Hace exactamente 50 años, Estados Unidos presionó fuertemente a todos los gobiernos latinoamericanos reticentes a aislar a Cuba. Esperaba la Casa Blanca que todos los países votaran, el 31 de enero de 1962, en Punta del Este, la expulsión de Cuba de la OEA. En ese sentido, además de las promesas de ayuda económica y de los encuentros bilaterales (Frondizi se reunió dos veces con Kennedy en septiembre y diciembre de 1961), se produjo el viaje de Adlai Stevenson, alto funcionario del gobierno estadoundiense, por toda América Latina, para entrevistarse con distintos mandatarios, solicitándoles que rompieran relaciones diplomáticas, culturales y comerciales con el gobierno castrista (a cambio, les prometían ayuda económica y financiamiento). Poco después, diversos gobiernos renuentes a seguir esa línea sufrieron golpes de estado: Quadros en Brasil, Velazco Ibarra en Ecuador y Frondizi en Argentina. El gobierno de Estenssoro, en Bolivia, también enfrentó fuertes presiones, hasta que fue desplazado por los militares en 1964.
En enero de 1962, pocos días antes de la crucial Conferencia de Cancilleres de Punta del Este, la prensa estadounidense presionaba al gobierno argentino para que votara contra Cuba. Véase, por ejemplo, el siguiente editorial del Washington Daily News (17 de enero):
“En Argentina, una creciente corriente de opinión a favor de la ruptura hemisférica de relaciones con Cuba se está reuniendo detrás del canciller Miguel Ángel Cárcano. El principal funcionario de la cancillería que defiende una línea “blanda” hacia Castro es el viceministro Dr. Oscar Camilion. (…) Es de conocimiento público que el Dr. Camilion fue nombrado en documentos cubanos –robados de la Embajada cubana en Buenos Aires el año pasado- como el ‘hombre de Castro en Buenos Aires’. A pesar de que la cancillería argentina rechazó la autenticidad de los mismos, editores de la Asociación Interamericana de Prensa que los examinaron los encontraron genuinos. (…) Todo el plan de recuperación del Presidente Frondizi está basado en la especialmente negociada radicación de capital extranjero –cerca de 2.500 millones de dólares de capital público y privado. Cuando él asumió, en mayo de 1958, Argentina estaba al borde de la bancarrota, debito a la guerra contra el capital privado que el dictador Juan Domingo Perón había emprendido, similar a la que los extremistas de Brasil están desarrollando, con su política de llevarse bien con Castro. La decisión de Frondizi en Punta del Este es inmediata: podrá identificarse allí con una política contraria a las inversiones extranjeras, ‘protegiendo’ a Castro? La pérdida de confianza en el futuro argentino de los inversores del bloque occidental puede destruir todo el progreso que el Sr. Frondizi consiguió hasta el momento”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario