martes, 20 de julio de 2021

“Hace 60 años que EE.UU. tiene una política bipartidista de agresión a Cuba”

 Entrevista a Leandro Morgenfeld en Notas. Por Santiago Mayor

“Hace 60 años que EE.UU. tiene una política bipartidista de agresión a Cuba”

El analista internacional Leandro Morgenfeld repasa en esta entrevista la política del presidente Joe Biden hacia América Latina donde busca hacer equilibrio entre los intereses del establishment y un discurso de defensa de la democracia y los Derechos Humanos.

Manifestante ondea una bandera de Cuba frente a la Casa Blanca en Washington D.C.

Santiago Mayor @SantiMayor

Las últimas semanas América Latina se vio particularmente convulsionada. Desde el magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moïse, pasando por las protestas en Cuba, hasta el reconocimiento de Pedro Castillo como presidente de Perú luego de semanas de demoras e impugnaciones.

El historiador e investigador del Conicet, Leandro Morgenfeld, analiza como se ha movido el gobierno de EE.UU. ante este particular escenario atravesado por la pandemia y el crecimiento de la influencia de China en su histórica área de influencia. 

En ese sentido asegura que estamos “en un proceso de transición hegemónica” que llega hasta nuestras latitudes. Particularmente en América del Sur donde China ya reemplazó a Washington “como principal socio comercial transformándose en un importante inversor y prestamista”.

– En la última semana Cuba fue noticia por las protestas contra el gobierno, pero también por las fake news difundidas por medios internacionales y pedidos de «intervención» de EE.UU. ¿Cuál ha sido la posición de la administración Biden respecto a la isla? ¿Ha cambiado algo respecto a Donald Trump?

– Lo primero que hay que señalar es que hace más de 60 años hay una política exterior bipartidista de agresión contra Cuba que tuvo distintas modalidades. Desde la invasión militar a Bahía de Cochinos en 1961; pasando por el bloqueo comercial financiero y económico que tiene más de seis décadas y se reforzó en los años ’90 (es decir en la post Guerra Fría); usar millones de dólares para intentar que distintos grupos contrarios a la revolución desestabilicen y provoquen un cambio de régimen. También hubo innumerables intentos de magnicidio contra Fidel Castro perpetrados y organizados por la CIA entre muchas otras formas de tratar de derrotar a la revolución.

Esto es una constante con distintas administraciones republicanas y demócratas. Lo que hay es una diferencia, si se quiere, en el balance de eso que no lograron hasta ahora y en cuál es la mejor estrategia para lograr ese objetivo.

Lo que ocurrió durante el segundo mandato de Barack Obama es que hubo sectores que planteaban que no se podía mantener el bloqueo. Desde 1992 viene siendo rechazado en Naciones Unidas por todos los países menos Israel y empresarios que quieren hacer negocios con Cuba ven como China, Brasil, Canadá, España, Venezuela, etc. comercian con la isla y EE.UU. no, cuándo hasta 1959 fue su área exclusiva de influencia. Por eso impulsaron una suerte de distensión bilateral.

No levantó el bloqueo -que requiere un consenso bipartidista en el Congreso- pero sí permitió los viajes que habían aumentado el turismo en la isla y se aflojaron una serie de cuestiones que permitieron el envío de remesas.

Sin embargo con Trump, para ganar a los sectores anticastristas de Florida, hubo una posición muy dura desde que asumió y volvió con la retórica de la Guerra Fría. No rompió relaciones diplomáticas pero sí dio marcha atrás con muchas medidas que había tomado Obama.

A esto se sumó la pandemia que hizo que cayera un 11% el PBI de Cuba y hubo un brutal descenso del turismo por lo mismo, generando escasez de dólares. Sumado a la imposibilidad de enviar remesas o la dificultad que se produjo por la profundización del bloqueo cerrando los más de 400 locales de Western Union que había en la isla, produjo una asfixia. Por ejemplo para la cuestión energética que fue uno de los disparadores de las protestas.

Biden si bien se esperaba que volviera a la política de Obama, desde que asumió en enero dijo que Cuba no era su prioridad. Mantuvo a la isla en la lista de países que patrocinan en el terrorismo a la cual había quitado Obama y Trump volvió a poner. Esto supone una serie de sanciones, incluso a empresas no norteamericanas, como parte del bloqueo ilegal y extraterritorial.

El jueves pasado también hizo declaraciones, corrido por los sectores ultraderechistas de EE.UU., que por ahora no va a haber ninguna vuelta atrás. El Departamento de Estado sigue inyectando millones de dólares para promover las protestas y todo esto marca un consenso bipartidista.

Aunque hay que decirlo, hay fracturas en el Partido Demócrata porque emergieron nuevos liderazgos que cuestionan esta política imperialista. Tanto los movimientos sociales como la izquierda del partido.

– La agenda mediática regional parece haber dejado rápidamente atrás el magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moïse, sin embargo se trata de un hecho muy grave y sin precedentes en años recientes. Ex militares colombianos, algunos entrenados por EE.UU., y dos haitiano-estadounidenses parecen ser los responsables ¿Es posible que una acción de estas características se llevará a cabo en el país sin conocimiento de Washington? 

– Toda esta campaña internacional fomentada por los grandes medios de comunicación alineados con Washington mediante fake news y creando el hashtag #SOSCuba, orquestado en el marco de una guerra híbrida contra la isla permite distraer la atención del brutal magnicidio que se produjo contra Jovenel Moïse.

Se confirmó que hay norteamericanos y 26 ex militares colombianos implicados. El propio Pentágono reconoció que algunos de esos militares fueron entrenados en EE.UU.

Es decir que han dejado los dedos pegados en una nueva agresión contra Haití. Quizás el país que más sufrió los embates del imperialismo en los últimos 200 años. Vemos a la Colombia de Duque y Uribe, el país más penetrado desde el punto de vista militar por EE.UU., que sigue siendo su peón en América del Sur, muy vinculado a este magnicidio.

En vez de estar hablando todos los medios de América Latina de la brutalidad de esta situación; en vez de estar hablando de cómo el gobierno de Macri en Argentina, de Lenin Moreno en Ecuador y Bolsonaro en Brasil estuvieron implicados en el apoyo al gobierno golpista en Bolivia; se distrae la atención con el tema de Cuba y no ponemos el foco en esta situación gravísima que ocurrió en Haití.

Vemos como las derechas y sus medios de comunicación vuelven a arengar con el fantasma del comunismo para atacar en cada uno de los países a gobiernos que intentan incluso discursivamente una política igualitarista. O a aquellos que reivindican principios históricos como hicieron México y Argentina de no intervención y respeto al derecho soberano de cada pueblo a determinar que tipo de gobierno y sistema político eligen.

Claramente Cuba, como antes lo vimos con Venezuela o Nicaragua, se utiliza para instrumentar una avanzada ultraderechista alineada con Washington.

– Al margen de estos casos puntuales, la posición estadounidense frente a América Latina parece ser ambigua en algunos aspectos. Si bien mantienen la política de agresión a Venezuela no se han sumado (al menos explícitamente) al intento de arrebatarle el triunfo electoral a Pedro Castillo en Perú, un candidato sin duda menos afín a EE.UU. que Keiko Fujimori ¿Hay diferencias en la administración Biden respecto a América Latina?

– Creo que hay matices importantes entre la administración Biden y el gobierno anterior de Donald Trump. Biden pretende recuperar la alicaída imagen de EE.UU. en la región apelando al multilateralismo, a la diplomacia y no a esa perspectiva bilateral contra cualquier institución internacional y muy agresiva que tenía su antecesor. Todo el tiempo estaba reivindicando un discurso más propio de la Guerra Fría.

En ese sentido Biden hace un delicado equilibrio entre mantener los intereses estratégicos del establishment de EE.UU. (siguen buscando el cambio de régimen en Cuba y Venezuela), pero al mismo tiempo elabora una política exterior que dice defender los valores multilaterales, la democracia y los Derechos Humanos. En ese sentido le resulta muy difícil a un gobierno así alinearse con Keiko Fujimori en Perú y no reconocer, a pesar de que pusieron todas las trabas posibles, al presidente electo Pedro Castillo.

Hace equilibrio en un continente que muestra vigorosos procesos de protesta social y potencial cambio político como ocurrió en Perú y está ocurriendo en Chile, posiblemente ocurra el año que viene en Colombia y hace tres años ocurrió en México. Es decir cuatro países que integraban la Alianza del Pacífico, que tenían gobiernos neoliberales y alineados con EE.UU., estamos viendo como con distintos procesos se dan enormes movilizaciones y cambios políticos por arriba.

Por supuesto el gran interrogante es qué va a pasar en Brasil que tiene un gobierno como el de Bolsonaro totalmente alineado con Trump y que con Biden tiene sus diferencias. Como indican las encuestas hay serias posibilidades de la vuelta al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.

Entonces eso abre fracturas al interior de la administración estadounidense y le pone algún coto a quienes plantean políticas más duras y abiertamente intervencionistas en la región. Cómo por ejemplo las que a través de su peón Luis Almagro llevaron adelante en Bolivia en 2019, apoyando al gobierno que surgió después de un golpe de Estado.

Ahí vemos una política de Trump abiertamente injerencista y golpista que apoyaron también algunos gobiernos derechistas de la región a instancias de la jugada que hizo la Organización de Estados Americanos (OEA) y por supuesto de EE.UU. Luis Almagro no hace nada sin la dirección política de Washington.

– En estos días circuló en las redes sociales un mapa que muestra la expansión de China como principal socio comercial de la mayoría de los países del mundo, incluidos los de América Latina, en detrimento de EE.UU. ¿Qué supone esto para Washington? ¿La reciente donación de vacunas a la región se inscribe en un intento por contener el avance de Beijing?

– Si, estamos en un proceso de transición hegemónica. De declive de EE.UU. y ascenso de China. La gran duda es si vamos hacia una nueva hegemonía a nivel global, si vamos hacia un sistema de bipolaridad o un mundo mucho más multipolar. Pero sin duda en todos los órdenes -económico, comercial, financiero, político, militar- hay un creciente rebalanceo del poder.

Esto por supuesto preocupa mucho a EE.UU. que está intentando resistir en todo el mundo y sobre todo en su «patio trasero». Particularmente en América del Sur donde ya China lo reemplazó como principal socio comercial transformándose en un importante inversor y prestamista.

Entre todas esas disputas también está la de lo que se llama ‘Soft power’, el poder blando. Y eso, en el marco de una pandemia global, tiene que ver con las vacunas.

Países con mayor vínculo comercial en 2000 y 2020

EE.UU. había quedado bastante rezagado en ese punto. China tuvo una política muy activa con el avance de sus vacunas y lo que está haciendo Washington ahora -que tiene bastante resuelto el tema de su vacunación- es utilizar el enorme poder económico que tiene para hacer diplomacia con esto.

Lo que se hablaba durante la presidencia de Obama como ‘Smart power’, una combinación de ‘hard power’ y ‘soft power’. Pero este último, que había sido dejado de lado por la administración Trump, hoy con Biden lo estamos viendo de nuevo.

Entonces esta donación de vacunas tiene un doble objetivo. Por un lado presionar al gobierno argentino para que modifique la ley existente y firme contratos jugosos con laboratorios norteamericanos. Esto es histórico: usar la donación como elemento de chantaje. Y al mismo tiempo mostrar que EE.UU. es solidario en el contexto de pandemia.

Argentina pasó a ser un país clave en el contexto de redireccionamiento de las fuerzas políticas en la región. Porque tiene, en algunos puntos de materia de política exterior, una posición interesante de autonomía (en otros muestra claroscuros). Por eso se busca que no avance con un discurso de mayor confrontación con EE.UU. y acercamiento hacia China.

Eso explica esta novedad de la donación de vacunas hacia distintos países de la región.

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