Con Alberto Fernández y Felipe Solá, la Argentina recuperó participación y protagonismo en la CELAC, que hizo cumbre ayer en México. Es la mesa de coordinación regional que sobrevivió a la ofensiva neoliberal alineada con los EE.UU. que se llevó puesta a la Unasur y rediseñó el Mercosur. Argentina y México buscan que la región recupere autonomía en temas sensibles como el golpe en Bolivia o la necesidad de diálogo en Venezuela.
Argentina en tiempos de Mauricio Macri desestimó participar en las reuniones de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), un foro interamericano que agrupa a los 33 países de la región y que excluye la participación de los Estados Unidos y Canadá. Ayer en México todo cambió.
La CELAC nació, precisamente, para tratar de hilar una voz propia en el concierto regional y global, construir una mesa de articulación propia para todas las Américas: la del Norte, la Central, la del Caribe, y la del Sur; fue la manera entonces que encontró la diplomacia latinoamericana de tener un mapa común, ese que es imposible diseñar en el otro espacio que cruza de norte a sur a Nuestra América, pero donde siempre se ha impuesto la voluntad de Estados Unidos y su socio geopolítico Canadá: la Organización de Estados Americanos (OEA).
Argentina, con la presidencia de Alberto Fernández y su Canciller Felipe Solá como representante en la cubre, retomó ayer el protagonismo perdido en el proceso de integración regional en la cumbre de la CELAC, justamente mostrando una mayor autonomía respecto de los intereses de los EE.UU. y en cercanía clara con México.
Lo hizo en un momento delicado, tanto a nivel zonal como mundial. La administración de Donald Trump intenta romper los finos equilibrios alcanzados por la comunidad internacional en esos dos tableros y busca que los países del sur acompañen su agenda injerencista agresiva en temas como el apoyo de Estados Unidos a la coalición golpista boliviana, el intento estadounidense de imponer a otro presidente ilegítimo, en una suerte de eco del putsch boliviano, en Venezuela coronando a Juan Guaidó en el Palacio Miraflores, además de conseguir aplausos y condescendencia regional a la incursión militar acontecida en Irak contra la máxima autoridad militar iraní. 
En todos esos temas el Palacio San Martín expuso una mirada propia y autónoma en la capital mexicana: reiteró que no reconocerá a ningún presidente boliviano hasta que no haya elecciones libres, propuso diálogo y no injerencia para superar la crisis institucional venezolana.
Y sobre lo sucedido en Medio Oriente, Solá subrayó que: “hacemos un llamado a la comunidad internacional para que todos asumamos posiciones constructivas y reclama a las organizaciones multilaterales que asuman las responsabilidades que se les han confiado, en particular en materia de paz y seguridad internacional”.
Los temas en agenda
Más allá de los temas excepcionales mencionados, la cita de ayer de la CELAC tuvo su propio temario de debates, previamente acordado entre todos los jefes de política exterior. Felipe Solá y sus pares dialogaron y buscaron presupuestos comunes en: Cooperación aeroespacial y aeronáutica. Gestión integral de riesgos de desastres naturales; Foros de Ciencia y Tecnología para la sociedad; Encuentro de rectores universitarios; Compras consolidadas en común; Monitoreo de virus y bacterias por resistencia a antibióticos; Transparencia y lucha contra la corrupción; Foro Ministerial CELAC – China; Concertación política regional e intervenciones conjuntas en los foros multilaterales; Economía azul/Gestión sustentable de los recursos oceánicos. Diplomacia turística. En paralelo el ex gobernador bonaerense tuvo encuentros bilaterales con sus homólogos de México, Panamá, Cuba, Ecuador, Perú y Surinam.
Nuestras Voces habló con dos especialistas, la analista internacional Telma Luzzani y el investigador Leandro Morgenfeld, para poner en perspectiva la participación argentina en una cita regional que implica, en principio, cerrar lo que fue el ciclo macrista de alineación con los Estados Unidos.
En principio, la periodista Telma Luzzani, autora de dos libros recomendables en el campo del análisis internacional “Todo lo que necesitas saber sobre la Guerra Fría” y “Territorios Vigilados”, advierte a Nuestras Voces que: “la participación argentina en la cumbre de la CELAC me  parece decisiva. Ya el hecho de que la cita sea en México tiene un simbolismo autónomo en el sentido de indicar a las potencias que una parte del subcontinente está dispuesta a recuperar valores políticos esenciales como autonomía y soberanía. El protagonismo argentino en CELAC además cobra valor porque dicho organismo sintetiza la unidad de los países del sur y su capacidad de eludir el histórico tutelaje de Estados Unidos o Canadá. Por último, la CELAC tiene el valor de haber sobrevivido como foro regional a una feroz ofensiva geopolítica regional de Trump que logró desarticular un bloque común como la UNASUR con la complicidad de ciertos gobiernos como el de Mauricio Macri”
Por otro lado Luzzani remarca que: “La voz argentina además resuena en la CELAC porque la mayoría de los gobiernos latinoamericanos aún son de corte conservador, en un arco que va de la ultraderecha, como sucede en Brasil o Bolivia, a la derecha. Pero, por otra parte, posiciones autónomas e integracionistas como la argentina cobran sentido en un momento en que el equilibrio del poder mundial está en extrema tensión por culpa de los Estados Unidos. Trump explicitó que ordenó el asesinato de un alto mando militar iraní, lo que implica violar el derecho internacional. En ese marco que nosotros como región insistamos y subrayemos que somos una zona de paz, una zona sin armas nucleares, una zona que reivindica la autodeterminación y la no injerencia externa, es fundamental y estratégico”.
Leandro Morgenfeld, uno de los coordinadores en el centro de estudios CLACSO del grupo de trabajo “Estudios sobre Estados Unidos” y creador del blog de análisis latinoamericano “Vecinos en Conflicto”, comenta a Nuestras Voces que: “La CELAC tiene una importancia estratégica en un momento donde la OEA está jugando un papel muy vergonzoso en la región, Luis Almagro como Secretario General solo se dedica a hostigar al gobierno constitucional de Venezuela o en convalidar el golpe de Estado que se produjo en Bolivia. Es decir la OEA fue partícipe en las dos grandes ofensivas de los EE.UU. contra los gobiernos que no están alineados con sus políticas hemisféricas. Por eso recuperar a la CELAC, que es una suerte de OEA sin los Estados Unidos ni Canadá, y que por lo tanto reúne a los 33 países de América Latina y del Caribe, es fundamental para lograr mayores niveles de autonomía y también para coordinar acciones políticas, económicas y estratégicas en un momento del mundo donde hay sumas tensiones entre Estados Unidos y las potencias emergentes como es visible en Medio Oriente”.
A su vez Morgenfeld opina que: “Es evidente que tanto el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, como presidente pro tempore de la CELAC, y el gobierno de Alberto Fernández están planteando a la CELAC como la plataforma privilegiada de articulación regional. Es decir el gobierno argentino desestimó intentar reconstruir la UNASUR tras el vaciamiento del organismo promulgado por los gobiernos de derecha de la región, una ofensiva de la que Macri fue partícipe, y por el contrario jerarquiza a la CELAC como ámbito de referencia común para los países del sur. De hecho en la cumbre se van a discutir las candidaturas existentes para conducir el próximo período institucional de la OEA. En ese sentido Almagro pretende ir por la reelección, mientras que Argentina y otros países apoyan a la ex Canciller ecuatoriana Fernanda Espinosa para contar con una representante autónoma de Washington en ese organismo. Repito, en un contexto regional y mundial delicado, Argentina y México están apoyándose en la CELAC para pensar y articular una política exterior en clave latinoamericana”.