miércoles, 3 de febrero de 2016

El ascenso de Sanders en EEUU

La revolución política de Sanders

Por Juan Manuel Karg (Página/12)

El veterano senador demócrata Bernie Sanders fue la sorpresa del caucus de Iowa, cuando quedó en un empate técnico frente a la maquinaria electoral de Hillary Clinton. Incluso la ex primera dama tuvo que izquierdizar su discurso de reconocimiento de resultados, buscando atraer a un sector más afín a Sanders. ¿Por qué ha logrado un “empate técnico” en la primera interna, con menos recursos y conocimiento público que Clinton? ¿Qué “revolución política” busca en EE.UU.? ¿Cómo sigue ahora la disputa dentro del partido demócrata?
Desde hace algunos meses había asomado como el personaje pintoresco para buena parte de la prensa norteamericana, que igualmente no dejó de fustigarlo por su “discurso socialista”. Sin embargo, sus declaraciones eran (y son) bien contundentes, apuntando en primer lugar a reducir la brecha de desigualdad en los EE.UU. –algo que, tal como muestra Oxfam en su reciente estudio, sucede a escala global– y a generar mejores condiciones de empleo, salud y educación en el país. Por ello Sanders se ganó su lugar en Iowa, quedando a apenas décimas (0,2 por ciento) de Clinton, con un aparato mucho menor. Un dato sirve para ilustrar el repentino crecimiento de Sanders: la encuesta de NBC para Iowa de un año atrás –febrero de 2015– mostraba un categórico 68 por ciento a 7 por ciento a favor de Hillary, con un 25 por ciento restante que había optado entonces por otras opciones o aún no se había decidido.
¿Logró Sanders ese ensanchamiento de su base electoral a través de un programa político más moderado? No. Esto incluso se verificó en su alocución tras conocer los resultados de Iowa. Allí Sanders afirmó que “la revolución política está recién comenzando” para luego prometer “incrementar el salario mínimo a quince dólares la hora, con igualdad para hombres y mujeres”. Luego Sanders puso el dedo en la llaga de las propias campañas electorales en los EE.UU., al decir que “no podemos aceptar un sistema corrupto de financiamiento de campañas”. ¿A qué hacía referencia? A los denominados “SuperPACS”: la actividad desplegada por un conjunto de empresas que condicionan al conjunto de los candidatos (ya sea a los que patrocinan, a través de fuertes condicionamientos por fuertes sumas de dinero, o al resto, que ve aminoradas sus posibilidades de disputar “mano a mano” con aquellos tanques electorales). Por ello Sanders se refirió a los más de 3 y medio de millones de dólares que recibió en los últimos meses de parte de donantes individuales, un record que no se registraba desde la campaña de Obama en 2008.
En tanto, el discurso de Clinton mostró que, a contramano de la hiperconservadora interna republicana, la interna demócrata llevará el debate a temas como la redistribución, la salud y educación pública, el cambio climático y los derechos de las mujeres y migrantes. Este es posiblemente uno de los primeros triunfos de Sanders, más allá del empate técnico de Iowa: impuso su agenda y la del progresismo norteamericano, que además tiene un visto bueno muy extendido en la población joven de los EE.UU. Muestra de ello es el favoritismo de Sanders entre la población de 17 a 44 años: 60 por ciento de los electores demócratas de esa franja etárea apoyaron al veterano senador en Iowa, de acuerdo a la boca de urna presentada por la CNN tras la elección.
“Yo no recibo dinero de grandes bancos ni cobre honorarios de Goldman Sachs por dar charlas” había dicho en el último debate televisado Sanders, en un tiro por elevación a Clinton y sus nexos –más sutiles que los republicanos, claro– con Wall Street. En ese escenario Clinton tuvo que correr su discurso, originalmente más moderado, a temáticas como las que ha propuesto el veterano senador. Lo hizo tanto en el mismo debate –en el cual se mostró particularmente nerviosa, conociendo el ascenso de Sanders en las diversas encuestas– como durante el reconocimiento de resultados en Iowa.
Ahora bien: la interna demócrata recién comienza. La próxima estación será New Hampshire, donde Sanders llega con leve favoritismo. ¿Tomará un nuevo reimpulso el veterano dirigente tras el “empate técnico” de Iowa? Si bien Hillary Clinton intentó construir rápidamente un triunfo, la aparición posterior de Sanders lo mostró decidido a competir de igual a igual en la interna. Allí apareció, sobre la ex primera dama, el fantasma de 2008, cuando Barack Obama le ganó la primera contienda dentro del partido demócrata, arribando poco tiempo después a la Casa Blanca.
¿Podrá Bernie Sanders mantener el nivel de competitividad que mostró en Iowa, aún cuando sus recursos –económicos y también mediáticos– son más limitados que los de Clinton? En esa pregunta reside buena parte de la resolución de la interna demócrata. Si bien New Hampshire puede dar mejores elementos para comprender el escenario global, el “supermartes” del 1º de marzo será el verdadero termómetro para medir si Sanders llegó para hacer historia o no. Allí, más de diez estados en simultáneo celebrarán sus primarias. ¿Logrará Sanders su anhelada “revolución política” en la interna demócrata, para luego llevar aquel viento de cambio a Washington? Resta poco tiempo para saberlo, pero al momento hay una clara certeza: el comienzo en Iowa ha sido verdaderamente prometedor para el veterano dirigente.

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