viernes, 9 de noviembre de 2012

Obama-CFK, según El Cronista


Obama-CFK: la nueva era del statu quo

Los analistas opinan que la reelección de Obama no producirá cambios en el vínculo bilateral, que hoy no pasa por su mejor momento. Mientras en lo político el incidente con el avión militar y la reapertura del diálogo con Irán alentaron desconfianzas, el comercio perdió peso y es deficitario para el país. Los fondos buitres y la deuda impaga también empañan la relación.

Por Micaela Pérez (El Cronista)
 
Con una mezcla de alivio y pretendida indiferencia. Así recibió la Casa Rosada la noticia de que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, había sido reelecto por un nuevo período al frente de la Casa Blanca. Es que, a diferencia de 2008, cuando el primer hombre afroamericano en alcanzar la Presidencia de los EE.UU. encendía una luz de esperanza en el mundo entero con expectativas de cambio y la Casa Rosada apostaba a relanzar la relación bilateral, fuertemente deteriorada tras la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, esta vez Cristina Kirchner, nobleza obliga, le envió un mensaje de felicitaciones a su colega estadounidense, aunque sin excesivos entusiasmos.
“La más cálida felicitación en nombre del pueblo argentino”, escribió en la misiva. Al mismo tiempo, claro, ningún funcionario se dejó ver en la llamada “Noche de la Elección”, celebrada en la embajada norteamericana para aguardar el resultado electoral.
El dato, en un Gobierno cuya gestualidad muchas veces dice más que mil palabras, no debería sorprender a nadie; por el contrario. Este año, ya durante el segundo mandato de CFK, el decomiso de un avión militar estadounidense en Ezeiza marcó el inicio de un nuevo quiebre en el vínculo bilateral que fue in crescendo con el correr de los meses. Primero, con la denuncia de los EE.UU. contra la Argentina en la Organización Mundial del Comercio (OMC) por las restricciones a las importaciones y, después, con la reapertura del diálogo con Irán en la causa AMIA, que sumó un nuevo mojón en la cadena de desconfianzas de la administración Obama hacia el gobierno K.
Las acciones judiciales de los llamados fondos buitres que terminaron con el ruidoso embargo en Ghana de la Fragata Libertad, aún detenida en ese país africano, no ayudaron tampoco a distender el vínculo; sí a profundizar su deterioro.
Ahora que Obama tiene otros cuatro años por delante al frente de la Casa Blanca, ¿habrá por fin la intención de ‘barajar y dar de nuevo’ en la pendular relación bilateral?
Todos los analistas consultados por WE afirman que no hay que esperar grandes novedades; pero sí, en cambio, que se mantenga el statu quo.
“La realidad es que la relación con Obama debió haber sido mejor de lo que fue y el incidente del avión militar puso en evidencia que el gobierno argentino tiene una actitud militante contra las políticas de los EE.UU. en la región”, sentencia el director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga.
Eduardo Amadeo, embajador en los EE.UU. durante la administración Duhalde, y quien estuvo en Washington esta semana como veedor no oficial de los comicios norteamericanos, comenta: “Mientras la Argentina continúe con su estrategia conflictiva e impredecible en la relación, seguiremos siendo intrascendentes” para la Casa Blanca.
Una estrategia que -hay que decir- tiene su capítulo económico, pero también político.

Irán y Chávez
Sin ir más lejos, la reapertura del diálogo con Irán para negociar con el régimen de Ahmadinejad la suerte del caso AMIA no fue bien recibida por la administración Obama y alejó aún más la política exterior argentina de los Estados Unidos, emparentándola peligrosamente a la de Chávez.
La propia secretaria de Estado adjunta para América latina, Roberta Jacobson, manifestó su desconfianza en que el diálogo entre la Argentina e Irán para consensuar cómo deben ser juzgados los acusados por el atentado a la AMIA vaya a arrojar resultados concretos.
Para Fraga, “la administración de Cristina Kirchner parece dispuesta a mantener una política que afectará la relación con Washington. Al diálogo con Irán, se suma que el 23 de noviembre la presidenta argentina recibirá a una enviada del presidente de Siria (Bashar Al Assad, cuyo régimen tambalea y está en la mira de Washington), la que además de nuestro país visita en América latina cuatro países: Cuba, Venezuela, Nicaragua y Ecuador”. Todas naciones, claro está, a las que la Casa Blanca considera, al menos, contrarias a sus intereses.
Rut Diamint, profesora del Departamento de Estudios Internacionales de la UTDT, matiza: “Es cierto que la Argentina ha tenido políticas agresivas, con costos altos y sin beneficios, pero también hay que decir que la expectativa que Obama había generado en la región no se cumplió”.
En efecto; la llegada de Obama a la Casa Blanca no produjo un cambio sustancial en el vínculo de los EE.UU. con América latina, a excepción de México y Brasil, y las buenas intenciones, si las hubo, quedaron en el camino.
Hoy, los puntos de encuentro en la agenda bilateral son escasos: temas de no proliferación, las misiones humanitarias en Haití, la seguridad y el narcotráfico.

Comercio e inversiones
Desde el punto de vista económico, durante la administración demócrata tampoco se logró incrementar la relación comercial. De hecho, el intercambio bilateral viene perdiendo peso desde la última década.
Según un informe de la consultora DNI que se conoció esta semana, durante los cuatro años de la presidencia de Obama, la Argentina acumuló la mayor cantidad de diferencias comerciales de los últimos años con Washington. Y también registró una caída efectiva mayor de las exportaciones argentinas si se la compara con los gobiernos de Ronald Reagan, George Bush (padre), Bill Clinton y George W. Bush.
Pero además, históricamente, el saldo comercial con los Estados Unidos ha sido deficitario debido a las características del intercambio. Es que la mayoría de los bienes comprados por Argentina son industriales, mientras que los exportados son de carácter primario, a lo que se suma la capacidad de autoabastecimiento en este tipo de bienes de los EE.UU.
Entre enero y julio de este año, Argentina acumuló un saldo negativo en su comercio de bienes con Estados Unidos 15,6% superior al del período anterior. Fue de u$s 3536 millones, comparado con los u$s 3059 millones en los siete primeros meses de 2011. “Mientras la Argentina en 2003 enviaba más del 10% de sus exportaciones a Estados Unidos, en 2011, esa proporción cayó a 5%. Esto se debe al surgimiento de grandes emergentes demandantes de commodities y a la caída en las exportaciones de combustibles”, señala Mauricio Claverí, de la consultora abeceb.com.
Las diferencias de enfoque económico se acrecentaron en marzo de este año, cuando los EE.UU. decidió retirar a la Argentina del Sistema Generalizado de Preferencias frente a lo que consideraba incumplimientos de fallos del CIADI, el tribunal arbitral del Banco Mundial. “Algo más simbólico que concreto, pero eso ha sucedido con Obama”, acota Fraga.
A esa mala noticia, se sumaron otros síntomas del enfriamiento de la relación: la denuncia de los EE.UU. contra la Argentina ante la OMC por las restricciones a las importaciones y los votos en contra en el BID y el Banco Mundial para bloquear préstamos para el país.
“Los EE.UU. así como la Unión Europea y países de la región consideran que Argentina está tomando medidas proteccionistas fuera de las normas de la OMC. Esto ha creado tensiones y protestas que han dificultado la relación en el último año y seguirán haciéndolo si la Argentina no cambia su accionar. Está jugando fuera de la cancha”, sostiene el economista y experto en temas internacionales, Felipe De la Balze.
Este pesimismo se refleja también en la caída de la inversión norteamericana directa. “Había un stock original muy importante -EE.UU. era considerado el primer inversor en el país- pero en los últimos años han invertido muy poco por la inestabilidad en las reglas de juego. Sí lo han hecho en Brasil, Colombia y Chile”, compara De la Balze.
Diamint amplía: “El cepo al dólar, los cambios jurídicos, las deudas impagas, para la lectura del mercado internacional son un problema. Una situación cambiante en las reglas de juego asusta a los inversores”.

Club de París y fondos buitres
En esa línea, la falta de resolución de la deuda argentina con el Club de París también es motivo de ruido en la maltrecha relación bilateral. Y no sólo por el hecho de que la Argentina haya pospuesto ese arreglo, prolongando un default que ya lleva 10 años de existencia. “En el Club de París se discute la reestructuración de los préstamos dados por las agencias de exportación, en el caso de los EE.UU, el Eximbank. Esas agencias dan financiamiento al sector privado para comprar maquinaria y al no hacerse ese acuerdo, el único financiamiento para equipos de inversión viene de China y Brasil, con lo cual excluimos a los americanos, entre otros”, dice De la Balze.
Aunque está claro que la relación no pasa por su mejor momento, la reelección de Obama causó, con todo, un alivio silencioso en el gobierno argentino que venía simulando cierta indiferencia frente al comicio. Aunque con mucho menor entusiasmo que en 2008, Cristina había reconocido semanas atrás que su Gobierno tenía mayor sintonía política con Obama que con Mitt Romney, el derrotado candidato republicano. Lo que no dijo, claro, pero que indudablemente pesa a la hora de evaluar la convenciencia de la continuidad de Obama es que los demócratas mejoran -o al menos no empeoran-, las perspectivas argentinas frente a la ofensiva judicial de los llamados fondos buitres que lograron retener la Fragata Libertad en Ghana y consiguieron un aval de un tribunal de Nueva York para obtener “trato igualitario” con el resto de los acreedores que sí entraron al canje de deuda. “En una administración de Romney, es posible que la Argentina hubiera encontrado más dificultades en este tema que con Obama”, sostiene Fraga. Efectivamente; el Partido Republicano tiene conexiones con esos fondos de inversión que los demócratas no poseen.
“Hay que preguntarse si nuestra Cancillería está aún a tiempo para proponer al gobierno norteamericano un acuerdo estratégico creíble que solucione éste y otros incidentes similares. La acción desordenada de los fondos buitres no le interesa tampoco a EE.UU., pero no va a ayudar a la Argentina si no hay acuerdos”, sostiene Amadeo al respecto.
Diamint introduce un nuevo matiz: “No creo que la situación se modifique demasiado dada la independencia del poder judicial norteamericano. El poder político no va a intervenir”.
En cuanto a la posibilidad de un encuentro entre los presidentes, no hay que esperar demasiado en esta nueva etapa. “El estadounidense los ha eludido en los últimos tiempos y si no surge algún imponderable es probable que ello siga siendo así, por lo menos en el corto plazo”, dice Fraga. Es que, salvo la última reunión que mantuvieron en la Cumbre de Cartagena, en estos cuatro años no hubo visitas oficiales de ninguno de ambos lados.
De la Balze cierra con una reflexión: “Los problemas en la relación son puntuales, ninguno urgente para ellos, pero sí para nosotros. Hoy Argentina es vista como una outsider en los mercados internacionales. La relación seguirá siendo fría en tanto Argentina no cambie su comportamiento”.

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