domingo, 6 de noviembre de 2016

Elecciones EEUU: "Una campaña fea, irregular y escandalosa"


MAS DE 40 MILLONES YA VOTARON Y SE ESPERA QUE EL DOBLE LO HAGA EL MARTES; LEVE FAVORITISMO DE HILLARY

Una campaña fea, irregular y escandalosa

Página/12
Según las últimas encuestas, habrá suspenso hasta el final: si bien la ex secretaria de Estado es favorita y mantiene la ventaja que tuvo durante toda la carrera, en un sprint final su adversario logró colocarse dentro del margen de error.

Clinton y Trump, los dos candidatos menos populares de los que se tenga memoria.
 
“La elección más importante de tu vida”, tal como bautizaron los medios locales a los comicios presidenciales de este año en los Estados Unidos, está a solamente 48 horas. Tras una campaña irregular, donde Hillary Clinton (demócrata) y Donald Trump (republicano), los dos candidatos menos populares de los que se tenga memoria, se fueron pasando como una piedra caliente el protagonismo de escándalos mediáticos políticos y legales durante meses, se acerca la definición. Más de 40 millones de personas ya votaron anticipadamente y se espera que aproximadamente el doble lo haga el martes, antes de que se abran las urnas para el recuento. Según las últimas encuestas, habrá suspenso hasta el final: si bien la ex secretaria de Estado es favorita y mantiene la ventaja que tuvo durante toda la carrera, en un sprint final su adversario logró colocarse dentro del margen de error y puede dar un batacazo. A continuación las claves para entender lo que sucederá esta semana cuando el país más poderoso del mundo elija su próximo presidente:

- Los estados clave: Otra vez, cuando se cuenten los sufragios, los ojos del mundo estarán puestos sobre Florida. Ese estado, que hace 16 años le dio la presidencia al republicano George W. Bush por menos de 600 votos, nuevamente aparece como el más parejo en la previa. Hoy los encuestadores coinciden que los dos candidatos están en empate técnico y nadie se anima a arriesgar un ganador. Algo similar sucede en Carolina del Norte, otro distrito con final abierto y cuyo resultado, aunque sea por un puñado de boletas, puede definir la elección. Para Trump, se trata de dos batallas de vida o muerte, electoralmente hablando: una derrota en cualquiera de los dos lo deja virtualmente con las manos vacías. Para Clinton, aunque cuenta con más margen, perder estos distritos encendería una alarma y pondría el resto del escrutinio en máximo suspenso.

- El techo de Trump: Durante toda la campaña, el candidato republicano tuvo un techo de 45 puntos. Pocas encuestas (y ninguna de manera consistente) lo dieron arriba de ese nivel y cada vez que llegó a medir eso, algún escándalo lo hizo rebotar y volver a caer hasta 40 por ciento o menos de intención de voto. Hoy, se encuentra desde hace una semana merodeando nuevamente los 45 y necesita romper ese límite el día de la elección si quiere tener chances de ganar. Una buena performance que levante dos o tres puntos sobre sus pronósticos le permitiría ganar Florida y Carolina del Norte, asegurarse Ohio, Iowa, Arizona y Georgia (donde hoy está arriba, aunque no por mucho) y llevarse uno o dos estados de la “barrera” que hasta ahora protege la ventaja de Clinton.

- La barrera de Clinton: Incluso perdiendo Florida, Ohio, Carolina del Norte y Iowa a los demócratas les alcanzaría para una victoria pírrica en el colegio electoral, gracias a una serie de estados donde tuvieron ventaja en los sondeos durante prácticamente toda la campaña, y que constituyen su barrera ante los embates de Trump. Si Clinton gana Nevada, Colorado, Pennsylvania, New Hampshire, Michigan, Wisconsin, Virginia y New Mexico, será la primera mujer presidente de los Estados Unidos. Si los republicanos logran hacer una brecha en ese muro, el panorama para ella resultará mucho más complicado.

- Indecisos y terceros partidos: Aunque decayó en las últimas semanas (favoreciendo a Trump) la cantidad de gente que aún no decidió su voto o que planea votar por alguna opción fuera de las tradicionales es excepcionalmente alta este año y alcanza, según las encuestas, el 13 por ciento (cuatro veces más que en 2012), agregando un factor más de imprevisibilidad al resultado final. A todo esto se le agrega que la candidatura del independiente Evan McMullin, un ex agente de la CIA mormón que se postula como el salvador de los valores conservadores, mide muy bien en su estado natal, Utah. Si llega a dar la sorpresa y a ganar el distrito, patea el tablero del mapa electoral e incluso, en un escenario muy marginal, aunque posible, podría terminar siendo electo presidente ante un deadlock (o empate) entre los candidatos tradicionales.

- Las encuestas: En el año del Brexit y el No a la Paz en Colombia, los encuestadores están en el ojo de la tormenta. Si bien la cantidad y la calidad de los sondeos en los Estados Unidos son más altos que en la gran mayoría del resto de los países del mundo, las chances de un error generalizado persisten, agravadas por el número de indecisos. Eso abre el escenario a una victoria de Trump, pero también a que Clinton termine teniendo una elección mucho más holgada de lo que dicta la narrativa de la previa. Pase lo que pase, el miércoles el trabajo de las consultoras será escrutado con tanta severidad como el candidato ganador.

- El voto anticipado: Las leyes en la mayoría de los Estados permiten que se vote antes de la fecha de la elección. De hecho, más de 40 millones de personas lo hicieron hasta el viernes pasado, según cifras oficiales. Si bien esos votos no se cuentan hasta después del cierre de las urnas, los datos de participación, analizados en base a registros partidarios y datos demográficos, en algunos estados como Nevada son buenos para Clinton, mientras que en otros, como Carolina del Norte, parecen más favorables a Trump.

- El turnout: En un país donde el voto no es obligatorio, la participación de ciertos grupos demográficos puede definir la elección para un lado u otro. Un alto turnout de negros, latinos y jóvenes sería una gran noticia para los demócratas. Una baja participación de esos sectores agranda las chances de un triunfo republicano, al igual que una mayor cantidad de votos de hombres blancos adultos sin educación completa, el principal apoyo de Trump. En ese sentido, habrá que ver si la ventaja de Clinton en los recursos invertidos en el territorio y en avisos de TV le da los dividendos esperados.

- Las limitaciones al voto: En 2013, la Corte Suprema revirtió un fallo que obligaba a los distritos a consultar con el gobierno federal antes de imponer medidas locales que pudieran dificultar el acceso al voto. Este año, como consecuencia, en 14 estados habrá medidas restrictivas que, de diversas formas, podrían complicar el ejercicio del sufragio. En general los más perjudicados son grupos demográficos como población rural, negros y latinos. En caso de que el resultado sea muy parejo, esto podría estallar en una polémica de alcance nacional.

- El Congreso: Además de la Casa Blanca, en esta elección se decide la composición de ambas cámaras por los próximos dos años. El poder legislativo estuvo controlado por los republicanos en los últimos años, lo que limitó bastante el poder ejecutivo del presidente Barack Obama. Los demócratas necesitan hacer una muy buena elección para recuperar el senado y una extraordinaria para intentar tener mayoría en la cámara baja. Las apuestas en juego son altas, ya que en caso de que Hillary Clinton gane y tenga las dos cámaras en contra, algunos dirigentes republicanos ya amenazaron con hacerle un impeachment por los escándalos de su servidor de emails y de la Fundación que lleva su nombre.

- Las sorpresas: En una campaña plagada de sorpresas, denuncias cruzadas, filtraciones de documentos y operaciones, la posibilidad de una última vuelta de tuerca sobre la hora no puede descartarse, aunque el efecto que pueda tener queda mitigado por los votos ya emitidos. En 2004, por caso, un video de Osama Bin Laden difundido el fin de semana previo a la elección ayudó a que el presidente George W. Bush le gane una batalla pareja a su rival John Kerry. Incluso después de que vote el último ciudadano, todavía hay tiempo para un plot twist: en el sistema indirecto norteamericano los delegados no están obligados por ley a optar por el candidato por el que votó su estado, y en una elección cerrada, uno o más electores “infieles” pueden llegar a dar vuelta la balanza a último momento. No se trata de una especulación forzada: el viernes pasado, uno de los delegados demócratas por el estado de Washington ya anunció que no va a dar su voto a Hillary Clinton.

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