Grupo de Trabajo CLACSO Estudios sobre Estados Unidos Boletín Estados Unidos: Miradas críticas desde Nuestra América Año 4 – Número #7 La Cumbre de las Américas de Los Ángeles: entre las exclusiones y las resistencias Julio 2022
Índice
Presentación. La Cumbre de las Américas de Los Ángeles: entre las exclusiones y las resistencias Leandro Morgenfeld
La Crisis de la Cumbre. Estados Unidos y la lógica doméstica de su política exterior Valeria L. Carbone
Estados Unidos – América Latina. Dominación imperialista y Cumbre de la ilegitimidad Jorge Hernández Martínez
Nuestra América frente a Estados Unidos luego del traspié de Biden en Los Ángeles Leandro Morgenfeld
Biden versus CubaContradictoria política migratoria y Cumbre de las exclusiones Luis René Fernández Tabio
Salud, energías limpias, transformación digital y gobernabilidad democrática. Cuatro temas a debate en la Cumbre de las Américas. Visiones desde Cuba y proyecciones de EEUU Lil María Pichs Hernández
As Estratégias do imperialismo dos Estados Unidos na Transição para um Mundo Multipolar Carlos Eduardo Martins
¿Cuál es la orientación de la
política exterior argentina? ¿Qué tensiones existen al interior del
Frente de Todos sobre la inserción internacional y las relaciones con el
FMI? ¿Qué rol puede jugar en el actual escenario latinoamericano?
En junio y julio el presidente argentino subió la apuesta
internacional. Al frente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC), fue protagonista en la Cumbre de las Américas de los
Ángeles, luego participó en la Cumbre presidencial del grupo BRICS
-solicitó la incorporación de la Argentina como miembro pleno- y en la
del G7 en Alemania, donde mantuvo una tensa reunión con Boris Johnson.
Además, concretó una conversación virtual con el presidente de Ucrania,
viajará a Asunción a la Cumbre del Mercosur y el 25 de julio tendrá su
esperada bilateral con Joe Biden en la Casa Blanca.
Para entender la inserción internacional y la política exterior
argentina es necesario, en primer lugar, realizar un diagnóstico
adecuado de la situación mundial. La pandemia aceleró el proceso de
transformaciones geopolíticas que se iniciaron a principios de este
siglo y se potenciaron a partir del crack de 2008, entre las que se destacan la crisis de la hegemonía estadounidense,
el ascenso de Asia-Pacífico en general y China en particular, el
debilitamiento de las instituciones multilaterales creadas luego de la
Segunda Guerra y la agudización de las tensiones y desequilibrios
económicos, financieros, monetarios, políticos, militares, tecnológicos,
migratorios y medioambientales. Asistimos a una profunda transición en
la estructura del poder global, en la que lo viejo no termina de morir y
lo nuevo, un mundo más multipolar, todavía es incipiente. Por eso lo
que prima actualmente es más bien el desorden mundial. La actual guerra
en Ucrania, parte de la llamada Guerra Mundial Híbrida y Fragmentaria, no hizo sino acelerar las contradicciones y los cambios que venían produciéndose en los últimos años.
A nivel continental, en junio se realizó la IX Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, signada por la polémica,
a partir de que el gobierno de Biden, el anfitrión, decidió excluir a
Cuba, Venezuela y Nicaragua, lo que provocó la reacción de distintos
presidentes latinoamericanos, muchos de los cuales finalmente no
viajaron a EE.UU., para no convalidar esa política imperial e
injerencista. Ante el portazo de 12 de los 35 mandatarios de la región,
la asistencia de Alberto Fernández cobraba especial relevancia. Si se
unía a Andrés Manuel López Obrador, Luis Arce y Xiomara Castro, quienes
cumplieron su palabra y no participaron, el golpe a la Cumbre hubiera
sido letal. En los días previos, el presidente argentino subió el tono
de las críticas a Washington. Sin embargo, tras el llamado telefónico de
Biden y la promesa de una visita a la Casa Blanca el próximo 25 de
julio, anunció que asistiría, rompiendo en los hechos la sintonía
diplomática que se venía cultivando con México desde la formación del
Grupo de Puebla.
Si bien viajó a Los Ángeles, el tono del discurso de Fernández, como
presidente pro témpore de la CELAC, fue extremadamente duro. Señaló que
el país anfitrión no podía ejercer el derecho de admisión, pidió
reemplazar a Luis Almagro en la Organización de Estados Americanos
(OEA), por su apoyo al golpe de estado contra Evo Morales, y propuso que
la dirección del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) volviera a
manos de un latinoamericano. También planteó el reclamo por la soberanía
de Malvinas: criticó que el logo de las Cumbre no las incluyera.
Además, invitó a Biden a la Cumbre de la CELAC, que se realizará el 1 de
diciembre en la Argentina, dando a entender que es necesario articular
regionalmente para desde allí plantear en forma unificada un diálogo o
negociación con EE.UU.
Las múltiples ausencias, más los discursos críticos -especialmente el
del canciller mexicano-, el escrache contra el golpista Luis Almagro
-repudiado como “asesino”, “mentiroso” y “títere de Washington”-, la
contra Cumbre de los Pueblos y la movilización callejera para repudiar
las exclusiones, mostraron en Los Ángeles que EE.UU. ya no puede imponer su voluntad
como antes. El problema es que tampoco se pudo desplegar en esa
oportunidad una estrategia regional conjunta y recuperar la iniciativa.
Veremos si en la reunión de la CELAC, ya con Gustavo Petro como nuevo
presidente de Colombia y probablemente con Lula electo en Brasil, se
reimpulsa el proyecto de la Patria Grande.
***
Justo antes de viajar a Alemania a la reunión del G7, Alberto,
invitado por Xi Jinping, participó el viernes 24 de junio en forma
virtual de la XIV Cumbre de Jefes de Estado del grupo BRICS, que
integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, en la que planteó la
aspiración de la Argentina de ser incorporada como “miembro pleno” -unos
días más tarde, el 7 de julio, el canciller chino le confirmó en
Indonesia a Santiago Cafiero el apoyo
del gigante asiático a la incorporación-. El presidente sostuvo que “ni
el trigo ni los alimentos pueden convertirse en un arma de guerra” e
hizo un llamado a “la paz urgente” porque “es urgente hacer un mundo más
igualitario”.
Sumarse a ese grupo, que ya representa al 42% de la población mundial
y al 24% del producto bruto global implicaría un significativo cambio
en la inserción internacional y en la ubicación argentina en el tablero
geopolítico mundial. Sobre las aspiraciones de integrarse a este
espacio, que se plantea como una alternativa al G7, Fernández sostuvo:
“Nos entusiasma la perspectiva de coordinar políticas que potencien la
agenda de los países del Sur global. (…) Los BRICS constituyen una
plataforma con enormes capacidades para discutir e implementar una
agenda de futuro que nos lleve hacia un tiempo mejor y más justo”.
Pocas horas más tarde, el mandatario argentino voló hacia Europa. En
la cumbre del G7, cuyo tema central fue la guerra en Ucrania, intentó un
delicado equilibrio entre lo que pretendían sus anfitriones y la
necesidad de no tensar el vínculo con Moscú. Además, en Alemania tuvo
algunas reuniones bilaterales importantes, entre la que se destacó la
que mantuvo con Boris Johnson, marcada por el áspero debate por
Malvinas. Como señala
Claudio Mardones, “el paso de Fernández por el G7 fue fugaz, pero
alcanzó para una bilateral con el inglés Boris Johnson, al que le
enrostró el reclamo de soberanía de Malvinas. En materia económica el
saldo fue el esperado, porque toda la comitiva, pero especialmente
Fernández, recibieron consultas de los países europeos sobre la
capacidad argentina para proveerles energía con el objetivo de sustituir
la dependencia de Rusia. El tema tampoco fue ajeno para Biden, que
volverá a hablar del tema el próximo 25 de julio, en la bilateral que
mantendrán en el Salón Oval”.
Apenas volvió de Europa, Alberto concretó una comunicación telefónica
de poco más de media hora con el presidente de Ucrania, Volodimir
Zelenski, quien había pedido este gesto del presidente argentino en su
participación virtual en la Cumbre del G7. La aproximación a las
posiciones de EE.UU. fue festejada justamente el día anterior, en el
Palacio Bosch, sede del embajador norteamericano, en la fiesta por los
246 años de la independencia de ese país, en la que Marc Stanley recibió
la visita de Juan Manzur, en representación del gobierno nacional.
***
Esta suerte de delicado equilibrio, o zigzagueo diplomático
argentino, que a veces parece contradictorio e incoherente, responde a
varios factores. En materia internacional, y a diferencia del erróneo y sesgado análisis
que caracterizó al gobierno de Macri, hay una correcta lectura de los
cambios geopolíticos a nivel global, que explican la estrategia de
diversificar los vínculos exteriores, sin alinearse acríticamente con
EE.UU. y Europa. En materia interna, responde a dos cuestiones básicas.
En primer lugar, a la necesidad de renegociar el acuerdo con el FMI que
impulsó Martín Guzmán, dado que no van a poder cumplirse las metas
pactadas. Para ello, se requiere el aval de Washington, y en esa
dirección apuntarán las gestiones de Alberto en su visita a la Casa
Blanca. En segundo lugar, a las diferencias notorias en el Frente de
Todos. No solamente respecto al acuerdo que selló con el Fondo al ahora
ex ministro de Economía -y, en consecuencia, al plan económico, con más
ajuste-, sino también a la política exterior. Existe una línea más
vinculada al establishment demócrata estadounidense, que encarnan el
secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, -quien estaría
trabando el financiamiento chino de Atucha III por pedido de EE.UU.- y
el embajador Jorge Argüello -gestor de la inminente reunión con Biden-, y
una línea más autonomista, que se referencia en Carlos Raimundi,
representante ante la OEA, el embajador en Moscú, Eduardo Zuain, el
vicecanciller Pablo Tettamanti y la ex embajadora Alicia Castro, entre
otros/as.
Como en otros órdenes de su gobierno, Alberto Fernández emite señales
contradictorias en materia de política exterior. El encuentro con Biden
en Washington será una buena oportunidad para vislumbrar hacia dónde se
encamina la política exterior del Frente de Todos. Si hacia una línea
moderada, que busque congraciarse con la Administración demócrata y
aplicar el ajuste que exige el Fondo, o bien avanzar a la necesaria
unidad latinoamericana, para concretar proyectos que permitan colocar a
América Latina en otro lugar, fundamentalmente en función de encarar
reformas que permitan un desarrollo más autónomo y una mejor
distribución del ingreso.
Alberto tiene una retórica latinoamericanista y a favor de un mundo
más multipolar. Pero, como ocurre con algunos de sus pares regionales,
tiende a moderarse cada vez más y tampoco en materia de política
exterior avanza más allá del plano discursivo. Como advierte
con preocupación Massimo Modonesi, “los progresismos latinoamericanos
han terminado de normalizarse, asimilarse y adecuarse al orden
existente, defendiéndolo de las embestidas que, más por derecha que por
izquierda, lo están amenazando”. A eso hay que sumarle la ofensiva de
los gobiernos derechistas contra cualquier iniciativa regional. Esta
semana, por ejemplo, se conoció que el uruguayo Luis Lacalle Pou
avanzará en un acuerdo de libre comercio con China, dándole la espalda
al Mercosur, mientras que Jair Bolsonaro anunció que no asistirá a la
primera cumbre presidencial pospandemia de este organismo, que se
realizará en Asunción.
***
Dado los enormes desafíos que enfrentan los países de la región,
sumidos en una crisis económica y social alarmante, es necesario avanzar
en forma urgente en proyectos concretos que mejoren las condiciones de
vida de sus pueblos. El declive de EE.UU. y la crisis del orden mundial
que condujo desde la segunda posguerra es una oportunidad para nuestra
región. Como declaró
Evo Morales el 12 de julio, durante su visita a la Argentina, “Estados
Unidos ya no tiene la hegemonía en Latinoamérica. Ya no es una potencia
económica, a lo sumo puede ser potencia militar. (…) Estados Unidos sólo
vive de guerra. Esa doctrina inmoral, la doctrina Monroe de ‘América
para los americanos’ va terminándose. Nosotros en cambio hemos propuesto
‘América Plurinación de los pueblos para los pueblos’”.
Hay que tener cuidado porque el imperio puede volverse más agresivo ante su creciente debilidad económica. Las recientes declaraciones
del ex asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, reconociendo su
participación en la preparación de golpes de Estado en otros países,
ponen de manifiesto que la doctrina Monroe sigue vigente. Contra los que
niegan la vigencia del imperialismo, la realidad es que EE.UU. sigue
apostando por los “cambios de régimen” y los golpes de Estado de nuevo
tipo, como lo intentaron en Venezuela en 2019 y lo concretaron en
Bolivia ese mismo año.
Como presidente pro témpore de la CELAC, y en vistas de la Cumbre que
organizará la Argentina en poco más de cuatro meses, es el momento de
avanzar con la concreción de algunas iniciativas que se esbozaron en los
últimos tiempos: discutir conjuntamente las condiciones para la
explotación de sus estratégicos recursos naturales (la OPEP del litio,
junto a una empresa estatal latinoamericana para explotarlo, algo de lo
que habló Evo estos días en Buenos Aires), avanzar hacia una moneda
común (una propuesta que Lula recuperó hace algunas semanas), plantear
una investigación y una moratoria conjunta de la deuda externa (es
decir, abandonar la rendición ante el FMI), avanzar hacia una política
sanitaria soberana y empezar a negociar articuladamente, en el marco de
la CELAC, con actores como EE.UU., la Unión Europea y China.
Si Nuestra América no recupera rápidamente el camino de la
integración, se seguirán profundizando las asimetrías, internas y
externas. No hay que olvidar que sigue siendo la región más desigual del
mundo. Los cambios cosméticos no alcanzan. El proyecto emancipador no
puede tener una escala meramente nacional. Hay que avanzar en la
construcción de la Patria Grande. Argentina, si abandona la línea
errática de su política exterior, tiene un rol clave que jugar en ese
estratégico y urgente proyecto continental.
Leandro Morgenfeld es profesor regular de la UBA,
Investigador Independiente CONICET y co-coordinador del GT CLACSO
Estudios sobre Estados Unidos. También es compilador de El legado de
Trump en un mundo en crisis (SigloXXI, 2021) y dirige el sitio www.vecinosenconflicto.com
Los
dichos del exasesor de EEUU John Bolton sobre su participación en
golpes de Estado lo confirman como uno de los exponentes más claros de
la Doctrina Monroe, dijo a Sputnik el historiador argentino Leandro
Morgenfeld. El experto recordó que, además de Venezuela, pesan sobre los
hombros de Bolton acciones en Honduras, Paraguay, Brasil y Bolivia.
Las confesiones del exasesor de Seguridad de EEUU, John Bolton,
sobre sus participaciones en golpes de Estado en otros países "no
sorprenden" pero sí ratifican que señalar el imperialismo estadounidense
"no es anacrónico", dijo a Sputnik el historiador argentino Leandro
Morgenfeld, especializado en las relaciones entre EEUU y América Latina a lo largo de los años.
"Bolton es uno de los halcones de la clase dominante de EEUU
y durante muchísimas décadas fue uno de los ideólogos del
intervencionismo en distintas partes del mundo", consignó Morgenfeld,
recordando que uno de sus últimos cargos fue ser asesor del expresidente
Donald Trump (2016-2020) en materia de Seguridad Nacional.
Una de las caras más recientes de Bolton es la de haber sido, apuntó el historiador, "el ideólogo de la política de 'cambio de régimen' en Venezuela,
reconociendo a Juan Guaidó como presidente encargado". También es el
rostro del intento de desestabilización contra el Gobierno de Nicolás
Maduro de 2019, cuando "con la excusa de la ayuda humanitaria se buscó
provocar una intervención desde Colombia, generando una crisis cuasi
militar".
Pero
el currículum de Bolton es extenso. Morgenfeld recordó que el exasesor
"ocupó distintos cargos y tuvo un rol importante en los décadas de 1980 y
1990, de la mano de Ronald Reagan (1981-1989)" , aunque décadas después
también "fue uno de los mentores de las intervenciones de EEUU en Irak,
en Afganistán y en Libia".
La "tradición" belicista de Bolton lo llevó, incluso, a discrepar con Trump, que finalmente lo apartó del Gobierno en septiembre de 2019.
"Cuando lo echó, Trump dijo que Bolton lo quería impulsar a intervenir
en varias guerras, lo empujaba a una creciente hostilidad y llegó a
decir que había que bombardear Irán, lo que habría provocado una escalada de consecuencias imprevisibles en Oriente Medio", analizó el historiador.
Desde
su rol de historiador especializado en las relaciones internacionales
de EEUU, Morgenfeld aclaró que la influencia de Washington en golpes de
Estado en varios países del mundo y especialmente en América Latina es
algo que está "hartamente documentado". Esas operaciones marcaron el
siglo XX en países como Nicaragua, República Dominicana, Panamá y los golpes de Estado de países como Chile, Argentina, Uruguay o Brasil pero también se continuaron en el siglo XXI.
El historiador argentino mencionó que EEUU intervino "promoviendo golpes de Estado de nuevo tipo" como los que apartaron al presidente de Honduras, Manuel Zelaya, en 2009,
al presidente de Paraguay, Fernando Lugo, en 2012, a la brasileña
Dilma Rousseff en 2016 y a Evo Morales del Gobierno de Bolivia en 2019.
Para Morgenfeld "no es nada sorprendente que Bolton tenga el cinismo o la sensación de impunidad para reconocer que planeó y tramó un golpe de Estado".
De hecho, el historiador remarcó que los dichos de Bolton "generarían un escándalo político en cualquier otro país".
"Debería
ser citado por el Congreso para que rinda cuentas de esas
declaraciones, debería citarlo la Justicia, pero sabemos que nada de eso
va a ocurrir", previó el analista.
Según
Morgenfeld, lo dicho por Bolton ya es conocido por "cualquiera que haya
estudiado con seriedad la historia y la actualidad de las relaciones
entre EEUU y América Latina". Sin embargo, el momento de sinceridad del
exasesor de Trump puede ser útil para "poner en negro sobre blanco" la
postura de EEUU frente a "aquellos que dicen que es anacrónico hablar de
imperialismo, que dicen que se exagera la influencia de EEUU en la región".
El
historiador remarcó que Washington continúa intentando influenciar a
los países latinoamericanos desde lo económico pero también desde la penetración en los organismos de seguridad
y las organizaciones no gubernamentales. En ese plan, tampoco ha dejado
de lado "la vieja usanza" de golpes o incluso promoviendo el lawfare contra dirigentes políticos cuyas políticas no se alinean a sus intereses.
"Este
reconocimiento de Bolton, que lo puede decir en una cadena como la CNN
sin que le repregunten demasiado y sin generar escándalo en EEUU, pone
en negro sobre blanco cuál es la forma de operar de EEUU en el resto del
mundo y, sobre todo, en lo que ellos llaman su 'patio trasero'",
sintetizó.
Para Morgenfeld, Bolton es, indudablemente, uno de los exponentes más explícitos de que la Doctrina Monrone, nacida en 1823 bajo el lema 'América para los americanos', sigue guiando la relación entre Washington y América Latina.
"Bolton
es una de las expresiones de esa política agresiva, injerencista, de no
respeto a la autodeterminación de los pueblos de América Latina",
sintetizó.
Estimados/as Colegas de Universidades e Instituciones Académicas
Nos
comunicamos con ustedes para compartirles el programa definitivo de las
Jornadas Académicas de Investigación y Reflexión sobre Malvinas - 40 años
Con
35 Paneles Temáticos, 100 expositores y Conferencias Especiales, el
evento se llevará a cabo de forma virtual los días 5, 6, 7 y 8 de julio
de 9 a 20 hs.
El acceso es libre pero requiere inscripción previa.
La ceremonia de apertura estará a cargo del Embajador Guillermo Carmona, secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería Argentina y autoridades nacionales y universitarias.
Acto seguido, se realizará un homenaje al profesor Uriel Elrich, autor del libro “Malvinas: soberanía y vida cotidiana”.
A continuación, brindará la Conferencia Inaugural el Dr. Jorge Battaglino, Rector de la Universidad Nacional de la Defensa.
Finalmente,
la ceremonia de clausura tendrá como oradora a la Dra. Lourdes Puente
Olivera, directora de la Escuela de Política y Gobierno de la
Universidad Católica Argentina.