jueves, 27 de abril de 2017

"100 días de Trump: cuando los planes de un presidente chocan con la realidad". Por Mariano Beldyk

100 días de Trump: cuando los planes de un presidente chocan con la realidad

100 días de Trump: cuando los planes de un presidente chocan con la realidad

El mandatario se jacta de haber hecho más que sus antecesores en este tramo de su gobierno, pero no parece ser el caso. 

El Donald Trump real, el que comanda la Casa Blanca, no es @realdonaldtrump. O eso demuestran sus primeros 100 días de gobierno en los que sus promesas más radicales se toparon con los frenos del sistema republicano. Las órdenes ejecutivas para cerrar las fronteras de los Estados Unidos quedaron bloqueadas en los tribunales, su propio partido saboteó la reforma al Obamacare en el Congreso y el Norte de su política exterior terminó más cerca del pragmatismo que del harto repetido grito de guerra Make America Great Again.
Aunque el mundo aún mira a la Casa Blanca con igual recelo ante lo imprevisible, el margen de incertidumbre se acotó de forma significativa. "Trump trató de mostrarse como un hombre fuerte en sus primeros días de gobierno, dispuesto a cumplir sus promesas de campaña a golpe de decretos. Pero cosechó muchos fracasos. Hoy, Trump ya no es tan fuerte como parecía, y el establishment político y económico, el llamado 'gobierno permanente' de los Estados Unidos, le está poniendo más límites de los que él imaginó", explica Leandro Morgenfeld, profesor de la UBA y co-coordinador del Grupo CLACSO "Estudios sobre EEUU". Y añade: "Llega a sus primeros 100 días como el presidente más impopular de los últimos 60 años, con apenas un 42% de respaldo".
Cuando faltaban semanas para la elección, en octubre de 2016, Trump lanzó su Contrato con los Votantes Estadounidenses, un documento de dos páginas con la firma del futuro presidente estampada en una de ellas. Allí delineaba su plan de acción para los primeros 100 días. Separadas aquellas decisiones ejecutivas de las que necesitan el respaldo del Congreso, aún así el balance es negativo y no es porque Trump no lo haya intentado.
De 18 compromisos asumidos, 14 se han materializado en órdenes concretas, pero dos de ellas -la que corta el financiamiento a las "ciudades santuario" e impide el ingreso al país de ciudadanos de países "terroristas"- están en litigio. Por su parte, la suspensión de contrataciones estatales fue levantada en abril y aquella promesa de poner coto al poder paralelo en Washington, el del lobby político de ex funcionarios y legisladores, dejó afuera a los ex miembros del Congreso. No fue el único gesto hacia ellos: Trump también pasó por alto su promesa de limitar los mandatos legislativos como parte de su reforma política para "limpiar a Washington de la corrupción y la colusión de intereses especiales".
Pese a todo ello, el Capitolio no ha sido todo lo complaciente que se esperaba con una mayoría republicana en ambas cámaras y en aquellos proyectos que habían unido a las distintas alas del partido durante la gestión Obama.

Obamacare

El caso más emblemático es la anulación y reemplazo del Obamacare. Si se frustró, fue porque el llamado Liberty Caucus -los resabios del Tea Party que abrazaron al Trump candidato-, creyeron que su campeón los había traicionado una vez que llegó a la Casa Blanca en cómo y cuánto podar el sistema de salud de Obama. Los demócratas se limitaron a observar todo desde la platea.
En paralelo, algunas de las críticas más duras hacia la administración Trump y su conducción de la política exterior también partieron de legisladores republicanos, como el senador John McCain, apodado el Critic in Chief (Crítico en Jefe). Sólo el proyecto de presupuesto 2018 presentado que multiplica los fondos para Seguridad y Defensa tanto como los recorta del resto de las carteras, calmó los ánimos de la elite industrial-militar republicana. Luego llegaron el bombardeo a Siria y la "madre de todas las bombas" en Afganistán como exhibiciones de musculatura bélica que insuflaron orgullo al pecho del sector pero que, de momento, no pasaron de eso.
Es en materia comercial donde más lejos avanzó Trump si de sus promesas se trata. La orden de retirar a los EE.UU. del Acuerdo de Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés) fue de las primeras en concretarse. Y la Casa Blanca ya emitió la orden a la Secretaria del Tesoro para que elabore una lista negra con todos los países que recurren al dumping. Paradójicamente, es también en esta área donde Trump ha roto uno de sus compromisos mayores: China. De denunciarla por manipulación de divisas y amenazar con romper la política de "Una China" en su coqueteo con Taiwán a hospedar al presidente Xi Jinping en su residencia de Mar-A-Lago, en Florida, y celebrar el vínculo bilateral. Hasta su hija Ivanka salió beneficiada de la buena sintonía de su padre con Pekín al conseguir dos nuevas licencias para comercializar sus productos en aquel país.
Así mismo, en las próximas semanas se espera la propuesta de renegociación para el NAFTA. El premier Justin Trudeau, no recibió más que elogios en su visita a la Casa Blanca, pero eso no impidió que Trump aplicara un 20 por ciento de tributo a la madera canadiense. En contrapartida, el mexicano Enrique Peña Nieto todavía lidia con los desplantes tuiteros de su vecino y la recurrente promesa de levantar el muro -otra idea que tuvo su propio decreto aunque aún se debate cómo financiar los u$s 20.000 millones de obra- pero, al menos, todavía zafa del 35 por ciento a sus exportaciones anunciado en campaña. "La gran historia respecto a los 100 días de Trump es de qué modo la realidad se entrometió en su idea de lo que un presidente puede lograr. Es una experiencia por la que atraviesan todos los que llegan a la Casa Blanca y Trump debe aprender a lidiar con esto mucho más que otros", explica John Frendreis, politólogo de la Universidad de Loyola, en Chicago. Traza un paralelo con la gestión de Bill Clinton, que arrancó a los tropezones pero que, al final, cerró con cierto éxito razonable, "algo que puede ocurrirle también a Trump". De momento, no es el mejor panorama para un presidente con un equipo incompleto que perdió a su Consejero Nacional de Seguridad original por la trama de espionaje, hackeo y connivencia con Rusia y todavía adeuda nombramientos entre las segundas líneas de los ministerios, mientras el Senado aprueba a las últimas cabezas de Departamento y Oficinas especiales. "Nadie ha hecho tanto como yo en 90 días de gobierno", insiste Trump con su doctrina de frases hechas, propagadas a través de su ya archiconocida cuenta de Twitter. La realidad prueba que está equivocado.

Intereses argentinos

Los Estados Unidos es el principal inversor externo en la Argentina y el tercer socio comercial por detrás de Brasil y China, con un promedio de u$s 10.000 millones en los últimos años. Dos tercios de ese intercambio son importaciones del Norte, por lo que la balanza es marcadamente positiva para los Estados Unidos. Todo esto no quita que aquellos productos que le resultan perjudiciales puedan seguir trabados o enfrentar litigios en los próximos tiempos. Los limones son el caso paradigmático porque habían revertido esa prohibición luego de arduas gestiones. Pero cayeron víctimas de la revisión de órdenes y leyes de los últimos meses de la administración Obama. Además, pesan los reclamos de los limoneros californianos. Todo ello, sumado a que la Secretaría de Agricultura estuvo acéfala hasta esta semana, demoró el trámite de los tres meses originales. Mientras tanto, el biodiesel argentino contiene el aliento hasta que el 8 de mayo el Departamento de Comercio -su titular, Wilbur Ross, es de los más cercanos a Trump- atienda una denuncia por dumping formulada por la National Board of Biodiesel. En 2016, la Argentina vendió 1,5 millones de toneladas a los Estados Unidos, equivalente al 90 por ciento de sus exportaciones globales.

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