jueves, 2 de mayo de 2013

"Tensiones y continuidades en política exterior"


En el último número de la revista La llamarada, me hicieron una entrevista sobre algunos puntos de la actual política exterior argentina y de la relación EEUU-América Latina:


La Llamarada, Número 14, página 6, abril 2013. Entrevistó: Clara García B.



La Llamarada: ¿Cómo interpretás que se ha modificado o no la política exterior del gobierno argentino a partir del acuerdo con Irán por el caso AMIA?

Leandro Morgenfeld: Creo que todavía es demasiado temprano para entender si hay un giro o no en la política exterior argentina. En relación con Estados Unidos, fue oscilante en los últimos años. Hubo momentos de gran tensión, como el rechazo del ALCA en Mar del Plata, en 2005, o el conflicto por el avión militar requisado en Ezeiza, hace dos años. Pero también gestos de acercamiento, como la aprobación de la Ley Antiterrorista, y la política dura hacia Irán (denunciado por Cristina Kirchner reiteradas veces en la Asamblea de la ONU), a diferencia de lo que ocurría con Venezuela o Brasil que sí mantenían relaciones con Teherán. Israel y Estados Unidos vienen sosteniendo la "pista iraní" en la Causa AMIA, y el gobierno argentino, hasta ahora, también iba en esa línea. El reciente acuerdo del gobierno argentino con Irán es rechazado por Israel y también por los sectores más duros del Departamento de Estado estadounidense, que apuestan a un aislamiento de Teherán y posiblemente a un conflicto armado. En ese sentido, no seguir esa política, podría indicar una mayor independencia.

- ¿Qué intereses se expresan en la firma de dicho acuerdo?

Según el gobierno, el objetivo es destrabar una causa judicial que está hace años estancada. El acuerdo, que ahora es ley, permitiría al juez argentino y al fiscal Nisman, que acusó a varios funcionarios de ese gobierno (incluyendo el ministro de Defensa), interrogarlos. Según los  críticos, en realidad responde a intereses económicos. Irán puede seguir creciendo como destino comercial. Las exportaciones a ese país, en los últimos 7 años, aumentaron un 1400%. El gobierno iraní, por su parte, pretende romper el aislamiento internacional impulsado por Estados Unidos, y ampliar sus vínculos con América Latina, además de los que mantiene con Venezuela, Bolivia, Cuba y Brasil. Al acuerdo, en tanto, se opusieron distintas entidades judías. Desde los sectores de la derecha de esa comunidad (AMIA y DAIA) hasta los familiares nucleados en APEMYA, muy críticos de las conducciones de esas organizaciones.

- ¿Implica esto un cambio/distanciamiento en las relaciones con EEUU y una política más independiente al estilo de la de Brasil?

Como decíamos antes, sería prematuro ver en el acuerdo un punto de inflexión en la política exterior en general o en la relación con Washington en particular. Desde la izquierda, se critica al gobierno por el divorcio entre la prédica nacionalista y popular de su discurso y una inserción internacional que favorece los agronegocios y un modelo extractivista, con la sojización y la minería a cielo abierto, dominada por grandes corporaciones extranjeras, como uno de los símbolos de esa orientación. Se sostiene que los gobiernos socialdemócratas latinoamericanos (Dilma, Cristina, Mujica) sirven más bien como contención de los procesos más radicales, como los de Venezuela, Ecuador o Bolivia, donde sí se plantea una orientación abiertamente anti-estadounidense y se discute, al menos como horizonte político deseable, la construcción del "socialismo del siglo XXI". Por qué Argentina y Brasil no integran el ALBA? En ese sentido, habría que plantear una visión global para ver si efectivamente el acuerdo con Irán es parte de una nueva orientación de la política exterior nacional.

- Teniendo en cuenta la conflictividad actual en Medio Oriente y las declaraciones de Kerry cuando asumió el cargo haciendo referencia a que ellos estarían dispuestos a autorizar el desarrollo de tecnología nuclear de Irán si es para fines pacíficos, ¿puede interpretarse como un cambio de táctica del imperialismo que buscaría tener mejores relaciones con Irán para garantizar un orden en la región?

No estoy seguro de que efectivamente se hayan impuesto ahora los sectores dialoguistas. Es temprano para afirmarlo. En los últimos tiempos, conviven en Washington los que alientan el endurecimiento de las políticas hacia Irán, en línea con Israel, y los que buscan una salida negociada, para evitar un conflicto de consecuencias imprevisibles. Tras el fracaso de la ocupación de Irak, hay quienes ven con temor embarcarse en una nueva ofensiva en la región. El gobierno de Teherán amenazó con bloquear el Estrecho de Ormuz en caso de ser atacados. Si bien es cierto que, cuando asumió, Kerry planteó la necesidad de negociar con Irán y evitar una guerra, a principios de marzo, en su visita a Arabia Saudita, señaló que el tiempo para encontrar una solución negociada no era infinito. Es decir, reaparecieron las amenazas de un ataque. De todas formas, proseguirán en marzo las tratativas del grupo 5+1, es decir las cinco potencias que negocian con Irán las condiciones de su desarrollo nuclear. Esto implica, al menos por ahora, que no está prosperando el boicot de la derecha israelí.
 
- ¿Cómo definirías la política norteamericana hoy hacia América Latina?

Tras la llegada de Obama, algunos esperaban un viraje total respecto a su antecesor, el guerrerista George W. Bush. Sin embargo, en la relación con América Latina, apenas hubo cambios de forma. Lo esencial, se mantuvo en pie. En esa línea, durante su primer mandato, se produjo el golpe de Estado en Honduras (contra un presidente que integraba el ALBA), desestabilizaciones en Venezuela, creciente militarización (se establecieron nuevas bases), se continuó con la fracasada lucha contra el narcotráfico, se mantuvieron el embargo contra Cuba y la cárcel ilegal en la Base de Guantánamo. Además, persistieron los mecanismos proteccionistas no arancelarios que afectan las exportaciones de bienes agropecuarios latinoamericanos (carne y limones, lo que más afecta a Argentina). Washington ya no tiene la influencia que tenía hace algunos años, lo cual se vio claramente en la última Cumbre de las Américas (Cartagena, abril de 2012), en la que los temas principales -Cuba, Malvinas, Narcotráfico- fueron planteados por los países latinoamericanos, a pesar de Washington. En su segundo mandato, obama buscará potenciar la Alianza Transpacífico (resabio neoliberal del ALCA) y debilitar el eje bolivariano, que ya no va a contar con el liderazgo de Chávez. No hay que esperar demasiados cambios en relación a la política hacia Cuba. En forma sutil, para no alentar el extendido sentimiento anti-yanqui en la región, la Casa Blanca intentará desalentar los proyectos de integración latinoamericanos (ALBA, la UNASUR y la CELAC) y enlentencer el avance económico chino, a través de la promoción continental del libre comercio de bienes y servicios (no así de productos agropecuarios) y el impulso a la radicación de capitales estadounidenses en la región, con menos regulación de los Estados.

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