sábado, 2 de julio de 2016

Del Mercosur a la Alianza del Pacífico

 

Que 25 años no es nada

                            
Por Alejandro Bercovich
BAE

 
El 26 de marzo pasó sin pena ni gloria una efeméride de la integración latinoamericana: los 25 años del Tratado de Asunción, con el que Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay dieron por creado el Mercosur, no solo para comerciar más y complementar sus industrias sino también para enterrar definitivamente las trasnochadas hipótesis de conflicto mutuo de las dictaduras del Plan Cóndor. El sueño había nacido a mediados de los ‘80, de largos debates entre Raúl Alfonsín y José Sarney. En los 2000, Lula Da Silva y Néstor Kirchner lo usaron como escudo para frenar una pretensión estadounidense: el ALCA.
Pocos días antes del aniversario de marzo, el secretario de Comercio macrista Miguel Braun deslizó por primera vez el deseo del Gobierno de que Argentina se sume al Acuerdo Transpacífico (TPP), un ambicioso pacto de liberalización Asia-América con el que Washington busca contrarrestar la influencia china en el que considera su hemisferio, el del viejo ALCA. Como Mauricio Macri no puede dinamitar de la noche a la mañana una construcción que ya incluye a seis miembros plenos (con Bolivia y Venezuela), optó por diluirla. A eso apuntan las gestiones de esta semana para incorporar al país a la OCDE y también su visita de ayer a Chile para “converger” con la Alianza del Pacífico.
Es un viraje trascendente en el camino de especializar al país en la producción de alimentos (y la vendedora pero aún vaporosa “industria del conocimiento”) y abandonar rubros manufactureros que el Gobierno considera “poco competitivos”, pero que emplean a millones de personas. Los famosos “empleos no genuinos” o “ subsidiados” que se evaporarían si se adoptaran los estándares aduaneros del Pacífico.
Es cierto que el Mercosur no ofreció a sus pueblos un desarrollo económico definitivo ni a sus empresas un salto de calidad en la productividad. Tan cierto como que no se le podía pedir todo eso a un simple tratado de libre comercio que apenas lleva el nombre de unión aduanera. Pero eso no justifica en absoluto un salto al vacío como el que se decidió a dar Macri tras la visita de Barack Obama a Buenos Aires, donde también se habló del TPP. Del mismo modo que no se justificaba el portazo de Gran Bretaña a la Unión Europea, que ahora lamenta todo el planeta. En definitiva, se trata de que los gobiernos hagan lo que en esta cumbre de Puerto Varas reclamó el grupo “Chile Mejor Sin TPP”: “Si están tan seguros de que es lo mejor para nuestros países, que lo fundamenten y terminen con el secretismo. Hasta ahora no lo han hecho. Más bien la evidencia muestra que éste es un tratado para las multinacionales”.

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