lunes, 18 de junio de 2018

¿Podrá el imperio norteamericano sobrevivir a Trump? ENTREVISTA A LEO PANITCH

¿Podrá el imperio norteamericano sobrevivir a Trump?

ENTREVISTA A LEO PANITCH

(La Izquierda Diario)
Leo Panitch es uno de los animadores de Socialist Project, agrupamiento canadiense que considera imperativo que en el siglo XXI “la izquierda inicie un proceso sostenido de redesarrollo organizacional, experimentación y lucha”. En la revista Socialist Register que edita, escribe regularmente sobre cuestiones clave de actualidad: la democracia, la clase obrera y la organización política que esta necesita, las finanzas en el capitalismo del siglo XXI.
Publicó en 2012 junto a Sam Gindin La construcción del capitalismo global. La economía política del imperio americano, donde fundamenta lo que considera los rasgos determinantes de la manera en la que los EE. UU. establecieron un “imperio informal”, que en su visión habría sentado las bases para que primara en todos los estados se involucraran en su propio interés en una gestión “coletiva” del capitalismo global (bajo comando de las Secretarías de Estado y del Tesoro del Estado norteamericano) y alejado de manera duradera cualquier perspectiva de rivalidad con otras potencias.
Ya en otra oportunidad conversamos con Panitch sobre los aspectos problemáticos de esta caracterización del rol del Estado norteamericano, un contrapunto que continuamos como parte de una serie de elaboraciones sobre las teorías contemporáneas del imperialismo, y que motivó una breve respuesta de Panitch y Gindin.
Aprovechamos su visita a Buenos Aires para continuar discutiendo estos temas, y conocer su opinión sobre las perspectivas del rol geopolítico de los EE. UU. en tiempos de Donald Trump y su “America First”.
A partir de la cuestión de la organización política de la clase obrera en el siglo XXI, la entrevista se amplió a los problemas de la estrategia revolucionaria, la actualidad de las lecciones de las intervenciones revolucionarias de la clase obrera de las primeras décadas del siglo XX, y las elaboraciones desarrolladas por los marxistas (especialmente Lenin y Trotsky) a partir de las mismas.

Quería comenzar por preguntarte qué cambios observás en el rol y capacidades de lo que vos definís como el imperio norteamericano con la presidencia de Donald Trump. Con el “America First”, Trump llegó a la presidencia declamando un giro importante respecto del rol de garante de las reglas de la integración global. ¿Cuánto vez que cambió?

Bueno, ciertamente es un reflejo del imperio en crisis, de la deslegitimación de la globalización neoliberal. Que produjo, desafortunadamente, una reacción de derecha, que resulta seductora dada la bancarrota de la socialdemocracia, el colapso de los viejos partidos comunistas y la derrota del sindicalismo. Estas fuerzas atraen a muchos trabajadores, en todos lados.
En el caso de EE. UU. produjo la oportunidad para que Trump ganara la nominación del Partido Republicano –no para que Sanders ganara la del Partido Demócrata– y para que fuera electo. No es que tuviera la mayoría del voto trabajador, pero sí ganó en la suficiente cantidad de lugares donde siempre habían votado demócratas, desde el New Deal, comunidades de trabajadores en el viejo medio-oeste industrial, como para asegurar la presidencia. Y esto lo logró sobre la base de una retórica que es muy contraria al tipo de imperio de las leyes y de integración global liberal promocionada por el establishment que supervisó la construcción del capitalismo global a través del Estado norteamericano.
El rechazo a este tipo de rol de los EE. UU., del imperio informal, en contraposición al viejo tipo de política imperialista que era aceptada por este sector, es algo que siempre estuvo presente dentro del Estado, que se podía observar en los estamentos de los aparatos de burocracia y especialmente en el Congreso en sectores de la derecha. Esto se remonta al final de los años ’40, cuando la primera Organización Mundial del Comercio fue derrotada, a pesar de que era algo que el establishment buscaba imponer. Hay una oposición al rol que juega el Estado norteamericano en contener las crisis globales que viene de lejos. Lo que Trump refleja es esa clase de oposición.

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Hay que preguntarse si bajo esta administración el Tesoro, o incluso la Reserva Federal, que es menos efectiva, tendrán la capacidad, de jugar ese mismo rol en contener una crisis como esa si se produce.
La ironía es que el Estado norteamericano fue tan exitoso en atraer a otros Estados hacia una globalización basada en las reglas del tipo neoliberal, que cuando Trump adopta su postura, los otros Estados validan el libre comercio, los movimientos desregulados de capitales, etc. Los ministros del G20 le dicen al Secretario del Tesoro de EE. UU. que es necesario mantener el libre comercio y el libre movimiento de capitales. En 2008 era EE. UU. que se ponía a la cabeza de esto para asegurar la coordinación ante la crisis global.
Entonces, habrá que ver qué ocurre. Yo creo que lo que esta administración quiere hacer es trasladar algo de la carga de responsabilidad y desventajas fuera de los EE. UU. El grado de integración del capitalismo estadounidense es tan grande que es difícil de creer que vaya muy lejos en desintegrar al capitalismo global. Pero es imposible saberlo de antemano. Obviamente es un momento histórico el que estamos viviendo. Y uno peligroso. Desearíamos que, dada la crisis ideológica del neoliberalismo, este desafío viniera desde la izquierda y no desde la derecha.

Dados los riesgos que señalás para que el Tesoro o el Departamento de Estado puedan jugar el rol que tuvieron en contener la crisis, y siendo que algunos riesgos se agravarían por la reversión de las medidas de regulación aplicadas en su momento con la Ley Dodd-Frank, etc., ¿no podría generar un escenario de alto riesgo de dislocación geopolítica como la que se evitó por Lehman, dada la probable ausencia de una coordinación como la que se dio entonces impulsada desde los EE. UU.?

Es una posibilidad. Este tipo de disfuncionalidad desde el punto de vista del capital global podría ocurrir.
Pero es posible que no vayamos a ver otro incendio financiero. Lo que pasó en la Argentina en 2001 fue la última de las crisis financieras originadas por la remoción de los controles de capitales en todo el mundo, que se dieron especialmente en el Sur Global. Hubo 70 crisis financieras desde los ‘80 hasta la de Argentina. Y aparte de la gran crisis en 2007/2008 en los EE. UU., no ha habido otras semejantes a esa desde entonces. Y estas eran siempre peligrosas, porque podían desarticular todo el sistema a causa del peligro que representaban para los bancos en Wall Street.
Yo veo poco probable que una crisis de este tipo ocurra en los próximos años. Creo que tenés razón en que la desregulación, respecto de la ley Dodd-Frank implementada después de la crisis, es peligrosa. Ese fue un intento de introducir algún aspecto prevención de la crisis, en vez de contención una vez que estalla. Después de 2008 introdujeron mecanismos como la supervisión directa de las grandes instituciones financieras con presencia de representantes del Estado en las mismas. Ahora se está revirtiendo.
Entonces, comparto que hay un peligro dentro del Estado norteamericano. Pero el hecho de que no hayamos visto otra crisis como la de Argentina creo que significa que no hay tantos motivos de preocupación.

Con Trump, EE. UU. se muestra como un socio menos confiable en aspectos importantes. Como mostró con su retirada del acuerdo de París, o recientemente con las idas y vueltas de la política comercial proteccionista. ¿Todo esto no puede acelerar los esfuerzos de otras potencias por desafiar la preeminencia de EE. UU. en el orden global, y eso convertirse en un disparador para acelerar el fin del “imperio norteamericano” como vos lo definís?

Siempre es una posibilidad. Pero creo que lo que es significativo es el compromiso de todos los Estados capitalistas en tratar de mantener una economía mundial capitalista integrada. Sí es probable que si a EE. UU. continúa haciéndosele difícil manejar al capitalismo global, otros Estados buscarán hacerlo. Pero eso no tiene nada que ver con el retorno a las rivalidades interimperialistas.
Este es un momento muy extraño. Creo que no parece que la dinámica esté llevando a la clase de colapso de la internacionalización capitalista que tuvo lugar con la I Guerra Mundial y los desarrollos del período entreguerras que destruyeron el orden global existente en el siglo XIX, a pesar del ascenso de la xenofobia que estamos viendo en India, en Europa y en EE. UU. Y esto probablemente refleja el grado en que las clases dominantes, las grandes corporaciones, y los Estados en sí mismos, han sido transformados a causa de la integración del capitalismo global.
Es un capitalismo caótico e irracional en el que vivimos, y tenemos que ver la manera en que los Estados capitalistas están insertos en ese caos.

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