domingo, 3 de julio de 2016

Susana Malcorra, la canciller de Macri, aspira conducir la ONU, pero un escándalo de pedofilia podría complicarla

Susana-Malcorra

 

El escándalo de pedofilia en la ONU que complica a Malcorra

Revista Noticias 
 La canciller fue acusada de encubrir violaciones de niños en África por los cuerpos de paz. Los jueces que la organización puso en el tema apuntan contra ella y otros funcionarios.

El caso llegó de manera tibia al país a principios de junio, aunque medios tan importantes cómo el diario británico The Guardian, el francés Le Monde, y la revista estadounidense Foreign Policy (ver foto) lo vienen siguiendo desde su origen y escribieron más de dos docenas de artículos. En esos días Anders Kompass, veterano luchador sueco de los derechos humanos y hasta entonces Director de las Operaciones de Campo de la ONU y dueño de una carrera de veinte años, presentó su renuncia después de años de batallar contra todo el aparato de la organización mundial, en los que sufrió la expulsión de su trabajo -el 13 de abril del 2015, en el que incluso fue escoltado hasta la puerta por agentes de seguridad- y un juicio que duró más de doce meses. Su crimen había sido imperdonable para la burocracia de las Naciones Unidas: luego de presentar un documento interno donde denunciaba el abuso documentado por Unicef de 16 niños en la República Centroaficana por parte de las tropas francesas del Cuerpo de Paz y de no tener ni una sóla respuesta positiva, filtró el caso a las autoridades del Gobierno de Hollande y fue acusado de violar protocolos. La insubordinación logró que los supuestos crímenes trascendieran la barrera de la institución. Primero los funcionarios parisinos le mandaron una carta a Kompass, agradenciendole y prometiendo dedicarle “mucha atención” al caso, y luego comenzaron una investigación judicial a la que le siguió una propia del país africano. “Sabemos que no es Francia entera, son algunos individuos, soldados, y contra ellos vamos a actuar”, dijo en ese momento el ministro de Justicia de Centroáfrica, Aristide Sokambi.
Si lo sabe cante. En el medio de este escándalo está la canciller argentina, que en ese entonces era la Jefa de Gabinete y mano derecha del surcoreano Ban Ki-Moon, a quien pretende suceder en el cargo a fin de año. “Es imposible que un alguien de cargo tan alto no sepa del tema”, asegura una fuente del mundo diplomático. Tanto The Guardian como Foreign Policy apuntan directamente a la negligencia de Malcorra y del alto comando de la ONU para tratar este caso. Esas sospechas se incrementaron cuando la organización mundial Aids-Free World filtró un intercambio de mails internos de la ONU (ver foto) entre la canciller, el encargado de la Oficina de Ética Joan Dubinsky y la Secretaria General Adjunta de Servicios de Supervisión Interna Carman LaPointe, donde planean como hacer frente y disminuir el impacto por las acusaciones de Kompass. El intento de encubrimiento alcanza un nivel maquiavélico -Laponte dice que “no quiere que este tema se debata en ningún foro interno, por su contenido políticamente sensible”, mientras que Dubinsky sugiere hablar en privado con Kompass-, y Malcorra cierra el intercambio virtual diciendo que se siente “muy incómoda” cuando le comentan que habían recibido una llamada de parte de funcionarios de Suiza por este tema. “Es evidente que no querían que el tema trascendiera”, dice una fuente del mundo diplomático.
Pero esto no es todo. Según la revista Foreign Policy, los mails habrían ocurrido un mes después de que Malcorra organizará una reunión en Turín, Italia, junto a Dubinsky, Lapointe y el Alto Encargado de los Derechos Humanos de la ONU, el príncipe Zeid Ra’ad Al Hussein. Según el medio estadounidense, ahí es donde Malcorra diseña el plan para encubrir el escándalo. No parece casualidad: el 9 de abril, un día después del cruce de correos, Zeid solicita formalmente una investigación sobre Kompass por la “filtración” de los documentos internos, y cinco días después fue suspendido. El juez alemán Thomas Laker, que trabaja en el Tribunal de Disputa de la ONU, decidió meses después que la suspensión a Kompass fue “prima facie ilegal” (desde primera vista ilegal) y levantó la temperatura del caso. Ante tal apriete, Ban Ki-Moon nombró un panel independiente, de tres jueces, que llevó adelante la investigación hasta hace sólo unos días.
La resolución fue clara: desestimaron la denuncia contra Kompass y aseguraron que hubo una “grave falla institucional, al pasar la investigación -de las violaciones- de mesa a mesa sin detenerse a estudiarla”, y apuntaron a la responsabilidad de Malcorra. Luego del fallo, el sueco presentó su renuncia y criticó duramente a la ONU, acusandolos de actuar “de forma arbitraria al condenarlo antes de una investigación”. “Fui condenado al silencio, estuve suspendido ilegalmente de mi trabajo, mi reputación manchada y mi trabajo destruido. Ahora un panel de jueces indepidientes coinciden con lo que siempre dije: yo sólo estaba haciendo m itrabajo al informar las agresiones sexuales”, dijo Kompass.
Por suerte para Malcorra, antes de que los jueces libraran de culpa al sueco, ella fue convocada por Macri a sumarse al nuevo Gobierno. Antes de hacerlo aseguró que “no hay nada” que la incrimine en este tema, y se amparó en un documento interno que publicó la ONU aseguró que no hubo abuso de autoridad aunque aclara que su accionar no fue el estrictamente correcto y pudo haber limitado el normal desenlace de la investigación. ¿Una mancha en el currículum de la candidata a ser la próxima número uno de la organización mundial más famosa?

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