viernes, 4 de noviembre de 2011

Una cita llena de interrogantes


Antes de la reunión de Cristina con Obama

Una cita llena de interrogantes

Tiempo Argentino. Publicado el 4 de Noviembre de 2011
Las relaciones entre los Estados Unidos y la Argentina fueron históricamente más conflictivas que cooperativas, excepto durante las presidencias de Onganía y Menem. El gigante del norte actualmente está inmerso en una crisis inédita y muestra síntomas de una relativa debilidad en su ‘patrio trasero’.
Los países centrales tiemblan al ritmo de la mayor crisis económica de las últimas décadas. En ese contexto, en la paradisíaca ciudad balnearia de Cannes, el G-20 intenta avanzar en un plan para evitar la profundización de la crisis iniciada hace tres años, que ya afecta seriamente a la tríada: Estados Unidos-Europa-Japón. Grecia tambalea antes de someter a votación popular el último programa de ajuste para evitar el inminente default, Italia y España intentan sortear el “efecto dominó” y Europa salvar el euro, Estados Unidos mantener su hegemonía mundial y China erigirse en el nuevo centro de poder mundial. En medio de este tsunami económico y político, se producirá el esperado encuentro bilateral entre Obama y Cristina. La reunión bilateral se realizará inmediatamente después de finalizada la cumbre. Es la segunda que tendrán a solas, luego de la que mantuvieron el 13 abril de 2010, en el marco de una cumbre sobre seguridad nuclear que se realizó en Washington. En esa oportunidad, CFK se refirió al entonces inminente canje de la deuda, mientras que Obama destacó el rol que la Argentina tenía en materia de no proliferación nuclear.
En los últimos 12 meses, la relación bilateral, históricamente conflictiva, volvió a estar en el ojo de la tormenta. Los cables estadounidenses referidos a Argentina, filtrados por WikiLeaks, fueron develando diversos aspectos ríspidos de la relación bilateral, que generaron incomodidades tanto al Departamento de Estado (la actual embajadora en Buenos Aires, Vilma Martínez, estaba involucrada en varios de ellos) como al propio gobierno nacional, que se abstuvo de hacer referencia a los mismos. Tras el cimbronazo que implicó la aparición de los primeros cables, a fines de 2010, la relación bilateral pareció volver a tensarse en las primeras semanas de este año. Primero, cuando se conoció que Obama, en el marco de su gira presidencial por América del Sur en el mes de marzo, no visitaría la Argentina (circunscribió su estadía a Brasil, Chile y El Salvador). Luego, cuando estalló el escándalo del avión estadounidense requisado por la aduana argentina, al intentar ingresar material no declarado. En septiembre, diversos grupos de presión lograron que la Secretaría del Tesoro anunciara que Estados Unidos votaría en contra de que el BID y el Banco Mundial otorgaran nuevos créditos a la Argentina. La relación bilateral parecía volver a enfriarse.
Sin embargo, hace menos de dos semanas, y tras el triunfo electoral de CFK, aparecieron diversas señales, de uno y otro lado, para profundizar el vínculo entre la Casa Rosada y la Casa Blanca. Hillary Clinton llamó personalmente a CFK para felicitarla por su reelección y la presidenta recibió a Vilma Martínez en la Casa Rosada (y anunciaron un programa conjunto con la NASA). En ese marco, el gobierno de Washington solicitó una cita y se anunció el ansiado encuentro bilateral.
¿Qué llevó a la Casa Blanca a buscar un acercamiento hacia la Argentina? En general, en los análisis se citan cuestiones específicas: Obama va a ejercer presión para que la Argentina pague a los acreedores que no entraron al canje de deuda (“fondos buitres”), para que pague lo antes posible los 7000 millones de dólares que adeuda al Club de París, para que acate los fallos del CIADI (que benefician a empresas estadounidenses) y para que se acoja al artículo 4 de la carta orgánica del FMI (Argentina se resiste a recibir la visita anual del Fondo para evaluar su economía).
Lo que no se suele tener demasiado en cuenta son los intereses geoestratégicos por los cuales Estados Unidos quiere acercarse al gobierno argentino. En primer lugar, para aislar a los procesos más radicales que se desarrollan en Sudamérica, como los de Venezuela, Ecuador y Bolivia (en diversos cables filtrados por WikiLeaks se registran gestiones del Departamento de Estado ante el gobierno argentino para que interceda frente a Chávez o Evo Morales en conflictos particulares). En segundo lugar, para continuar con su política de satanización y aislamiento diplomático del régimen iraní. Washington quiere que Argentina endurezca su posición frente a Ahmadineyad (a diferencia de lo que hacen Brasil, Venezuela y Bolivia, que se reunieron con él y profundizaron su vínculo bilateral). En tercer lugar, el Pentágono busca retomar las operaciones militares en territorio argentino. Esta semana se aprobaría en el Congreso Nacional la reanudación de operativos conjuntos de las fuerzas armadas como el denominado “Gringo Gaucho”, que implica la participación de portaaviones estadounidenses en aguas nacionales. En cuarto lugar, es fundamental para Estados Unidos, para mantener el control en la región, evitar la profundización de la Unasur o la CELAC, es decir de una integración latinoamericana fuera de su órbita y su mando (en los últimos años, la OEA fue perdiendo gravitación, frente a estas nuevas instancias diplomáticas). Al mismo tiempo, la política de acercamiento hacia el gobierno kirchnerista le permitiría  sumar un virtual aliado, clave para recuperar parte del prestigio que Washington perdió en la América Latina a partir del golpe en Honduras, de mantener el bloqueo a Cuba, la base de Guantánamo y la IV Flota del Comando Sur, reinstaurada por Bush en 2008.
 
 
 

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