Mercosur y UE negocian contrarreloj para anunciar acuerdo la próxima semana
La misión argentina se mostró optimista, pero pidió a sus socios y a la contraparte "visión estratégica" y "decisión política". En Europa reaparecen focos de resistencia
En el mismo sitio en el que hace 27 años se alumbró el Mercosur podría suceder en pocos días más un hito trascendental para la unión aduanera que componen la Argentina, Brasil, Uruguay y el Paraguay.
En la cuna del Tratado de Asunción se llevan a cabo por estas horas las últimas negociaciones tendientes a anunciar un acuerdo de asociación estratégica con la Unión Europea, con implicancias sustanciales, y que generan incógnitas.
El miércoles, las delegaciones del Mercosur y de la Unión Europea abrieron formalmente la ronda con la que esperan cerrar los temas pendientes y así anunciar el arribo a un "acuerdo político", que luego pasará a revisión legal y de allí al debate en los parlamentos respectivos.
El secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería y jefe de la delegación argentina, Horacio Reyser, subrayó en la apertura que esta ronda ocurre "para concluir el acuerdo" y demandó a sus socios y a la contraparte europea "visión estratégica", "decisión política" y "coraje" para sellar un tratado que, desde su perspectiva, debe ser "ambicioso y equilibrado".
Ayer, desde Madrid, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, reforzó esa posición al consideró "vital" la conclusión y observar que "por primera vez en 22 años (n. de r.: desde que se lanzó la discusión) se negocia en serio para cerrar el acuerdo".
La jefa negociadora europea, Sandra Gallina, también aclaró que su equipo viajó hasta Asunción "con el espíritu de acabar" la discusión y opinó que "la distancia no es mucha", aunque puede volverse gigante si acaso no se pone "imaginación" para cerrar la brecha. La italiana también dijo que, pese a las "muchas dificultades", hay "mucho, mucho apoyo desde diferentes capitales" del viejo continente.
Los temas pendientes, tal como presentó El Cronista, hacen al comercio de bienes, donde sudamericanos y europeos pujan por reajustar los volúmenes de las cuotas de algunos productos, entre ellos la carne, el etanol, el azúcar y el arroz. En términos industriales, Europa puja por introducir la mayor cantidad de autopartes y vehículos ensamblados con aranceles reducidos, y para ello quiere rebajar el tiempo de espera que le demandó el Mercosur para adaptar al sector.
Otros dos capítulos todavía tienen diferencias: reglas de origen y propiedad intelectual. En el primer caso, la discusión pasa por determinar con qué nivel de integración un producto puede considerarse originario de ambos bloques, y no una mera importación triangulada. En propiedad intelectual, el bloque sudamericano ya marcó que cambiará su legislación referida al resguardo de patentes. Y en paralelo, se discute acerca del ingreso de productos que chocan con las denominaciones de origen vigentes en Europa.
Mientras en el hemisferio sur avanzan las discusiones, en el norte del globo afloran señales de preocupación. El miércoles, los granjeros franceses condujeron un "tractorazo" por algunos centros urbanos y bloquearon rutas en rechazo al aumento de las importaciones mercosurianas. El presidente galo, Emmanuel Macron, debió salir a asegurarles que no permitirá el ingreso de "carne con hormonas" ni la "reducción de estándares ambientales, sociales ni sanitarios". Aunque apoyó el acuerdo y dijo que los problemas locales del sector agrícola no se deben al Mercosur.
El tratado supondrá que la Argentina pasara de tener acuerdos comerciales con el 30% del PBI mundial, un salto cualitativo respecto al 8% actual. Sin embargo, los sectores industriales ven con suma preocupación las consecuencias que pueden registrarse.
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