"Le ofrecí a Alberto Fernández ayudarlo a renegociar la deuda de Argentina con el FMI", dijo Mauricio Claver-Carone cuatro días después de su elección como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.

Sin proponérselo (o tal vez sí, un poco), Claver-Carone mostró en cinco segundos todo el poder de influencia que Estados Unidos mantiene sobre la Argentina. Su propio cargo al frente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la presión de Washington para que el Fondo Monetario Internacional ( FMI) otorgara el mayor préstamo de su historia a una sola nación, dejaron en claro que los que hace cuatro años creyeron que a Trump simplemente no le interesarían los asuntos latinoamericanos festejaron de forma anticipada.

¿Cuál es el escenario que se plantea para Argentina ahora? ¿Los dos candidatos "son lo mismo"? ¿Qué rupturas podría haber si se inaugurara un nuevo ciclo demócrata?

Cuestión de conveniencias

La respuesta a qué cambiaría si ganara el demócrata Joe Biden "es poco interesante", resume Francisco De Santibañes, Secretario General del Consejo Argentino para las Relaciones Exteriores (CARI), porque en definitiva da un poco lo mismo. "Parece que no va a variar mucho porque la relación de Estados Unidos con Argentina va a estar definida a partir de ahora por el conflicto estratégico entre Estados Unidos y China, y eso es independiente del gobierno de turno", explica.

Para De Santibañes, las diferencias solo se dan en el orden de lo "táctico", o sea, en las formas. Mientras que los demócratas le dan más importancia a los organismos multilaterales, los republicanos se relacionan sobre todo a través del sector privado y de la agenda de seguridad.

Fernando Oris de Roa, embajador argentino en Estados Unidos entre 2018 y 2019, opina que además "Argentina no tiene impacto en las políticas norteamericanas porque América Latina no es prioridad para los Estados Unidos ni para Rusia ni para China" y que por eso le sirve a Washington como "terreno neutro para avanzar lo más que pueda" mientras no le cueste mucha plata ni puestos de trabajo.

Por el contrario, Diana Tussie, directora del área de Relaciones Internacionales de FLACSO, piensa que la rivalidad norteamericana con China, en la que ambos candidatos coinciden, "puede abrir espacio para Argentina y la región".

¿Entonces al Gobierno le da igual que gane Trump o Biden? Leandro Morgenfeld, historiador experto en la relación bilateral entre Argentina y Estados Unidos, cree que no. Hay varias razones por las que a Alberto Fernández le conviene una victoria del exvicepresidente de Obama, dice. Primero, por la afinidad ideológica. Segundo, por el buen vínculo del embajador en Washington con el establishment demócrata. Tercero, porque se la jugó a fondo con Béliz en la elección del BID, intentando posponerla para después de enero. Y cuarto, por la estrecha relación de Macri con Trump, préstamo del Fondo incluido.

Los beneficios para el gobierno peronista pueden ir incluso más allá de Argentina. A nivel regional, Biden supondría menos riesgo para los ciclos electorales en marcha y "menos intentos de desestabilización", sobre todo tras el triunfo del MAS en Bolivia y del Sí en el referéndum de Chile, explica Tussie.

Alberto "el prudente"

De todas maneras, si algo diferencia a esta elección de la anterior (entre varias cosas), es la prudencia de la Casa Rosada. En 2016, Mauricio Macri no se privó en ningún momento de mostrar su favoritismo por la fórmula demócrata. "Digamos que he trabajado más con Hillary Clinton en los últimos años", llegó a afirmar el entonces presidente en un encuentro de negocios un mes y medio antes de aquellos comicios. 

El Gobierno actual parece haber aprendido de los errores no forzados: Fernández se cuidó de no hacer ningún comentario y el embajador Jorge Argüello, aclararon cerca suyo, declinó varias invitaciones a foros para hablar del escenario electoral. "No vamos a tomar partido por nadie, por respeto a la voluntad del pueblo norteamericano", se limitan a decir en Cancillería.

"Estas cosas no se manejan apoyando a uno u otro candidato" sino con un embajador que tenga muchos tópicos en carpeta y sepa cuáles promover según quién gane la elección, señala al respecto Oris de Roa, quien ve con preocupación que "hay cientos de temas que Argentina no plantea". "Lo que diga un presidente tiene poco sentido si la carpeta está vacía. Se hablaba de la amistad entre Macri y Trump, pero eso es anecdótico", admite el predecesor de Argüello.

La renegociación con el Fondo

A Macri no le fue tan mal con Trump de todos modos, como muestra el impulso decisivo que le dio el presidente norteamericano al préstamo de USD57.000 millones que el FMI otorgó al gobierno de Cambiemos. Pero, paradójicamente, el escenario de renegociación con Kristalina Georgieva no cambiaría demasiado más allá de lo que suceda el 3 de noviembre.

"En la relación de Argentina con el FMI hay más cosas en juego -dice Morgenfeld-. La nueva dirección del organismo tiene una política de intentar acordar", sobre todo porque "es un caso muestra de lo que puede pasar con las deudas de muchos países en un contexto de depresión económica".

De Santibañes dice que Washington "tendrá una actitud positiva (en la negociación) tanto con Trump como con Biden", aunque el demócrata tendría más posiblemente "un gesto de buena voluntad". En términos económicos, al fin y al cabo, "es más importante Jerome Powell en la Fed que quién es presidente".

¿Sale Bolsonaro, entra Fernández?

El que sí se decidió “a lo Macri”, pero por el candidato opuesto, es Jair Bolsonaro. El presidente brasileño no se preocupó por ocultar en estos meses la relación carnal que mantiene con la administración actual. “Yo hago fuerza por (la reelección de) Trump porque estoy seguro de que con él vamos a potenciar, y mucho, las relaciones entre ambos países”, lanzó sin tapujos en julio pasado.

Como es sabido, el eje Washington-Brasilia ha sido el pilar de la política exterior de Bolsonaro, quien, para horror de Itamaraty, se propuso no solo relegar los históricos vínculos comerciales de su país con China o el Mercosur sino también destrozar la tradicional autonomía diplomática brasileña. Desde el momento cero de su mandato, Brasil se convirtió en el aliado privilegiado de Trump en Latinoamérica.

Por eso, aunque sea un poco por rebote, con una nueva administración demócrata podría "haber más espacio para Argentina, porque Bolsonaro seguramente puede perder el apoyo tan explícito que tuvo en estos años", opina Tussie.

Morgenfeld coincide: "Más allá de que mantendría el vínculo estratégico con Brasilia, creo que, para equilibrar, Biden apostaría mucho más a un buen vínculo con el gobierno argentino que con Brasil. Ahí sí habría un cambio interesante en la relación de Estados Unidos con América Latina".

Para Oris de Roa, el panorama igualmente no cambiará demasiado porque cualquier acercamiento que pueda llegar a hacer un eventual gobierno de Biden será "sobre temas que no son prioridad". "Sus asesores se preocupan por temas de Derechos Humanos, sociología o acuerdos sobre el clima. Son aproximaciones a Argentina que van a ocurrir pero de carácter soft, no hard como el caso de inversiones en empleo", explica.

De todos modos, el exembajador invierte la cuestión: "No es que Trump prioriza el eje con Brasilia sino que Argentina no ha querido jugar. Ni al macrismo ni a la coalición peronista les entusiasma una alineación con nadie. Este lujo se lo puede dar Dinamarca pero no sé si nosotros, porque la alineación no es solo intelectual sino también de progreso", cuestiona.

De Santibañes, en cambio, cree que las diferencias ideológicas entre Bolsonaro y parte del Partido Demócrata afectarán poco la política exterior de Estados Unidos respecto a Brasil, "porque no pueden darse el lujo de pelearse entre sí". "Seguramente habrá menos fotos pero la relación se debería mantener", grafica.

Qué hay de Venezuela

Hasta ahora, Alberto Fernández procuró denunciar el autoritarismo de Nicolás Maduro y condenar sus violaciones a los derechos humanos. Pero, al mismo tiempo, evitó caracterizar a su gobierno como una dictadura, jamás reconoció a Juan Guaidó y repudió la idea de un bloqueo.

Ni siquiera esta postura equilibrada salvó al Presidente de algún escándalo diplomático con Estados Unidos. No es otro que Claver-Carone, recuerda Morgenfeld, quien fue enviado por Trump a Buenos Aires el 10 de diciembre pasado para terminar pegando un portazo horas antes de la jura formal de Fernández, en protesta por la presencia de un funcionario chavista en la ceremonia.

¿Podría la Casa Rosada tener más libertad en su vínculo con Caracas si ganara el candidato demócrata? La realidad es que más bien sería al revés, porque Biden volvería a darle importancia a organismos multilaterales como la OEA y exigiría a través de ellos un mayor compromiso de Argentina para atacar a sus adversarios, explica Morgenfeld. Después de todo, agrega De Santibañes, desde sus épocas como senador el candidato demócrata siempre ha sostenido una política exterior tradicional, de la rama de derecha de su partido.

Para Tussie, más allá del caso de Venezuela, esta dinámica de los demócratas no es necesariamente negativa: "Es bueno que Biden se declare favorable a las reglas multilaterales en contraste con la política de hechos consumados de Trump. Ello permite más espacio para la negociación y una solución pacífica de las disputas", concluye.