viernes, 22 de septiembre de 2017

"Cerdos y peces: Macri se juega todos los porotos en su año de mayor exposición global"

Cerdos y peces: Macri se juega todos los porotos en su año de mayor exposición global

Por Alejandro Bercovich (BAE)
Ginebra
Enviado Especial
abercovich@diariobae.com


Cuando cumpla dos años en el poder, el 10 de diciembre, Mauricio Macri ya habrá superado más o menos aceptablemente el test de las elecciones legislativas y pondrá toda la carne al asador para que el mundo rico vuelva a prestarle la atención que le dispensó durante un par de meses, apenas asumió. Vendrá de asumir la presidencia rotativa del G-20, cuyos poderosos jefes de Estado pisarán Buenos Aires a mediados de 2018. Y ese mismo fin de semana largo, los ministros de Comercio de todo el planeta se acreditarán en el Hilton de Puerto Madero para la cumbre bienal de la Organización Mundial de Comercio (OMC), cuya misión de bajar las barreras aduaneras se ve jaqueada como nunca por la ola proteccionista que levantó Donald Trump. Será el inicio de un año de altísimo perfil internacional para el Presidente, cuyo plan económico depende de que se concrete la prometida lluvia de inversiones extranjeras. Pero también una apuesta arriesgada: en un mundo sacudido por atentados, protestas callejeras y amenazas de guerra nuclear, cualquier fracaso diplomático o traspié organizativo promete resonar enormemente.
Los preparativos de la cumbre de la OMC ya entraron en su recta final en esta ciudad apacible, pulcra y carísima a orillas del lago Leman, a cinco kilómetros de la frontera suiza con Francia. Su director general, el brasileño Roberto Azevêdo, anunció ayer entusiasta que el comercio mundial crecerá este año un 3,6% en volumen, muy por encima del 2,4% que preveía el organismo y de la tasa anual a la que aumentó durante el último lustro. "Este mayor crecimiento se debe a la reactivación de las corrientes comerciales desde y hacia Asia y América del Norte. Y se da pese al agravamiento de las tensiones políticas, al costo económico de las catástrofes naturales y a la posibilidad latente de que la creciente retórica proteccionista se plasme en efectivas medidas restrictivas del comercio", dijo Azevêdo a una docena de medios latinoamericanos -entre ellos BAE Negocios- invitados por la Fundación Friedrich Ebert a un seminario sobre la cumbre.

El comercio internacional viene de una revolución sin precedentes. Entre 2001 y 2008 se triplicó, de 5 a 15 billones de dólares anuales, sobre todo por la irrupción de China en el mercado mundial. La crisis financiera de 2008 con epicentro de Estados Unidos lo deprimió un 20%, a 12 billones al año, pero desde entonces se recuperó hasta volver casi a su récord previo. Ahora Estados Unidos amenaza con cerrar sus fronteras y revisa sus tratados de libre comercio más importantes (el NAFTA con México y Canadá y el bilateral con Corea del Sur), mientras otras potencias amagan con seguirlo. Argentina, en tanto, se lanzó de la mano de Macri a una apertura importadora audaz que empieza a afectar el empleo industrial pero que el Gobierno espera que sirva para modernizar la infraestructura, domar la inflación y aumentar la productividad.

En la capital de la neutralidad, donde funcionó desde 1919 la antecesora de la ONU y donde un 41% de la población es extranjera (muchos de ellos diplomáticos), nadie quiere oír hablar de Trump. "Retórica proteccionista no es lo mismo que proteccionismo. Pero puede convertirse muy rápidamente en eso", advirtió ayer Azevêdo, sin nombrarlo. Hasta ahora, el republicano no designó embajador ante la OMC y se negó a avalar la designación de nuevos jueces para el tribunal de solución de conflictos comerciales que funciona en su sede, donde Argentina acaba de ganarle a la Unión Europea (UE) una disputa por los aranceles que cobraba al biodiesel criollo. Su negociador comercial jefe (USTR), Robert Lighthizer, dijo esta semana que "China es una amenaza hasta ahora desconocida para el comercio mundial". Y agregó que las reglas de la OMC "no sirven" para lidiar con esa amenaza.
Agitados
¿Tendrá impacto local la cumbre del 10 al 13 diciembre? A los vecinos de Puerto Madero, en principio, los obligarán a registrar sus huellas dactilares para poder llegar a sus departamentos. Todo el resto tendrá vedada la entrada al barrio, para evitar que se acerquen a sus delegados las manifestaciones que ya preparan grupos como ATTAC, la CTEP, el Colectivo "Mejor Sin Tratados de Libre Comercio" y otros, con el apoyo de Madres de Plaza Línea Fundadora y una larga lista de gremios y organizaciones sociales. Los opositores al encuentro llaman a "hacer otro Seattle en Buenos Aires", en referencia a la batalla campal con más de 40 mil manifestantes que obligó a suspender aquella cumbre de la OMC en 1999.
El Gobierno teme que haya desbordes como en la cumbre del G-20 de julio último en Hamburgo. Lo desespera la posibilidad de que alguna movilización termine como la convocada a un mes de la desaparición de Santiago Maldonado, con heridos y detenidos, aunque los organismos de derechos humanos denuncian que esos incidentes fueron iniciados por la policía metropolitana precisamente para correr el foco del motivo de la protesta. Para evitar choques, esta vez, el Estado destinará la mitad de los $500 millones que le costará la cumbre al operativo de logística y seguridad.

Todo eso será apenas un ensayo para la reunión de presidentes del G-20 de mediados de 2018, cuando el Gobierno evalúa cerrar al tránsito peatonal y vehicular buena parte del centro porteño y durante la cual ya decidió ceder el control del espacio aéreo y marítimo adyacente a la cumbre a las fuerzas armadas de las principales potencias visitantes.

El otro riesgo, además del de un atentado o choques con manifestantes, es el de un fracaso de la cumbre. Si no hay más avances que un comunicado de buenas intenciones, todos culparán a Trump. Pero parte del costo lo pagará Macri, en parte debido a que la anfitriona (chair) de la cumbre es la excanciller Susana Malcorra, quien aterrizará en Ginebra en dos semanas para terminar de definir la agenda. El economista Héctor Torres, quien volvió a esta ciudad luego de un año en Washington como director argentino en el FMI (se fue cuando renunció Alfonso Prat-Gay), es uno de los expertos que la asesoran. "Esta cumbre es particularmente desafiante", dijo a BAE Negocios. "El riesgo es que se consume una pelea en casa, y a nadie le gusta eso", agregó.
Sobrepesca
El Gobierno, sin embargo, espera poder mostrar algunos logros para los negocios tras la cumbre de la OMC. El principal es un compromiso de todos sus socios para reducir los subsidios a la pesca. Sin esos subsidios, especialmente las ayudas para combustible que países como China, Japón y Taiwán otorgan a los miles de buques factoría que saquean los recursos ictícolas en el límite y también dentro de aguas argentinas, esa depredación dejaría de ser negocio. Los pesqueros no cubrirían los costos de viajar tan lejos. "Es un tema que tiene chances serias de avanzar", dijeron varios altos funcionarios del organismo consultados aquí. No es menor: desde hace un lustro, Argentina exporta más pescados y mariscos que carne vacuna.
La clave va a estar en cómo se definan los subsidios. Y en cómo jueguen países como Perú, que no quieren reducir los subsidios a sus pescadores ni sus ayudas para la industrialización local del recurso. Solo en América latina hay dos millones de personas que viven de la pesca y un 31% de los recursos ictícolas del mundo están "sobrepescados", según la organización de la ONU para alimentos y agricultura (FAO). Eso implica que sus poblaciones no se llegan a reproducir al ritmo al que las capturan.

Los demás ejes de discusión de la cumbre no prometen grandes avances. Europa no dejará de subsidiar a sus agricultores ni a sus ganaderos, muy combativos a la hora de defender esos beneficios. India tampoco renunciará a mantener sus galpones estatales llenos de trigo y arroz para cuidar su seguridad alimentaria, como querrían los popes de la OMC. Estados Unidos ni piensa revertir su bloqueo al biodiesel argentino. Sí festeja en cambio que Macri le haya abierto la puerta a sus cerdos durante la última visita del vice Mike Pence al país.

En pocos días, de todos modos, la ciudad alpina donde descansan los restos de Borges recibirá un aluvión de argentinos. Antes que Malcorra, el senador Julio Cobos y el diputado Luciano Laspina llegarán la semana próxima para un foro de parlamentarios que se reúne siempre en simultáneo a la OMC. También aterrizará junto al lago Leman el encargado del B-20 (G-20 empresario), Daniel Funes de Rioja, conocedor como pocos de la vida ginebrina por sus años de lobby pro-empleador en la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Son más de 70 reuniones paralelas durante todo un año y más de 5.000 participantes que llegarán a Buenos Aires en diciembre. Un desafío político y organizativo que muchos aquí temen que termine con un portazo de Trump.

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