavía logró sobrevivir como bloque comercial y representa un destino clave para las exportaciones de mayor valor agregado”, y la “urgencia” en abordar los actuales problemas “con una mirada estratégica de largo plazo, para acortar sus brechas de desarrollo con otros países o regiones del mundo y ampliar su autonomía política”.
Argentina en el mundo y la región
“Necesitamos una política exterior inteligente, basada en nuestras necesidades e intereses nacionales, definidos por las mayorías populares”, propone el Grupo Integración y Soberanía. “Resulta necesario señalar la pertenencia de América Latina y de la Argentina como parte del Sur Global, para desde allí pensar el lugar de la región en el sistema mundial y la política exterior”.
“Las relaciones tanto con los poderes occidentales como con el mundo emergente deben realizarse a partir de códigos y estrategias propias, acorde con los intereses nacionales y regionales, incluyendo las demandas de las grandes mayorías populares, las perspectivas nacionales de desarrollo y el establecimiento de mayores niveles de autonomía relativa (…) Es importante confluir desde posiciones propias en espacios como el BRICS y otros similares que expresan problemáticas más cercanas al Sur Global y a cuestiones propias de los países ‘en desarrollo’, a la vez que impulsan agendas que procuran redefinir tanto la distribución del poder como la distribución de la riqueza a nivel mundial”.
El Grupo presenta varios temas centrales, como “tener una agenda clara sobre la profunda crisis ambiental mundial”, sin “caer en la falsa antinomia ambientalismo vs desarrollo”. También resalta la importancia de “retomar la construcción de instancias de coordinación/cooperación política e integración regional. Aún con sus limitaciones, las experiencias de la UNASUR, la CELAC, el ALBA-TCP y el Mercosur ampliado implican un acumulado sobre el que hay que avanzar para ampliar los márgenes de autonomía”. Esas instancias son a su vez importantes para “elaborar una estrategia conjunta para impulsar el multipolarismo en ámbitos multilaterales como la ONU, OEA, G20, OMC, etc.”
La “integración regional”, afirma el Grupo, “debe ir más allá del ámbito declamativo”, señalando cuáles podrían pasos concretos en el ámbito de lo productivo, monetario o de defensa. El documento desarrolla cada uno de los puntos propuestos para proyectar una política exterior nacional en tiempos de cambio de época, oportunidades, urgencias y desafíos. Finalmente, se resalta que “las islas Malvinas son argentinas y Latinoamericanas. Constituyen un rostro visible del colonialismo del siglo XXI y de la militarización del Atlántico Sur en tanto base británica y punto clave de la OTAN”. Está previsto que en marzo tenga lugar un encuentro abierto organizado por el Grupo Integración y Soberanía para debatir sobre estas ideas propuestas.
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