miércoles, 4 de septiembre de 2013

"Amigos, enemigos o problema". EEUU frente a Brasil y México

Amigos, enemigos o problema

 

Amigos, enemigos o problema

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Brasil y México pidieron oficialmente explicaciones a EEUU por el espionaje directo que la CIA y la NSA ejecutaron sobre las cuentas de internet de Rousseff y Peña Nieto. Según las revelaciones de Snowden, la CIA no sabe cómo tratar con estos países.

Dos de los principales aliados latinoamericanos de los Estados Unidos presentaron ayer una queja formal ante el gobierno de Washington tras la publicación de documentos que revelan nuevos detalles del plan de espionaje norteamericano.
Las cuentas de correo electrónico, mensajes privados y teléfono personal de la presidenta brasilera, Dilma Rousseff, fueron intervenidas por la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA), según reveló el pasado domingo la cadena Globo. La información fue dada a conocer a través del mismo Glenn Greenwald, periodista estadounidense radicado en Río de Janeiro que mantiene enlace permanente con el ex agente de la CIA Edward Snowden y que destapó el caso de las escuchas ilegales hace unos meses a través de su columna en el periodico inglés The Guardian. Según Greenwald, la NSA también mantuvo bajo estrecho control la cuenta de correo electrónico del mandatario mexicano Enrique Peña Nieto y de nueve de sus asesores más cercanos, ya desde cuando éste era candidato a presidente.
Según el documento, que lleva la fecha de junio de 2012, intitulado “Infiltración inteligente de datos, estudio de caso Brasil y México”, la NSA quería “mejorar su comprensión de los métodos de comunicación y de los interlocutores" de Roussefff y sus asesores gracias a un nuevo software capaz de rastrear todos los movimientos de la mandataria en la web. “Está muy claro con estos documentos que el espionaje fue hecho, porque ellos no están discutiendo eso como una cosa que se está planificando, están celebrando el éxito del espionaje”, comentó el mismo Greenwald durante el programa televisivo. Cabe aclarar, que hace apenas unos días, el compañero del periodista norteamericano, David Miranda, fue arrestado en Londres en virtud de la ley antiterrorista inglesa y puesto en libertad tras 9 horas de interrogatorio.
Pero los documentos dados a conocer el domingo revelan datos aún más jugosos. EE.UU. no sabría si calificar como “amigo, enemigo o problema” a una serie de países entre los cuales se destacan Egipto, India, México Brasil y Turquía, y estos últimos dos aparecen en varias fojas tildados como un “riesgo para la estabilidad de la región”. Efectivamente Brasil ya había presentado una queja tras que la información filtrada por Snowden revelara que el país latinoamericano se encontraba en una lista de 16 bases estratégicas a través de las cuales EE.UU. “probó” su sofisticado sistema de espionaje. Si bien no se esperaba que las infiltraciones pudiesen llegar a violar las comunicaciones de la misma presidenta, el entonces canciller brasilero, Antonio Patriota -recientemente desplazado tras el incidente diplomático que siguió la fuga de un ex senador boliviano buscado por corrupción con salvoconducto brasilero- había advertido al vicepresidente norteamericano Joe Biden acerca de la “falta de confianza” que generan este tipo de revelaciones hacia los EE.UU.
Y para hacer las cosas aún más complejas, llegó el domingo esta nueva noticia. A la cual la diplomacia de Brasilia respondió casi de inmediato. Rousseff convocó al embajador de Estados Unidos en el país, Thomas Shannon, a la Cancillería y exigió explicaciones "rápidas y por escrito" al Gobierno de Obama. Lo mismo hizo el gabinete privado de Peña Nieto en el Distrito Federal. El sucesor de Patriota, Luiz Alberto Figueiredo, aseguró en rueda de prensa que la actitud estadounidense “puede atentar contra la soberanía, los derechos individuales e incluso contra los derechos humanos”. La única respuesta que obtuvieron, de manera extraoficial, fue una declaración del secretario de Estado norteamericano John Kerry, quien aseguró que las acciones de su país son “legales” y además “necesarias” para garantizar la seguridad global.
El caso de Brasil es quizás el más emblemático. Rousseff viajará en las próximas horas a San Petersburgo, en Rusia, donde está prevista la enésima cumbre de los países del G20. Allí no faltará ocasión tanto para encontrarse con la delegación de Obama como para tratar el tema de espionaje en las sesiones conjuntas. En base al resultado de esas charlas, Rousseff podría decidir si cancelar o no la visita oficial que debería realizar en Washington el próximo 23 de octubre, la primera de un mandatario brasilero luego del recibimiento de honor organizado en 1995 en la Casa Blanca al entonces presidente Fernando Henrique Cardoso.
La dura reacción de Brasil incluyó una advertencia también al mundo financiero y empresarial. El gobierno anunció que propondrá una serie de leyes para castigar con seriedad, y hasta con el cierre de actividades, a todas aquellas empresas que colaboren con entidades o gobiernos extranjeros que lleven adelante tareas de espionaje e infiltración. El ministro de Comunicaciones, Paulo Bernardo, apuntó contra empresas telefónicas y de servicios de internet, a quienes “les será cancelada de inmediato la licencia” si colaboran con el espionaje. Además, aseguró que el gobierno se encargará de ofrecer servicios de correo electrónico encriptado de manera gratuita a todos los ciudadanos y aprobar una ley que obligue a todas las empresas de internet nacionales o extranjeras a almacenar los datos de sus usuarios registrados en Brasil y no en Estados Unidos como sucede hoy.

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