El 1 de enero de 1994, hace exactamente 20 años, entraba en vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, conocido como NAFTA por su sigla en inglés), un globo de ensayo neoliberal que después Estados Unidos pretendió extender al resto del continente a través del proyecto del ALCA. En esos tiempos difíciles, en Chiapas, lo más pobre de lo más pobre de México, se levantó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y los indígenas más humillados iniciaron una larga resistencia, que hoy cumple dos décadas. Fueron los pioneros en la lucha social latinoamericana contra el neoliberalismo. Y marcaron un camino para la lucha contra el ALCA. Tuve el privilegio de pasar dos semanas conviviendo en un Aguascalientes, un campamento zapatista, hace 14 años. Una experiencia maravillosa. Más allá de posibles diferencias con su estrategia política, creo que siguen siendo un gran ejemplo de perseverancia, dignidad y lucha, para todos los pueblos. Contra viento y marea, siguen construyendo día a día ese otro mundo posible. Qué mejor homenaje que compartir la bella pluma del Subcomandante Marcos, a propósito de estos (primeros) 20 años:
Comunicado del EZLN
CUANDO LOS MUERTOS CALLAN EN VOZ ALTA
(Rebobinar 1)
(En el que se reflexiona sobre l@s ausentes, las
biografías, narra el primer encuentro de Durito con el Gato-Perro, y
habla de otros asuntos que no vienen al caso, o cosa, según irá dictando
la posdata impertinente)
Noviembre-Diciembre del 2013.
Me parece que hemos confundido mucho esta cuestión de la Vida y la
Muerte. Me parece que lo que llaman mi sombra aquí en la tierra es mi
sustancia auténtica. Me parece que, al mirar las cosas espirituales, somos
demasiado como ostras que observan el sol a través del agua y piensan que
la densa agua es la más fina de las atmósferas. Me parece que mi cuerpo
no es más que las heces de mi mejor ser. De hecho, que se lleve mi cuerpo
quien quiera, que se lo lleve, digo: no es yo.
Muerte. Me parece que lo que llaman mi sombra aquí en la tierra es mi
sustancia auténtica. Me parece que, al mirar las cosas espirituales, somos
demasiado como ostras que observan el sol a través del agua y piensan que
la densa agua es la más fina de las atmósferas. Me parece que mi cuerpo
no es más que las heces de mi mejor ser. De hecho, que se lleve mi cuerpo
quien quiera, que se lo lleve, digo: no es yo.
Herman Melville “Moby Dick”.
Desde hace un buen de tiempo que
sostengo que la mayoría de las biografías no son más que una mentira
documentada, y a veces, no siempre, bien redactada. El biógrafo
promedio tiene una convicción previa y el margen de tolerancia es muy
reducido, cuando no inexistente. Con esa convicción comienza a hurgar
en el rompecabezas de una vida que le es ajena (por eso su interés en
hacer la biografía), y va recolectando las piezas falsas que le permitan
documentar su convicción propia, no la vida reseñada.
Lo cierto es que acaso podríamos
conocer con certeza fecha y lugar de nacimiento, y, en algunos casos,
fecha y lugar de defunción. Fuera de eso, la mayoría de las biografías
deberían de estar en el rubro de “historias noveladas” o “ciencia
ficción”.
¿Qué es lo que queda entonces de una vida? Poco o mucho, decimos nosotros.
Poco o mucho, dependiendo de la memoria.
O, más bien, de los fragmentos que en la memoria colectiva imprimió esa vida.
Si esto no vale para biógrafos y
editores, poco importa para el común de la gente. Suele suceder que lo
que realmente importa no aparece en los medios de comunicación, ni se
puede medir en encuestas.
Ergo, de una persona ausente sólo
tenemos piezas arbitrarias del complejo rompecabezas hecho de jirones,
rasgados y tendencias que se conocen como “vida”.
Así que, con este inicio confuso,
permítaseme levantar algunas de esas piezas fragmentadas para abrazar y
abrazarnos por el paso que hoy nos falta y necesitamos…
-*-
Un concierto en el silencio mexicano.
Don Juan Chávez Alonso, purépecha, zapatista y mexicano, hace un ademán
como quitándose un insecto molesto. Es su respuesta a la disculpa que
le doy por uno de mis torpes exabruptos. Estamos en territorio Cucapá,
en mitad de un terreno arenoso. En esas coordenadas geográficas y
cuando en el calendario se señala la Sexta 2006 en el Noroeste de
México, en la gran tienda de campaña que le sirve de hospedaje, Don Juan
toma la guitarra y pregunta si queremos escuchar algo que compuso.
Apenas afina e inicia un concierto que, sin letra alguna, narra el
alzamiento zapatista desde el primero de enero de 1994 hasta la
presencia de la Comandanta Ramona en la formación del Congreso Nacional
Indígena.
Un silencio luego, como si fuera una nota más.
Un silencio en el que callaban en voz alta nuestros muertos.
-*-
También en el noreste mexicano, la
locura sangrienta del Poder pinta de absurdos aún impunes el calendario
de abajo. 5 de junio del 2009. La codicia y el despotismo
gubernamentales han prendido fuego a una guardería para infantes. Las
víctimas mortales, 49 niños y niñas, son las bajas colaterales cuando se
destruyen archivos comprometedores. Al absurdo de que los padres
sepulten a los hijos, le sigue el de una justicia débil y corrupta: los
responsables no reciben una orden de aprehensión, sino puestos en el
gabinete del criminal que, bajo el azul de Acción Nacional, tratará de
ocultar el baño de sangre en el que sumió al país entero.
Donde los biógrafos cierran sus apuntes
“porque unos pocos años de vida no son rentables”, la historia de abajo
abre su cuaderno de otros absurdos: con su injusta ausencia, estos
infantes han parido otros hombres y mujeres. Sus padres y madres
levantan desde entonces la demanda de la justicia más grande: la de que
la injusticia no se repita.
-*-
“El problema con la vida es que al final te mata“, había dicho Durito, cuyas fantasiosas historias caballerescas tanto divertían a la Chapis.
Aunque ella habría preguntado, con esa impertinente mezcla de
ingenuidad y sinceridad que desconcertaba a quienes no la conocían, “¿y por qué un problema?“.
Don Durito de La Lacandona, escarabajo de origen y de oficio andante
caballero, habría evitado polemizar con ella, puesto que, según un
supuesto reglamento de la caballería andante, no se debe contradecir a
una dama, (sobre todo si la dama en cuestión tiene buenas influencias
“muy arriba”, agregaba Durito que sabía que la Chapis era religiosa, monja, hermana, o como quieran ustedes llamar a las mujeres que hacen de la fe, su vida y profesión).
La Chapis no nos conocía. Quiero
decir, no como quien nos mira desde fuera y sobre nosotros escribe,
habla… o mal habla (ya ven ustedes cómo son pasajeras las modas). La Chapis
era con nosotros. Y lo era tiempo antes de que un escarabajo
impertinente se apersonara en las montañas del sureste mexicano para
declararse andante caballero.
Y tal vez por ser en nosotros era que a la Chapis no parecía inquietarle tanto eso de vida y muerte. Como esa actitud tan nuestra, de los neozapatistas, en que todo se invierte y no es la muerte la que preocupa y ocupa, sino la vida.
Pero la Chapis no sólo era en
nosotros. Es claro que fuimos sólo una parte de su andar. Y si ahora
les cuento algo de ella no es para dar apuntes para su biografía, sino
para decirles lo que acá sentimos. Porque la historia de esta creyente,
su historia con nosotros, es de las que hacen dudar a los fanáticos
ateos.
¿”La religión es el opio de los
pueblos”? No sé. Lo que sí sé es que la explicación más brillante que
he escuchado sobre la destrucción y despoblamiento que la globalización
neoliberal opera en un territorio la dio, no un teórico
marxista-leninista-ateísta-y-algunos-istas-más, sino… un párroco cristiano, católico, apostólico y romano, adherente a la Sexta, y desterrado por el alto clero (“por pensar mucho”, me dijo como pidiendo disculpas) a uno de los desiertos geográficos del altiplano mexicano.
-*-
Creo (tal vez me equivoque, no sería la
primera vez y, seguro, no será la última), que mucha gente, si no es
que toda, que se acercó a lo que se conoce como neozapatismo, lo
hizo buscando respuestas a preguntas hechas en las historias personales
de cada quien, según su calendario y geografía. Y que tardaron sólo lo
indispensable para encontrar la contestación. Cuando se dieron cuenta
de que la respuesta era el monosílabo más problemático de la historia,
voltearon hacia otro lado y hacia allá se echaron a andar. No importa
cuánto digan y se digan que siguen estando acá: se fueron. Unas
personas más rápido que otras. Y la mayoría de ellas no nos miran, o lo
hacen con la misma distancia y desdén intelectual que el que
enarbolaron calendarios antes de que amaneciera el enero de 1994.
Creo haberlo dicho antes, en alguna
otra misiva, no estoy seguro. Pero como quiera digo, o repito aquí, que
ese peligroso monosílabo es “tú“. Así, con minúsculas, porque esa respuesta era y es íntima a cada quien. Y cada cual la toma con el terror respectivo.
Porque la lucha es colectiva, pero la decisión de luchar es individual, personal, íntima, como lo es la de seguir o claudicar.
¿Digo que las pocas personas que se
quedaron (y no me refiero a la geografía sino al corazón) no han
encontrado esa respuesta? No. Lo que trato de decir es que la Chapis no vino buscando esa respuesta a su personal pregunta. Ella ya conocía la respuesta y había hecho de ese “tú” su camino y meta: su ser creyente y consecuente.
Muchas otras, muchos otros como ella,
pero diferentes, se habían ya respondido en otros calendarios y
geografías. Ateos y creyentes. Hombres, mujeres y otroas de todos los calendarios. Son ésos, ésas,ésoas,
que siempre, vivos o muertos, se colocan frente al Poder, no como
víctimas, sino para desafiarlo con la múltiple bandera de la izquierda
de abajo. Son nuestras compañeras, compañeros y compañeroas… aunque en la mayoría de los casos ni ell@s ni nosotros lo sepamos… todavía.
Porque la rebeldía, amigos y enemigos, no es patrimonio exclusivo de los neozapatistas.
Lo es de la humanidad. Y eso es algo que hay que celebrar. En todas
partes, todos los días y a todas horas. Porque la rebeldía es también
una celebración.
-*-
No son pocos ni débiles los puentes
que, desde todos los rincones del planeta Tierra, se han tendido hasta
estos suelos y cielos. A veces con miradas, a veces con palabras,
siempre con nuestra lucha, los hemos cruzado para abrazar a eso otro que
resiste y lucha.
Tal vez de eso y no de otra cosa se trata lo de “ser compañeros”: de cruzar puentes.
Como en este abrazo hecho letras para las hermanas de la Chapis que, como nosotros, la echan de menos y, como nosotras, la necesitan.
-*-
“La impunidad, querido Matías, es algo que sólo la justicia
puede otorgar; es la Justicia ejerciendo la injusticia”.
puede otorgar; es la Justicia ejerciendo la injusticia”.
Tomás Segovia, en “Cartas Cabales”.
Ya antes he dicho que, según mi humilde
opinión, cada quien es el héroe o la heroína de su propia historia
individual. Y que en la sedante autocomplacencia de narrar “ésta es mi
historia personal”, se editan hechos y deshechos, se inventan las
fantasías más increíbles, y el narrar anécdotas se parece demasiado al
hacer cuentas del avaro que roba lo ajeno.
El ancestral afán de trascender a la
muerte propia encuentra en las biografías el sustituto al elixir de la
eterna juventud. Claro, también en la descendencia. Pero la biografía
es, por decirlo de alguna forma, “más perfecta”. No se trata de alguien
que se parece, es el “yo” alargado en el tiempo gracias a la “magia” de
la biografía.
Acude el biógrafo de arriba a
documentos de la época, tal vez a testimonios de familiares, amigos o
compañer@s de la vida cuya muerte se apropia. Los “documentos” tienen
la misma certeza que los pronósticos meteorológicos, y los testimonios
obvian la delgada separación entre el “yo creo que…” y el “yo sé que…”.
Y entonces la “veracidad” de la biografía se mide por la cantidad de
notas de pie de página. Para las biografías vale lo mismo que para las
facturas de gasto en “imagen” gubernamental: mientras más voluminosas,
más ciertas.
En la actualidad, con el internet, los tuiters, los feisbuc y equivalentes, los mitos biográficos redondean sus falacias y, voilá,
se reconstruye la historia de una vida, o fragmentos de ella, que poco o
nada tienen que ver con la historia real. Pero no importa, porque la
biografía está publicada, impresa, circula, es leída, citada, recitada…
como la mentira.
Cheque usted en las modernas fuentes documentales de las biografías futuras, es decir, Wikipedia y losblogs, Facebook y los “perfiles” respectivos. Ahora compare con la realidad:
¿No le dan escalofríos al darse cuenta de que, tal vez, en el futuro…
Carlos Salinas de Gortari será “el
visionario que entendió que vender a una Nación era, además de un
negocio familiar (claro, entendiendo como familia a la sanguínea y a la
política), un acto de patriotismo moderno”, y no el líder de una
banda de traidores (no se hagan, ahí andan en la oposición “madura y
responsable” vari@s de quienes apoyaron la reforma al artículo 27
constitucional, el parteaguas de la claudicación del Estado Nacional en
México);
Ernesto Zedillo Ponce de León no será
el “hombre de Estado” que llevó a toda una Nación de una crisis a otra
peor (además de ser uno de los autores intelectuales, junto con Emilio
Chuayffet y Mario Renán Castillo, de la masacre de Acteal), sino que
llevó “las riendas del país” con un singular sentido del humor… para
terminar siendo lo que siempre fue: un empleado de segunda en una
multinacional;
Vicente Fox será la muestra de que el
puesto de presidente de una república y de una filial refresquera es
intercambiable… y que ambos puestos pueden ser ocupados por inútiles;
Felipe Calderón Hinojosa será un
“presidente valiente” (para que otros murieran) y no un psicópata que se
robó el arma (la presidencia) para sus juegos de guerra… y que terminó
siendo lo que siempre fue: un empleado de segunda en una multinacional;
Enrique Peña Nieto será un presidente culto e inteligente (“bueno, es ignorante y tonto pero hábil”,
es el nuevo perfil que se le construye en los corrillos de analistas
políticos), y no un analfabeto funcional (ni modo, como dice el
proverbio popular: “lo que natura no da, Monex no lo compra”)…?
Ah, las biografías. No pocas veces son
auto biografías, aunque sean los descendientes (o los compinches)
quienes las promueven y así adornan su árbol genealógico.
Los criminales de la clase política
mexicana que han mal gobernado estas tierras seguirán siendo, para
quienes padecieron sus desmanes, criminales impunes. No importa cuántas
líneas se paguen en los medios ídem; ni cuánto se gaste en
espectaculares en las calles, en la prensa escrita, en radio y
televisión. De los Díaz (Porfirio y Gustavo) a los Calderón y Peña, de
los Castellanos y Sabines a los Albores y Velasco, sólo media el
balconeo (vía redes sociales, porque en los medios de paga siguen siendo
“personas responsables y maduras”) de la ridícula frivolidad de los
“juniors”.
Pero el mundo es redondo y en el
continuo sube y baja de la política de arriba, se puede pasar, en poco
tiempo, de la portada del “Hola”, al “SE BUSCA: CRIMINAL
PELIGROSO”; de la francachela del diciembre del TLC, a la cruda del
alzamiento zapatista; del “hombre del año”, a la “huelga de hambre” con
agua embotellada de marca “chic” (ni modo mi buen, hasta para las
protestas hay clases sociales); del aplauso por los chistes malos, al
filicidio putativo por concretarse; del nepotismo y la corrupción
adornados con ocurrencias, a la investigación por ligas con el
narcotráfico; de los trajes militares talla extra grande, al exilio
temeroso y manchado de sangre; de la francachela del diciembre
entreguista a…
-*-
Con todo esto y lo que sigue, ¿digo que
no hay que escribir-leer biografías? No, pero lo que hace que ande la
vieja rueda de la historia son los colectivos, no los individuos… o
individuas. La historiografía se nutre de individualidades; la historia
aprende de pueblos.
¿Digo que no hay que escribir-estudiar
historia? No, pero lo que sí digo es que es mejor hacerla de la única
forma que se hace, es decir, con otros y organizados.
Porque la rebeldía, amigos y enemigos,
cuando es individual es bella. Pero cuando es colectiva y organizada es
terrible y maravillosa. La primera es materia de biografías, la
segunda es la que hace historia.
-*-
Y no con palabras abrazamos a nuestros compañeros y compañeras zapatistas, ateos y creyentes,
a los que de noche se cargaron a la espalda la mochila y la historia,
a los que tomaron con las manos el relámpago y el trueno,
a los que se calzaron las botas sin futuro,
a los que se cubrieron el rostro y el nombre,
a los que, sin esperar nada a cambio, en la larga noche murieron
para que otros, todos, todas, en una mañana por venir aún,
puedan ver el día como hay que hacerlo,
es decir, de frente, de pie y con la mirada y el corazón erguidos.
Para ellos ni biografías ni museos.
Para ellos nuestra memoria y rebeldía.
Para ellos nuestro grito:
¡libertad! ¡Libertad! ¡LIBERTAD!
Vale. Salud y que nuestros pasos sean tan grandes como nuestros muertos.
El SupMarcos.
P.D. DE INSTRUCCIONES OBVIAS.- Ahora
sí, sea tan amable de leer, en calendario inverso, desde Rebobinar 1
hasta el 3, y tal vez así encuentre al gato-perro y algunas dudas se
aclaren. Y sí, tenga la seguridad de que surgirán más preguntas.
P.D. QUE ATIENDE, SOLÍCITA, A LOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE PAGA.- ¡Ah! Conmovedor el esfuerzo de los
contras en los medios de paga para tratar de dar argumentos a los pocos
lectores-escuchas-videntes contras que les quedan. Pero, generoso por
la época navideña, aquí les mando algunos tips para que usen de material periodístico:
.- Si las condiciones de las
comunidades indígenas zapatistas están igual que hace 20 años y nada se
ha avanzado en su nivel de vida, ¿Por qué el EZLN –como lo hizo en 1994
con la prensa de paga- se “abre” con la escuelita para que la gente de
abajo vea y conozca directamente, SIN INTERMEDIARIOS, lo que hay acá?
Y ya puesto en “modo interrogante”,
¿por qué en el mismo período se redujo, también exponencialmente, el
número de lectores-escuchas-videntes de los medios de comunicación de
paga? Pst, pst, pueden responder que no tienen menos
lectores-escuchas-videntes –eso reduciría la publicidad y el chayote-,
que lo que pasa es que ahora son más “selectivos”.
.- Ustedes preguntan “¿Qué ha hecho el
EZLN por las comunidades indígenas? Y nosotros estamos respondiendo con
el testimonio directo de decenas de miles de nuestros compañeros y
compañeras.
Ahora ustedes, los dueños y accionistas, directores y jefes, respondan:
¿Qué han hecho ustedes, en estos 20
años, por los trabajadores de los medios, uno de los sectores más
golpeados por el crimen prohijado y alentado por el régimen a quien
tanto adoran? ¿Qué han hecho por los periodistas, las periodistas
amenazadas, secuestradas y asesinadas? ¿Y por su familiares? ¿Qué han
hecho para mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores? ¿Les
han aumentado el salario para que tengan una vida digna y no tengan que
vender su palabra o su silencio frente a la realidad? ¿Han creado las
condiciones para que se retiren, después de años de laborar para
ustedes, dignamente? ¿Les han dado seguridad en el empleo? Quiero
decir, ¿el empleo de un reportero o reportera ya no depende del humor
del jefe de redacción o de los “favores”, sexuales o de otro tipo, que
se les demandan a todos los géneros?
¿Qué han hecho para que el ser
trabajador de los medios sea un orgullo que no cueste la pérdida de la
libertad o la vida al ser honesto?
¿Pueden decir que su trabajo es más respetado por gobernantes y gobernados que hace 20 años?
¿Qué han hecho contra la censura
impuesta o tolerada? ¿Pueden decir que sus
lectores-escuchas-televidentes están mejor informados que hace 20 años?
¿Pueden decir que tienen más credibilidad que hace 20 años? ¿Pueden
decir que sobreviven gracias a sus lectores-escuchas-videntes y no por
la publicidad, mayoritariamente gubernamental?
Ahí les responden a sus trabajadores y
lectores-escuchas-videntes, así como nosotros les respondemos a nuestros
compañeros y compañeras.
Oh, vamos, no estén tristes. No somos
los únicos que hemos escapado a su papel de juez y verdugo, suplicando
su absolución y recibiendo siempre su condena. Está también, por
ejemplo, la realidad.
Vale de nueve, o, mejor, de sesenta y nueve.
El Sup diciéndose que es mejor un pulgar abajo que un dedo medio arriba.
Es territorio zapatista, es Chiapas, es
México, es Latinoamérica, es la Tierra. Y es diciembre del 2013, hace
frío como hace 20 años, y, como entonces, hoy una bandera nos cobija: la
de la rebeldía.
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