viernes, 16 de noviembre de 2012

La relación Argentina-EEUU tras el triunfo de Obama. Entrevista en "La voz de Rusia"



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El Gobierno demócrata de Barack Obama consiguió la continuidad por cuatro años más.

¿Era deseable este resultado para los países latinoamericanos? La Voz de Rusia dialogó con el especialista argentino Leandro Morgenfeld para dilucidar estas cuestiones. Doctor en Historia e investigador sobre la política exterior norteamericana hacia el continente, el autor de Vecinos en conflicto y Relaciones peligrosas, nos cuenta por qué en lugar de renovarse las esperanzas generadas en 2008, en esta ocasión se podría decir que ha primado el deseo de lo malo por sobre lo peor.

—¿Cómo hay que interpretar el resultado electoral y la renovación del Gobierno demócrata de Barack Obama, desde el punto de vista de América Latina?

—Bueno, la región había tenido muchas expectativas con la primera elección de Obama en el año 2008, sobre todo cuando se planteaba un viraje en relación a lo que habían sido las políticas de Bush hacia toda la región, por ejemplo el ALCA, el intento de golpe contra Venezuela en el año 2002, el restablecimiento de la IV Flota justo al final del mandato de Bush, el endurecimiento contra Cuba. Obama inclusio había planteado como una de sus promesas que iba a cerrar la cárcel ilegal de Guantánamo en Cuba. Firmó efectivamente que iba a cerrar la cárcel en un año, pero ya con cuatro años de Gobierno, esto no se pudo hacer, en especial por la resistencia de sectores importantes del Partido Demócrata. Estas expectativas de la región que se habían reforzado al inicio del mandato de Obama en la Cumbre de Trinidad y Tobago, allá por el año 2009, cuando planteó que entraba en una nueva etapa en la relación con América Latina, en una relación entre iguales con los países latinoamericanos, esa expectativa se vio frustrada ya rápidamente cuando en el año 2009 se produjo un golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya y tuvo el amparo institucional y diplomático de Estados Unidos y ahora se conoce también que la base militar norteamericana en Honduras fue utilizada por el avión que sacó a Zelaya del país. Esto más situaciones de desestabilización con los países que más confrontaban con estados Unidos en la región, fueron mermando las expectativas en relación con Obama. De todas formas, había temores en torno a lo que podía ser la elección de Mitt Romney con sus políticas anti inmigratorias, por su línea dura discursiva contra Cuba y contra el eje bolivariano y por el planteo de que la política exterior de EEUU tenía que volver a plantearse en relación con su supremacía militar.

—Digamos que no trajo nuevas esperanzas pero trajo sí cierta tranquilidad.

—Sí, cierta tranquilidad en la región dado que, más allá de que la política exterior en EEUU hay ciertos consensos básicos entre ambos partidos, la prédica más multilateral de Obama y no tan unilateral como planteaba el discurso de Romney, da cierta tranquilidad a una región, donde Estados Unidos en los últimos años ya no tiene el peso ni político ni económico que tenía en otros momentos.

—Justamente en función de esto, en vista a la crisis planteada desde hace algunos años y en perspectiva del desafío cada vez mayor que se le presenta a Estados Unidos de conservar la hegemonía regional y mundial también, ¿están planteando cambios en sus ambiciones políticas internas y externas?

—Estados Unidos va a enfrentar desde diciembre el desafío de lograr limitar el profundo endeudamiento público que tiene. Pensemos que hace varios años, cuando terminó Clinton su mandato llegaba al 70 % del PBI y hoy está ampliamente por encima del 100 %. El año pasado cuando Estados Unidos se vio ante la posibilidad de ir a una cesación de pagos, finalmente después de larga discusión entre demócratas y republicanos, resolvieron permitirle al Gobierno de Barack Obama que endeude todavía más, nuevos topes de endeudamiento, pero con el compromiso que antes del 31 de diciembre de 2012, después de las elecciones presidenciales, debía llegarse a un acuerdo sobre cómo disminuir este brutal déficit público. Esto que se llama el “abismo fiscal”, que se va a plantear el 31 de diciembre, se trata de una serie de recortes drásticos automáticos y fuertes aumentos impositivos automáticos, si es que no se consigue un acuerdo anterior, lo que puede ocasionar es una vuelta a la recesión en Estados Unidos, después de cuatro años de una crisis que se inició pero que no se termina de salir. Y esto efectivamente puede repercutir en todo el mundo. Uno de los problemas de Estados Unidos es que desde hace tres décadas viene profundizando un creciente déficit comercial, es decir que consume mucho más de lo que exporta, y la expectativa del gobierno de Obama, ya lo planteó en su primer mandato, es ampliar las exportaciones hacia América Latina, que vuelva a ser un mercado importante para las exportaciones norteamericanas. Y más allá de ese objetivo, si uno observa los números de los primeros ocho meses del año 2012, Estados Unidos tiene un déficit comercial con la región de más de cuarenta mil millones de dólares. Sin embargo, en países como Brasil o la Argentina, Estados Unidos tiene un fuerte superávit comercial, por eso hay tantas disputas y tantas tensiones. Entonces, parte de la expectativa de Estados Unidos parte de reposicionarse en la región, tratar de exportar más y también defender las inversiones, dado que en los últimos años avanzaron mucho las inversiones y los préstamos de China en América Latina.

—Pero en las elecciones y en las plataformas electorales tampoco estaba planteado un cambio en la importancia que se le daba a América Latina relativo a otras regiones del mundo.

—Sin dudas, es una región que tiene, más allá de algunos conflictos, una relativa estabilidad institucional, comparado por supuesto con otras regiones. Obviamente, el foco de la política exterior de Estados Unidos está en relación a una zona que sigue siendo un polvorín que es Oriente Medio, en particular la mirada sobre el proceso iraní y las presiones de distintos grupos al interior de Estados Unidos y también en Israel que es un aliado estratégico de Estados Unidos, contra el proceso de desarrollo nuclear en Irán. Y el segundo punto es el tema de la relación con China. Si bien ambas economías, la china y la estadounidense están muy imbricadas, muy relacionadas, Estados Unidos tiene un proceso de competencia con China, donde se avizora que ya muy cercanamente, China va a pasar a ser la primera economía a nivel mundial, y está la expectativa de qué va a hacer China con los bonos de Estados Unidos. China es el principal acreedor externo de Estados Unidos y por lo tanto Estados Unidos está focalizando incluso recursos militares y estratégicos para rodear a China y toda la zona el Pacífico y el Sudeste Asiático que es donde se va a dar esa disputa hegemónica. En relación con América Latina, lo que está haciendo Estados Unidos es profundizando el eje Pacífico, es decir, la alianza estratégica que tiene con México, con Colombia, con Chile y otros países del eje Pacífico, para tratar de recuperar su posición en la región.

—Y puntualmente con respecto a la Argentina, cómo va a influir la continuidad de Obama, pensando que nunca las relaciones fueron demasiado amistosas.

—La relación está cruzada históricamente, también en la actualidad, por el carácter más competitivo que complementario de las economías. Y por eso nada indica que vayan a mermar o desaparecer los conflictos. Quiere decir, las denuncias cruzadas que se hicieron recientemente en el marco de la OMC (Estados Unidos acusó a la Argentina de limitar la importación de bienes industriales y la Argentina acusó a Estados Unidos de proteger a sus productores agropecuarios a través de subsidios y mecanismos no arancelarios, por ejemplo con excusas sanitarias), y este conflicto va a persistir, sobre todo porque como ya dijimos Argentina pretende equilibrar un comercio bilateral que este año se calcula que va a ser deficitario en 6 mil millones de dólares. Va a seguir fuertemente la presión de los fondos buitres, sobre todo en el Congreso. Ahí Argentina tiene cierta tranquilidad en torno al no triunfo de Romney, porque estos fondos habían apostado y aportado cuantiosas cantidades de dinero para financiar la campaña republicana, o sea, por lo menos en la Casa Blanca esa presión no va a ser tan directa. Pero ambos Gobiernos necesitan tener relaciones relativamente cordiales. En el caso de Estados Unidos porque enfrenta crecientes desafíos en la región, porque va a intentar tratar de evitar que Brasil pueda establecerse como un país hegemónico en el continente sudamericano y también por supuesto para tratar que no se incremente la influencia del eje bolivariano, es decir, Estados Unidos está preocupado de que Argentina profundice sus vínculos con Venezuela, sobre todo porque Venezuela ingresó al Mercosur. Pero también está preocupado porque Argentina plantee una política exterior más autónoma, por ejemplo, con el tema Irán, hubo quejas y cierta desazón del Departamento de Estados por el reciente inició de conversaciones entre el Gobierno iraní y el de la Argentina. Dado que a diferencia de Brasil, Venezuela, Bolivia y otros países que sí mantenían relaciones con Irán, Argentina hasta ahora seguía la política del Departamento de Estado de aislar al régimen Iraní. En el caso de la Argentina también se va a procurar mantener una buena relación, para tratar de impulsar un comercio bilateral más equilibrado, para tratar de probar de que el Gobierno no está aislado y que los sectores que plantean la exclusión argentina del Grupo de los veinte no tengan cabida. Por eso es que Cristina rápidamente felicitó a Obama por su triunfo y es posible que ambos Gobiernos intentan concretar un encuentro bilateral de sus presidentes en los próximos meses. O sea, más allá de cuestiones que persisten en el conflicto bilateral, veo por lo menos que las Cancillerías van a tratar de morigerar los aspectos conflictivos. También por cuestiones ideológicas y de la política interna en ambos países, nada indica que no vuelvan a aparecer conflictos.

—En temas como el reclamo diplomático por las Malvinas, ¿habría habido algún tipo de cambio si era electo Romney en lugar de Obama?

—Obama va a mantener la misma política que viene teniendo desde hace muchos años Estados Unidos, pero que enfatiza desde febrero del año 2010, una posición formalmente neutral, diciendo que es un conflicto entre Gran Bretaña y la Argentina, que tiene que resolverse en el plano bilateral, no reconociendo la soberanía de los kelpers, de los isleños, no planteándolos como un sujeto de derecho, sí reconociendo la presencia de facto de Gran Bretaña y también tratando de evitar un pronunciamiento en la OEA y en los mecanismos de integración interamericana. Recordemos que si bien plantea esta neutralidad, Estados Unidos se opuso en la última cumbre de las Américas a que se incluyera el tema de Malvinas, a pesar de que los otros 32 países de la región, todos menos Canadá, planteaban incluir en la declaración final el tema de Malvinas. Y lo mismo ocurrió ahora en octubre cuando la Cumbre de Ministros de Defensa de la región planteó apoyar la posición argentina y exigir a Gran Bretaña que se reinicien las relaciones bilaterales. Pero Estados Unidos no va a ir nunca más allá, porque no va a romper la alianza estratégica con Gran Bretaña. Lo que sí pudo ocurrir si ganaba Romney, porque dio algunas señales en ese sentido, es que reforzara más el vínculo con Gran Bretaña. En ese sentido también en el Gobierno hay cierto alivio, porque desde el punto de vista diplomático la Administración Obama mantiene esta supuesta prescindencia en el tema Malvinas. Prescindencia decimos que no es tal porque uno de los objetivos centrales de la ocupación británica es la tremenda base militar que hay en las Malvinas y la otra base que hay en las Georgias y Sandwich del Sur, que son dos bases británicas, pero que en definitiva son dos bases de la OTAN, que consumen el 7% del presupuesto total de la OTAN, y en última instancia son también bases militares de Estados Unidos, en una zona estratégica del Atlántico Sur .O sea que Estados unidos no va a dar pasos ni en un sentido ni en el otro, porque si diera pasos en hacer explícito este vinculo con Gran Bretaña y en desestimar el reclamo de la Argentina, se pelearía o enajenaría más con el esto de los treinta y tres países latinoamericanos que vienen refrendando en los últimos años y cada vez más enfáticamente la posición argentina.

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