domingo, 30 de diciembre de 2012

Washington paralizado al borde del abismo fiscal


No sale humo blanco del Congreso sobre cómo evitar el "precipicio fiscal"
"Circo", "ridiculez", "vergüenza", "herida autoinfligida", "drama innecesario". Esos son algunos de los calificativos pronunciados por presentadores y analistas en los espacios de opinión típicos del domingo en la televisión estadounidense al analizar las negociaciones para esquivar el llamado "precipicio fiscal"
Mientras tanto, en el capitolio en Washington los legisladores republicanos y demócratas buscaban un acuerdo de última hora para evitar que el país sufra a partir del primer día de 2013 el recorte automático del gasto público y un aumento de impuestos que algunos aseguran que llevará a la economía a una nueva recesión.
Normalmente un 30 de diciembre, la fría capital de EE.UU. se llena de turistas pero se vacía de políticos que van a sus lugares de origen a pasar las fiestas de fin de año con sus familiares (y de alguna manera, con sus electores).
Pero este ha sido un fin de año distinto, de trabajo, con la urgencia de resolver un problema que viene en gestación desde hace una década y que entró en la recta final el año pasado, cuando los que hoy se afanan en arreglarlo le pusieron fecha fija.
Por eso muchos se preguntan dentro y fuera de EE.UU. por qué se ha esperado hasta último minuto para solucionarlo y sobre todo, por qué no terminan de ponerse de acuerdo, sobre todo si desde hace año y medio sabían que este momento llegaría.

Veremos el año que viene

Es un guión que se está haciendo ya conocido en Washington y para algunos refleja un perverso juego político en el que no se logran grandes acuerdos sino soluciones parciales.

Dialogo infructuoso

congresistas en negociaciones en capitolio de Washington

Las diferencias a la hora del acuerdo radican en la negativa de los republicanos en aumentar algunos impuestos y en la de los demócratas a reducir los aportes a programas de seguridad social.

Mientras el presidente Obama propone subir impuestos a los que ganan más de US$ 250.000 al año, el liderazgo republicano consideró en días pasados poner el límite en un millón de dólares.

Pero la iniciativa no fue secundada por los propios republicanos que rechazan por principio aumentar impuestos, aunque existe el riesgo de que todos los ciudadanos empiecen a pagar más tasas en 2013.

Hacia la noche del domingo se hablaba de “impasse” y el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, reconoció que no tenía nuevas propuestas que hacer a los republicanos.

El plazo para el acuerdo vence la medianoche del 31 de diciembre.
En 2011 se vivió algo muy similar cuando se trataba de aumentar lo que se llamaba el "techo de la deuda".
A mediados de aquel año el gobierno estadounidense llegó al límite del endeudamiento que el Congreso le autoriza y por ende no podía pedir nuevos préstamos, ni eventualmente podría pagar los que ya contratados.
Lo que años atrás era un formalismo parlamentario, esta vez se convirtió en un pulso ideológico, ya que la ortodoxia fiscal republicana quería detener el ritmo de endeudamiento, agravado bajo el gobierno de Obama por los planes de recuperación de la economía.
El mundo fue testigo en aquellos días de la aparente incapacidad de demócratas y republicanos de ponerse de acuerdo en principios básicos para la salud económica de su país, e incluso una agencia evaluadora de riesgos, Standard and Poors, tomó la audaz decisión de rebajar la tradicional clasificación TripleA a la principal economía del planeta.
Finalmente el techo se subió y el Tesoro estadounidense no entró en la temida cesación de pagos que habría terminado arrastrando a la debilitada economía global.
Sin embargo, fue una solución temporal condicionada a una serie de severos recortes de gasto público en programas sociales y de defensa, que además coincidiría con el vencimiento de la extensión de las exenciones impositivas que decretó el presidente George W. Bush.

¿Qué pasa en Washington?

Esa es la pregunta que repiten en los últimos días los periodistas -particularmente los que dicen interpretar el sentido de la ciudadanía- al constatar que año y medio después los estadounidenses están de regreso en el mismo punto y en el mismo bloqueo.
Se suponía que lo pactado durante la crisis del techo de la deuda serviría de incentivo para que los congresistas se pusieran de acuerdo en un plan para reducir el déficit, ya que mientras unos no querían tocar los gastos militares otros aspiraban mantener la inversión social.
Barack Obama, presidente EEUU
Obama pidió a los congresistas evitar aumentar impuestos a a clase media.
Sin embargo, 2012 no lucía como un año propicio para las decisiones bipartidistas, al menos no antes de las elecciones de noviembre, en las que Barack Obama obtuvo la reelección.
Pero esas elecciones también dejaron una nueva composición en el Congreso. Y aunque se mantuvieron las mayorías republicanas en representantes y la demócrata en senadores, nuevos parlamentarios entraron a escena. O están por hacerlo.
Es lo que se llama en lenguaje político anglosajón un Congreso "lame duck" (pato herido o inútil) que no se siente en capacidad de tomar decisiones que puedan comprometer a la venidera legislatura.
Mientras la negociación política sigue paralizada, el techo de la deuda vuelve a acercarse. El Departamento del Tesoro dijo haber tomado "medidas extraordinarias" para estirar los recursos hasta principios del 2013.
Le tocará al nuevo Congreso lidiar este nuevo pulso político, aunque quizá la experiencia de los últimos dos años los lleve a un arreglo más expedito y con menos drama.

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