miércoles, 15 de agosto de 2012

Hoy recibimos la visita número 40.000!


Llegamos a las 40.000 visitas únicas. Algo que parecía imposible hace un año y medio, cuando iniciamos este blog sobre la relación entre EEUU, Argentina y los demás países americanos. Muchas gracias por los comentarios y por ayudar a la difunsión! 
A continuación, el adelanto de un fragmento de la Introducción de mi próximo libro, que saldrá en octubre, editado por Capital Intelectual:


Argentina-Estados Unidos
Dos siglos de tensión
 

¿Carnales? ¿tumultuosas? ¿maduras?¿conflictivas? ¿intensas? ¿distantes? A lo largo de la historia, protagonistas y analistas caracterizaron de las más diversas formas al vínculo bilateral. Argentina y Estados Unidos comparten un pasado común: fueron colonias. La independencia lograda por las posesiones inglesas en Norteamérica en 1776 fue un faro para los revolucionarios del Río de la Plata. Sin embargo, ese origen compartido no se tradujo en una relación estrecha entre Washington y Buenos Aires. Ni en una esperable solidaridad durante las luchas anti-coloniales. La Casa Blanca demoró el reconocimiento de las independencias latinoamericanas y tempranamente, en 1823, planteó la doctrina Monroe, fuente de esperanzas, recelos y equívocos al sur del Río Bravo. La creencia en el Destino Manifiesto y un temprano expansionismo anexionista fueron convirtiendo a Estados Unidos en una potencia continental primero y mundial después. El apetito por ampliar su territorio a costa de guerras y conquistas y consolidar lo que consideraban su "patio trasero" produjo un divorcio con las clases dirigentes latinoamericanas, temerosas pero a la vez crecientemente dependientes del gigante del norte. Argentina, desde sus orígenes, miró más hacia Londres y París que hacia New York o Washington. La clase dominante criolla, europeísta, fue tejiendo lazos económicos, políticos, sociales y culturales con el Viejo Continente. (...)
            El estallido del 2001, en el marco de un movimiento popular que se vio replicado en buena parte de América Latina, obligó a repensar, también, el vínculo bilateral. El proyecto estadounidense del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), que parecía inexorable, fue finalmente derrotado hacia 2005, en Mar del Plata. En el nuevo contexto político y social regional emergió, con límites y contradicciones, un inédito horizonte de integración latinoamericana, por fuera del mandato de Washington. La Casa Blanca, en consecuencia, debió soportar resistencias en la región, incluyendo las de la Casa Rosada, con la que tuvo un vínculo ambivalente en la primera década del siglo XXI. ¿Existen posibilidades de una nueva relación Argentina-Estados Unidos? ¿Otra América es posible? ¿Se puede abandonar la concepción del realismo periférico? ¿Hay condiciones para que el horizonte de la integración apunte a América, en vez de Estados Unidos, Europa o Asia? ¿Es momento de (re)pensar la relación bilateral con parámetros distintos a los que se la abordó hasta ahora?
            El presente libro es una invitación a abordar estos interrogantes, recorriendo dos siglos de conflictivas relaciones entre Argentina y Estados Unidos y sintetizando investigaciones que venimos realizando desde hace una década. Nos interesa comprender el carácter de la relación entre un país que, a pesar de su pasado colonial, desarrolló el capitalismo hasta constituirse en una potencia imperial y otro que se incorporó tardíamente a la economía mundial, como país dependiente. (...)



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