Todo aquel – hombres y mujeres – que en Nuestra
América ha dedicado su vida y sus esfuerzos a intentar poner fin a la
secular injusticia, explotación, violencia y marginación a la que,
generaciones tras generaciones, ha sido sometido el bravo pueblo
nuestroamericano por una rancia oligarquía que ha logrado controlar a su
entero beneficio el curso de nuestra historia, no puede sino apoyar con
todas sus fuerzas la solución definitiva de uno de los conflictos de
mayor duración y más graves consecuencias, como lo ha sido el que se ha
mantenido entre los sucesivos Gobiernos de Colombia y los guerrilleros
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo
(FARC-EP).Muchos han sido los intentos de lograr el cese de los
enfrentamientos y sentar las bases para una paz duradera; intentos que
han sido liderados tanto por la propia FARC-EP como por hombres y
mujeres que desde una posición de compromiso con la justicia y de
salvaguarda de los derechos humanos, han intentado sin éxito acercar a
las partes. En esta oportunidad lo ha podido lograr un gran humanista y
defensor a ultranza de la unidad de los pueblos de Nuestra América y de
su conservación como zona de paz. Se trata del Comandante Hugo Chávez,
quien se empeñó en hacer posible la paz en Colombia, como lo reconocen
ambas partes, y cuyo ejemplo queda como compromiso de todos y de todas
ahora que los Acuerdos de Paz discutidos por ambas partes en La Habana,
llegan a su definitiva resolución y abren las puertas para que el pueblo
colombiano se reencuentre consigo mismo en paz y con justicia.
Vale
destacar que tanto para la conclusión del Acuerdo General, como para el
desarrollo de las posteriores conversaciones en La Habana ha sido
determinante el solidario papel jugado por el gobierno de la Cuba
revolucionaria, quién acogió los diálogos casi desde el inicio, así como
la disposición y colaboración de los gobiernos de la República
Bolivariana de Venezuela, del Reino de Noruega y de la República de
Chile; Cuba y Noruega actúan como garantes, mientras Venezuela y Chile
son acompañantes.
La Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos
Sociales en Defensa de la Humanidad (REDH), en reafirmación de su
compromiso con la defensa de la paz, la justicia, la solidaridad entre
los pueblos y la verdad, atendió una invitación que le fuera formulada
por el equipo negociador de la FARC-EP en los Diálogos de Paz en La
Habana, para una reunión informativa sobre los avances logrados y sus
expectativas en la consecución de la tan anhelada Paz en Colombia, que
es también la Paz en Nuestra América.
En tal sentido, la REDH
desea expresar su apreciación y compromiso con este Diálogo de Paz que
debe ser hoy motivo de regocijo para todo el pueblo nuestroamericano, y
en consecuencia:
- Nos sumamos a dicho compromiso y
expresamos nuestro deseo de trabajar con denuedo para que se afirmen
las condiciones que aseguren la participación de toda la sociedad
colombiana en la construcción de una paz mediada por una cultura de
reconciliación, convivencia, tolerancia y no estigmatización, y que
asegure el reencuentro, sin venganzas ni violencias, del pueblo que se
fue a las armas con el pueblo que ha resistido en silencio una
situación de opresión y de negación de sus más elementales derechos.
- Abogamos
porque el fin del conflicto y la implementación de las reformas
surgidas del Acuerdo Final, constituyan la principal garantía de la no
repetición de hechos semejantes, así como una vía expedita para
asegurar que no surjan nuevas generaciones de víctimas.
- Apoyamos
todas las medidas que ambas partes han acordado para un
reconocimiento mutuo verdadero y la voluntad de resarcir los daños
producidos directa o indirectamente por un enfrentamiento que ha
causado por más de 50 años víctimas inocentes, separación de las
familias, migraciones internas, desplazamientos obligados,
mutilaciones, violaciones, desapariciones, muertes y profundas heridas
en el alma social.
- Reconocemos como un gran
aporte al fortalecimiento del sistema de Justicia y a la consolidación
de la Paz, el acuerdo de establecer una Jurisdicción Especial para la
Paz, que hará parte del Sistema Integral de Verdad, Justicia,
Reparación y No Repetición (SIVJRNR); el cual permitirá que el Estado
colombiano, acompañado de una sociedad en reconciliación, cumpla con el
deber de investigar, esclarecer, perseguir, juzgar y sancionar las
graves violaciones a los derechos humanos y las graves infracciones al
Derecho Internacional Humanitario (DIH) que tuvieron lugar en el
contexto y en razón del conflicto armado.
- Confiamos
en que la paz alcanzada permita un tratamiento justo y una plena
garantía en la seguridad de la vida y los derechos humanos de todas y
de todos los insurgentes que no incursos en los delitos de violación de
los derechos humanos, decidan incorporarse plenamente a la vida
política de la nación colombiana. Que no vuelva repetirse jamás la
masacre cometida contra los integrantes de la Unión Patriótica que
optaron honestamente por la incorporación pacífica a la sociedad de su
tiempo.
- Instamos a rechazar y condenar toda
manifestación que vaya en contra de este anhelo de paz y a mantenernos
vigilantes contra toda acción destinada a entorpecer o desviar los
acuerdos alcanzados. En particular, exhortamos a que se tomen acciones
contundentes que permitan desmontar las criminales estructuras
paramilitares, organizadas y alentadas por la extrema derecha
colombiana, que siguen funcionando, que controlan partes importantes
del territorio colombiano y que se han extendido con graves
consecuencias sobre los países vecinos de Colombia, como Venezuela y
Ecuador, amenazando con ello la estabilidad de la región.
- Reconocemos
que la reconciliación que la sociedad colombiana y el mundo esperan
no puede implicar impunidad en los crímenes cometidos por las partes,
pero sí debe sellarse con una acción humanitaria como lo es la amnistía
y el perdón para todos aquellos, hombres y mujeres, presos en cárceles
del Estado como consecuencia del estado de guerra, así como el perdón
para civiles acusados de complicidad sólo por el delito de haber
apoyado lo que creían justo.
- Esperamos que este
proceso de paz en Colombia se complemente con la instalación de una
mesa de negociaciones similar con el Ejército de Liberación Nacional
(ELN) que asegure de manera definitiva el cierre de una era de
confrontación violenta y que abra para siempre una de diálogo,
convivencia, confrontación pacífica de las divergencias y de
participación plena de todas y todos los ciudadanos en la conducción de
los asuntos públicos y en la justa distribución de las ingentes
riquezas que caracterizan ese bello país.
- Apoyamos
la propuesta hecha por el Gobierno de Juan Manuel Santos de consultar
mediante un plebiscito la opinión y el respaldo de la sociedad
colombiana a los actuales Acuerdos de Paz, y esperamos que el
contundente SI que resulte de dicha consulta sea la base para que se
abra una nueva realidad política y social en Colombia a través de la
posterior convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.
- Llamamos
a todos los intelectuales, artistas y movimientos sociales de Nuestra
América y del mundo a acompañar de manera decidida este proceso de paz
que vive el pueblo de Colombia, en la creencia de que el mismo habrá
de contribuir a frenar al mismo tiempo las agresiones de potencias
extranjeras sobre el territorio nuestroamericano y constituirá, al
mismo tiempo que un ejemplo a seguir, un paso muy importante en la
construcción de un mundo de paz con justicia.
En Nuestra América, a los 23 días del mes de septiembre de 2016
Adhesiones:
[email protected]
FIRMANTES POR LA PAZ EN COLOMBIA
- Evo Morales. Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia
- Raúl Sendic, Vicepresidente de la República Oriental de Uruguay
- Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, Argentina
- Noam Chomsky, escritor, Estados Unidos
- Pablo González Casanova, sociólogo, México
- Roberto Fernández Retamar, Poeta, ensayista, presidente de la Casa de las Américas, Cuba.
- Alfonso Sastre, dramaturgo, País Vasco
- Fernando Lugo, ex –Presidente de la República de Paraguay.
- Miguel d'Escoto, Pdte. 63va sesión de la Asamblea General de la ONU, Nicaragua
- Martín Almada, Premio Nobel Alternativo, Paraguay.
- Danny Glover, actor de cine, Estados Unidos
- Miguel Barnet, Presidente Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba
- Silvio Rodríguez, trovador, Cuba.
- Enrique Dussel, filósofo, Premio Libertador al Pensamiento Crítico, Argentina / México
- Franz Hinkelammert, economista, Premio Libertador al Pensamiento Crítico, Costa Rica
- Itsván Mészáros, filósofo, Premio Libertador al Pensamiento Crítico, Hungría /Reino Unido
- Ignacio Ramonet, periodista, fundador de ATTAC y promotor del FSM, Francia
- Gustavo Pereira, Poeta, crítico literario, Premio Nacional de Literatura, Venezuela
- Theotonio Dos Santos, sociólogo y economista, teórico de la Dependencia, Brasil
- Stella Calloni, periodista y escritora. Premio de periodismo José Martí, Argentina
- Frei Betto, escritor, teólogo de la liberación, luchador social, Brasil
- Joao Pedro Stedile, líder del Movimiento Sin Tierra (MST), Brasil
- Bernard Cassen, fundador de ATTAC y director de Le Monde Diplomatique, Francia
- François Houtart, sociólogo y teólogo, Bélgica
- Marta Harnecker, científica social, Premio Libertador al Pensamiento Crítico, Chile.
- Jorge Veraza, filósofo, Premio Libertador al Pensamiento Crítico, México
- Carlos Fernández Liria, Filósofo, Premio Libertador al Pensamiento Crítico, España
- Héctor Díaz Polanco, Premio Libertador al Pensamiento Crítico, Rep. Dominicana/México
- Los
cinco héroes cubanos: Antonio Guerrero Rodríguez, Gerardo Hernández
Nordelo, Ramón Labañino Salazar, Fernando González Llort, René González
Sehwerert
- Ismael Clark, Cuba, Presidente de la Academia de Ciencias de Cuba
- Juan Luis Martín Chávez, Presidente del Consejo Superior de Ciencias Sociales, Cuba
- Bernard Duterme, Director del CETRI, Bélgica
- Manuel Cabieses, Director Revista Punto Final, Chile
- Mónica Bruckman, socióloga, científica y experta en geopolítica de recursos naturales. Perú
- Michael Lebowitz, economista marxista ligado a procesos de cambio de A. Latina, Canadá
- Emir Sader, sociólogo y polítólogo, Brasil
- Pascual Serrano, periodista, fundador de Rebelion (web) y asesor de Telesur, España
- Javier Couso, Eurodiputado, España
- Camila Vallejo, líder estudiantil, Diputada al Congreso, Chile
- Eric Toussaint, porta-voz CADTM internacional, Bélgica
- Víctor Flores Olea, profesor, ensayista, analista internacional, diplomático, México.
- Ana Jaramillo, Rectora de la Universidad Nacional de Lanús, Argentina
- Freddy Ñáñez, Ministro del Poder Popular para la Cultura, Venezuela
- Farruco Sesto, arquitecto, Ex – Ministro de la Cultura y de la Vivienda, Venezuela
- Pedro Calzadilla, historiador, Ex – Ministro de la Cultura y de la Vivienda, Venezuela
- Fidel Barbarito, músico, Ex – Ministro de la Cultura, Venezuela.
- Juan Ramón Quintana, Ministro de Presidencia, Bolivia
- Reymi Ferreira, Ministro de Defensa, Bolivia
- Carlos Romero, Ministro de Gobierno, Bolivia
- Luis Arce, Ministro de Economía y Finanzas Públicas, Bolivia
- René Orellana, Ministro de Planificación del Desarrollo, Bolivia
- Verónica Ramos, Ministra de Desarrollo Productivo y Economía Plural, Bolivia
- Roberto Aguilar, Ministro de Educación, Bolivia
- Ariana Campero, Ministra de Salud, Bolivia
- César Navarro, Ministro de Minería y Metalurgia, Bolivia
- Hugo Siles, Ministro de Autonomías, Bolivia
- Alexandra Moreira, Ministra de Medio Ambiente y Agua, Bolivia
- Luis Alberto Sanchez, Ministro de Hidrocarburos y Energía, Bolivia
- Marko Machicao, Ministro de Culturas y Turismo, Bolivia
- Marianela Paco, Ministra de Comunicación, Bolivia
- Milton Claros, Ministro de Obras Públicas, Servicios y Vivienda, Bolivia
- Alfredo Rada, Viceministro de Coordinación con Movimientos Sociales, Bolivia
- José Alberto Gonzáles, Presidente de la Cámara de Senadores, Bolivia
- Gabriela Montaño, Presidenta de la Cámara de Diputados, Bolivia
- Héctor Arce, Procurador del Estado, Bolivia
- Carmen Bohórquez, historiadora y filósofa, Coordinadora General de la REDH, Venezuela
- Omar González, escritor y periodista cubano, Premio Casa de las Américas, Cuba
- Ariana López, editora del sitio web y del blog EDH, Cuba
- Nayar López. Politólogo, latinoamericanista, profesor UNAM. Coord. REDH México
- Angel Guerra, cronista y analista político, editor y articulista, Cuba / México
- Atilio Borón, politólogo, escritor, Premio Libertador al Pensamiento Crítico, Argentina
- Fernando Buen Abad, Director del Centro Sean Mac Bride, Lanús, Argentina / México
- Marilia Guimaraes, profesora, activista política, coordinadora REDH Brasil
- Alicia Jrapko, activista y líder del comité de solidaridad con Cuba, EEUU
- David Comissiong, fundador del Mov. Clement Payne, Barbados y coord. REDH-Caribe
- Juan Manuel Karg, periodista, analista político, investigador del CCC, Argentina;
- Roger Landa, maestrante en filosofía, equipo promotor cap. Juventud REDH, Venezuela
- Nora Cortiñas, defensora de los derechos humanos, Madres de Plaza de Mayo, Argentina
- Blanca Eeckout, periodista, coordinadora del Polo Patriótico, Venezuela;
- Hugo Moldiz, abogado, periodista, ex – ministro de gobierno, asesor presidencial, Bolivia.
- Katu Arkonada, escritor, politólogo, País Vasco
- Juan Carlos Monedero, politólogo, ensayista y político español, España;
- Hernando Calvo Ospina, Analista político, Colombia / Francia
- Fernando Rendón, poeta, periodista, director del Festival de Poesía de Medellín, Colombia;
- Antonio Elías, economista, presidente Soc. Lat. de Economía Política (SEPLA), Uruguay
- Eva Golinger, analista política, periodista, Estados Unidos
- James Early, antropólogo, Director de Est. Culturales, Smithonian Institute, Estados Unidos
- Augusto Zamora, profesor de derecho internacional, ex embajador de Nicaragua en España
- Irene León, comunicadora, socióloga y asesora política, Ecuador
- Carlos Molina Velásquez, filósofo, columnista, coordinador REDH en El Salvador
- Joel Suárez, Cordinador General Centro Memorial Martin Luther King, Cuba
- Fernando Martínez Heredia, filósofo y ensayista, Premio Nacional de Cs Sociales, Cuba.
- Vicente Feliú, trovador, Cuba.
- Javier Biardeau, sociólogo, analista político, Venezuela
- Mario Sanoja, antropólogo, escritor, Premio Nacional de Cultura, Venezuela
- Iraida Vargas, antropóloga, escritora, Premio Nacional de Cultura, Venezuela
- Jorge Sanjinés, director y guionista de cine, ganador del Premio Alba de las Letras, Bolivia.
- Gilberto Ríos Mungia, coordinador REDH, Honduras
- Luisa Vicioso, poetisa, escritora, República Dominicana
- Daniel Viglietti, Cantautor, Uruguay
- Michel Collon, escritor, periodista, fundador del colectivo Investig'Action, Bélgica
- Gilberto López y Rivas, Antropólogo, columnista de La Jornada, México
- Carlos Fazio, analista de asuntos geoestratégicos y políticos, Uruguay /.México
- John Saxe-Fernández, escritor, Dr. Estudios Latinoamericanos UNAM, Costa Rica/México
- Darío Salinas, sociólogo, coord. de postgrado en Cs. Sociales de la UIA, Chile / México
- Pablo Guadarrama, Filósofo, escritor, Cuba
- Ana Esther Ceceña, economista, experta en geopolítica, México
- Juan Paz y Miño, historiador, Cronista de la ciudad de Quito, Ecuador
- Horacio Cerrutti, filósofo, profesor de la UNAM, Argentina / México
- Adamos Katsantonis, compositor, poeta, escritor, Chipre.
- Cindy Sheehan, activista antibelicista, Estados Unidos
- Medea Benjamin, activista política y escritora, feminista y antibelicista, Estados Unidos
- George Ciccariello-Maher, escritor, prof. de Política y Estudios Globales, Estados Unidos
- Keith Ellis, escritor, crítico literario, Canadá/Jamaica
- Rati Saxena, poeta, directora del Festival Internacional de Poesía de Krytia, India.
- Ulrich Schreiber, director del Festival International de Literatura de Berlín, Alemania.
- Thomas Wohlfahrt, director del Festival Internacional de Poesía de Berlín, Alemania.
- Ekam Manuke, poeta, India.
- Ayo Ayoola Amale, poeta, activista por la paz, Ghana.
- Diego Montón, MNCI, Secretaría CLOC LVC, Argentina
- Gianni Vattimo, filósofo, escritor, Italia
El resto de adhesiones se pueden encontrar en:
http://www.humanidadenred.org.ve
http://cubaendefensadelahumanidad.blogspot.com
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Durante esta semana, CONTRAPUNTOS, de Pablo Gentili,
publicará diversas opiniones y aportes sobre el futuro de la paz en
Colombia. El plebiscito del 2 de octubre marcará un momento decisivo en
la construcción del necesario camino a la paz definitiva en un país que
ha sufrido una guerra de más de medio siglo, con más de 5 millones de
víctimas, 220 mil muertos, más de 25 mil desaparecidos y 30 mil
secuestrados. Un horror que comienza a ser superado con el
importantísimo acuerdo de paz logrado entre el gobierno del presidente
Juan Manuel Santos y las FARC. Nos sumamos así al esfuerzo colectivo y
solidario de todos los que trabajan activamente, dentro y fuera de
Colombia, para que el próximo 2 de octubre triunfe el SI A LA PAZ y podamos continuar soñando y construyendo un futuro de dignidad, justicia e igualdad.
"Lo que sorprende no es que se firme la paz, es que haya gente que vote por el no". Ingrid Betancourt, ex candidata presidencial, 6 años secuestrada por las FARC.
"Podemos
proclamar que termina la guerra con las armas y comienza el debate de
las ideas. Confesamos que hemos concluido la más hermosa de todas las
batallas: la de sentar las bases para la paz y la convivencia". Iván Márquez, jefe de la Delegación de Paz de las FARC.
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Colombia: sí a la paz (1)
Un SÍ al plebiscito es un SÍ a la paz - Eduardo Rueda
Por qué el SÍ este 2 de octubre - Carlos Mario Perea
El acuerdo de paz y los colombianos y colombianas en el exterior - Denis Rojas
El SÍ es una oportunidad única para construir una nueva escuela en Colombia - Nelson Ernesto López Jiménez
Colombia: movilización a favor del SI a la paz. Foto: Ivan Valencia (AFP)
Un SÍ al plebiscito es un SÍ a la paz
Eduardo Rueda,
director del Instituto de Bioética de la Pontificia Universidad
Javeriana, Bogotá, Colombia; coordinador del Grupo de Trabajo de
Filosofía Política de CLACSO.
El próximo 2 de Octubre, los colombianos
deberán decidir si aprueban o no el Acuerdo Final pactado entre el
gobierno y las FARC, tras casi cuatro años de diálogos en La Habana. El
Acuerdo Final establece las obligaciones suscritas por las partes para
cesar el conflicto armado y se organiza en torno a seis puntos
fundamentales: desarrollo rural integral, participación política,
solución al problema de las drogas ilícitas, justicia hacia las víctimas
del conflicto armado, cese del fuego y de hostilidades bilateral y
definitivo, y mecanismo de implementación, verificación y refrendación
de lo acordado.
El primer acuerdo establece, bajo la premisa de organizar
el desarrollo local con enfoque territorial, la creación de un fondo de
tierras para los campesinos sin tierra, obliga a la actualización del
catastro rural y al uso de tierras según su vocación, define
obligaciones para el cuidado de áreas de interés ambiental y dispone una
serie de medidas para garantizar la históricamente pendiente inclusión
social del campesinado (educación, salud, vías, saneamiento básico,
riego, créditos, seguridad social y alimentaria, apoyo técnico y apoyo a
la economía familiar).
El segundo punto establece la obligación de facilitar la
creación de partidos, establece mecanismos que den mayor transparencia a
las elecciones, asegura la representación, al menos transitoria, de
regiones apartadas en el Congreso, determina la creación de un estatuto
de oposición, fija garantías para el derecho de protesta, y define
estrategias para el fortalecimiento de la participación local, el
control ciudadano, los medios de comunicación comunitarios y la
seguridad de los líderes sociales.
El tercer acuerdo establece la creación, con fuerte
participación de las comunidades afectadas, de un programa integral de
sustitución de cultivos y desarrollo alternativo, el desarrollo de
acciones de combate del crimen organizado, las finanzas ilícitas y la
corrupción asociada al narcotráfico, y el diseño e implementación de
estrategias para abordar el problema del consumo con un enfoque de salud
pública.
El cuarto punto establece una comisión de la verdad para
el esclarecimiento de lo ocurrido durante el conflicto armado, crea la
unidad de búsqueda e identificación de desaparecidos y víctimas en razón
del conflicto, y establece medidas de reparación hacia las víctimas que
incluyen actos de reconocimiento de responsabilidad por parte de los
victimarios, restitución de tierras y reparación colectiva de
comunidades afectadas, retorno de poblaciones desplazadas a sus lugares
de origen y atención psicosocial de las víctimas. Define, además, la
jurisdicción especial para la paz, que investigue y juzgue a los
responsables de crímenes graves.
El quinto acuerdo fija las zonas de ubicación para las
FARC, establece los mecanismos para la entrega de sus armas a una misión
de ONU y determina una estrategia para la verificación internacional
del cese al fuego y de hostilidades. El acuerdo dispone que las
autoridades civiles continuarán en estas zonas en el ejercicio de sus
funciones.
El último acuerdo establece una comisión de seguimiento y
verificación del acuerdo final integrada por tres representantes del
gobierno y tres de las FARC, define un mecanismo de verificación
internacional que incluye una misión de ONU que confirme la
reincorporación de las FARC a la vida civil, dispone el acompañamiento
internacional de varios países y entidades, como la ONU, en la
implementación de los acuerdos, y condiciona la implementación de todo lo acordado a la refrendación ciudadana.
En este contexto, votar por el “Sí” significa,
entonces, apoyar el contenido y la implementación de estos 6 acuerdos.
Votar por el “No” echa al traste cuatro años de esfuerzos entre las
partes por encontrar los términos bajo los cuales cesar definitivamente
la guerra. Echa al traste la enorme oportunidad de hacer justicia a las
víctimas, de saldar la deuda social con tantas comunidades campesinas e
indígenas marginadas y excluidas, de profundizar la participación
ciudadana y robustecer los mecanismos de construcción de la voluntad
democrática, y de asumir una agenda de desarrollo rural y de salud
pública para enfrentar el problema de la producción y consumo de drogas.
En fin, echa al traste la posibilidad de que los niños, las niñas y los
jóvenes, y las generaciones venideras puedan construir poco a poco el
único sueño legítimo: el de una justicia que nunca más produzca
víctimas.
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Por qué el SÍ este 2 de octubre
Carlos Mario Perea, profesor
de las Universidades Nacional de Colombia y Distrital Francisco José de
Caldas de Bogotá. Miembro del Consejo Nacional de Paz y de la Red de
Universidades por la Paz
En muy contadas ocasiones un
pueblo tiene la oportunidad de torcerle el curso a su destino. Para que
esto ocurra ese pueblo ha tenido que atravesar las grandes aguas y, en
medio de arduas contiendas, haber padecido indecibles sufrimientos.
Tal es el caso de Colombia, no sólo por
haber portado el peso de la guerra más larga y degradada del continente,
sino además por la triste condición de ser el rincón del planeta donde
el narcotráfico descargó sus efectos más amargos y disolventes. Cuántas
veces, durante el trayecto de las últimas tres décadas, nos hemos
descubierto cerrando los ojos mientras nos invade la sobrecogedora
sensación de ser los hijos de un país que sin remedio se condena al
fracaso. Poco cuenta la orilla en donde la vida haya situado a cada
quien; sea en este momento o en aquel otro, todos sin excepción pasamos por la aturdidora revelación de pertenecer a la nación cuyas coordenadas se desquiciaron.
Se le han pagado demasiados tributos a la
muerte y la sangre: cuántas vidas malogradas, cuántos cuerpos
mutilados, cuántas almas extraviadas, cuánto odio amasado…
En medio de esa larga agonía, no
obstante, al fin parecen remontarse las grandes aguas de la guerra. Es
eso, nada más y nada menos, lo que está en juego en el plebiscito de
este próximo 2 de octubre. Ciertamente la victoria del “SI” no extirpará
de raíz los más sentidos males nacionales. No se le pondrá coto final
al conflicto bélico, para su infortunio Colombia enfrenta el drama de un
nuevo ciclo de violencias alentado por viejos y nuevos agentes armados.
Tampoco se erradicará de tajo el narcotráfico, las drogas ilícitas son
uno de esos fenómenos globalizados cuya transformación depende de la
voluntad conjunta del continente latinoamericano.
Con todo, pese a sus acotados alcances,
el cierre de la confrontación con las FARC significa tanto como remontar
las grandes aguas de la confrontación. Así es, supone desmovilizar el
ejército que de lejos alcanzó el más impresionante despliegue por el
territorio, en un momento presente en la mitad de la geografía. En
realidad, lo que cuenta de más fondo, esa clausura significa poner
término al consistente tejido histórico que ha urdido un cuerpo en armas
cuyos primeros impulsos se remontan a los años 40 del siglo XX, como
bien lo encarnó Manuel Marulanda Vélez, el guerrillero que emprendió su
carrera como liberal de pura cepa para convertirse con los años en jefe
de la causa insurgente.
Con la desmovilización de las FARC las aguas se aquietan, adormeciendo sus grandes turbulencias. Frente
a la agonía de la nación que parecía condenada a la tristeza, la
victoria del “SI” permite imaginar la posibilidad de un país que puede
ser moldeado con manos dispuestas a entreverarse. La paz, su voz puesta
en el corazón de la escena pública, ya ha resignificado cosas.
Para comenzar, remozó el enmohecido sentido de lo ciudadano arrancando
cientos de gentes al marasmo paralizante de la guerra. Entre una
guerrilla abandonando sus consignas innegociables y una élite deponiendo
sus intransigencias y privilegios, la paz movilizó una sociedad
dispuesta, como nunca antes, a apostarle nuevas cartas al juego
impredecible de la historia.
El 2 de octubre, el día de reclamar el
sagrado derecho a vivir en paz, ese derecho tanto tiempo conculcado por
las letales ponzoñas de la guerra.
Sólo
en contadas ocasiones un pueblo tiene la oportunidad de torcerle el
curso a su destino. Eso representa el “SI” del plebiscito, una voluntad
que se reconoce a sí misma tras el trance de las grandes aguas y el
sufrimiento, una voluntad de nación que se hace consciente del hecho que
al fin, después de tan prolongado tiempo, llegó la hora de terciar el
destino que nos viene por delante.
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El acuerdo de paz y los colombianos y colombianas en el exterior
Denis Rojas, socióloga colombiana, miembro del equipo de la Secretaría Ejecutiva de CLACSO.
La firma del "Acuerdo final para la terminación del conflicto y la
construcción de una paz estable y duradera" entre el gobierno colombiano
presidido por Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia-Ejercito del Pueblo (FARC-EP), será puesto a refrendación
por medio de un plebiscito nacional el próximo 2 de octubre.
La medida acordada en la mesa de diálogo de La Habana, ha sido
considerada como mecanismo de legitimación de este proceso y así mismo,
como una acción que no sólo involucra a los representantes o autoridades
de cada uno de los sectores enfrentados, sino a la totalidad de la
ciudadanía colombiana; es decir, busca que este sea un acuerdo entre la
sociedad colombiana y las FARC-EP.
La participación en este proceso implica no solo a los
ciudadanos y ciudadanas que habitan el territorio colombiano, sino
también a todos aquellos que, por diversos motivos, nos encontramos
fuera del país; más aún teniendo en cuenta que, según los datos de la OIM publicados en el
Perfil Migratorio de Colombia de 2012, era el país latinoamericano con la mayor cantidad de ciudadanos viviendo de manera permanente en el exterior.
Colombia ha
sido tradicionalmente un país de emigración. Desde la primera oleada
migratoria en los años sesenta, los colombianos han emigrado a
diferentes destinos por diversas razones, en gran medida por buscar
mejores condiciones de vida y mayores oportunidades laborales. Los
países de destino de los connacionales han sido, en primer lugar, la
República Bolivariana de Venezuela y Estados Unidos, pero esto se ha
venido modificando a lo largo de los años, como lo muestran algunos
datos y estudios. El Departamento Administrativo
Nacional de Estadística, a partir del censo de 2005, calculó que el
número de colombianos en el exterior es de 3.378.345. El Ministerio de
Relaciones Exteriores (2012) estima que hay 4.700.000. (OIM, 2012)
La participación de colombianos y
colombianas residentes en el exterior en el plebiscito del 2 de octubre
no resulta un tema menor. El conflicto armado ha sido un factor
significativo dentro del proceso migratorio, produciendo exilios ligados
directamente a la violencia. También, debido a migraciones
voluntarias como consecuencia de la limitación en el ejercicio de
derechos fundamentales, lo que ha producido la salida de decenas de
miles de colombianos y colombianas en la búsqueda de mejores condiciones
económicas o como estrategia para acceder a mejores servicios
educativos, entre otros.
La ACNUR señala que, en 2015, Colombia tenía 6.939.067 desplazados internos.
Sin
embargo, cabe aclarar que estos datos puede estar subvalorados, ya que,
debido a las condiciones propias de la migración tanto interna como
externa, no todas las personas que sufren desplazamiento se encuentran
registradas.
El exilio colombiano no ha logrado dimensionarse y visibilizarse por varios factores.
Por un lado, porque las condiciones de salida obligan a mantener el
anonimato, "diluyendo" a los exiliados entre la masa migrante como
medida de protección o mecanismo de autopreservación. Por otro, porque
en los países de llegada se dificulta el registro, ya que los trámites
para la solicitud de la condición de refugio o asilo requieren la
presentación de documentación procedente de Colombia que resulta
imposible de tramitar para el migrante, o simplemente por
desconocimiento de los marcos legales de protección internacional.
Hay un total
desconocimiento de todas las fuerzas del país acerca de qué consiste el
exilio, la diáspora y la migración. El Alto Comisionado de Naciones
Unidas señalaba que hay más o menos 780 mil personas en situaciones
similares al exilio, pero hay mucha gente que no está contabilizada
porque han tenido que irse en silencio.(Fragmento del testimonio de José Gamboa disponible en el Proyecto Voces del Exilio del Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia).
Si bien la migración externa han sido
significativa en la historia del conflicto en Colombia, la consolidación
de procesos organizativos de migrantes es reciente. La confluencia de
diversas iniciativa institucionales, auto convocadas y partidarias ha
crecido de cara a dos elementos fundamentales: la promulgación de la Ley
1448 de 2011 (Ley de víctimas y restitución de tierras) que abrió los
canales legales para el reconocimiento de las víctimas y su reparación,
pero cuya definición y operativa no consideró las condiciones de los
exiliados; y, el proceso de diálogo con las FARC-EP y los espacios de
discusión del punto 5 del Acuerdo, que contempló audiencias públicas con
las víctimas a fin de debatir los puntos respecto a reconocimiento,
verdad y reparación, ya que en los borradores de este punto no se había
considerado los procesos de exilio y la reparación de las víctimas
residentes en el exterior.
La ley 1448 dio creación al Centro Nacional de Memoria Histórica como espacio para la investigación, la recuperación de memoria y la reparación histórica de la verdad.
El Foro Internacional de Víctimas,
es un proceso organizativo de los colombianos/as exiliados que logró su
consolidación en el año 2014. Busca abordar el fenómeno del exilio
desde una mirada integral de las violencias incubadas en Colombia,
extendiendo el reconocimiento de víctima a quienes han debido
abandonar el país a causa de la violencia de género, la miseria, la
violencia política, las tragedias medioambientales, los conflictos
étnicos o la homofobia. Así mismo, desde los espacios políticos partidarios, la representante a la Cámara por los Colombianos en el Exterior, Ana Paola Agudelo,
del movimiento político “Mira”, ha llevado a cabo diversas acciones
para articular la comunidad colombiana en el exterior con la aplicación
de la Ley de Víctimas y de las medidas resultantes en los acuerdos de La Habana.
Finalmente, la alta migración de
colombianos y colombianas, principalmente de aquellos que migran como
opción para acceder a la educación superior, sea en el pregrado como
en el cursado de maestrías o doctorados, ha dado como resultado el
surgimiento de procesos organizativos autoconvocados que buscan dar
visibilidad a la diáspora colombiana, apoyando desde el exterior todo
intento de favorecer la construcción de la paz y de una sociedad más
democrática.
En el caso particular de este proceso de paz y de cara al plebiscito del próximo 2 de octubre, se ha organizado la Agenda Internacional de Iniciativas Ciudadanas por la Paz,
que convoca a más de 30 colectivos de diversa naturaleza, los cuales,
alrededor del mundo, estarán realizando acciones de formación, discusión
y difusión del acuerdo de paz.
El 2 de octubre cada colombiano y colombiana podrá expresar en las urnas su decisión consciente sobre el destino de Colombia.
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El SÍ es una oportunidad única para construir una nueva escuela en Colombia
Nelson Ernesto López Jiménez, presidente del Centro de Investigación en Calidad de la Educación, Colombia.
La escuela colombiana ha estado marcada,
en buena medida, por las violencias, por el desconocimiento de los
derechos humanos, por el no reconocimiento de la otredad y de
la diferencia, por la competencia y la estandarización, por la
exacerbación del éxito individual en detrimento de lo público, en un
contexto donde impera “la ley del más fuerte”.
Votar por el SÍ es refrendar nuestra decisión de
construir una Colombia en paz, con respeto a la diferencia, lo cual
exige que la escuela sea transformada de manera estructural,
promoviendo una resignificación de la identidad del docente, que lo
rescate como intelectual autónomo, líder, promotor, capaz de producir
ideas, generar sueños, invitar a desafíos. Se trata de convertir a la
escuela en dinamizadora del cambio y de la transformación social que
Colombia necesita.
Refrendar con un SÍ rotundo los acuerdos de La Habana,
contribuirá a profundizar el compromiso social de la escuela con las
problemáticas que habitan en el contexto local, regional y nacional. Una
escuela que tendrá seguramente más preguntas que respuestas, pero
que, mediante el diálogo, contribuirá activamente a construir la
necesaria confianza, credibilidad, anhelo y deseo, por el cual, la paz,
la equidad, la reconciliación, la reparación y no repetición, el respeto
por el campo y la participación política, se convertirán en el
horizonte de acción que guiará la construcción de nuestro futuro.
Proyectar el cambio sin transformar la actual realidad escolar, es pretender “tirarle piedras a la luna”.
En nuestras manos esta que nuestras próximas generaciones reconozcan el
esfuerzo por evitar esta guerra fratricida que, en las seis últimas
décadas, ha llenado de sangre, rencor, odio, resentimiento, tristeza,
amargura a cerca de ocho millones de colombianos y ha cubierto el
territorio nacional con un manto de indiferencia, oprobio, olvido y
desencanto.
No le neguemos a los hijos de nuestros hijos, la oportunidad de vivir en paz.