martes, 8 de enero de 2013

Entrevista al Secretario General de UNASUR

Echar raíces

 
Por Monica Bruckmann y Osvaldo Leon (Cash, Página/12) *
 
La Unión Suramericana de Naciones (Unasur) nace en mayo de 2008, al calor de la oleada de cambios que se registran en la región ante la pérdida de hegemonía de la retórica neoliberal y el entendimiento de que rescatar la perspectiva integracionista es una condición ineludible para gravitar realmente en un mundo globalizado, con posiciones, metas y sentidos comunes. Hoy, la secretaría general de este organismo está a cargo de Alí Rodríguez, abogado y diplomático venezolano, quien, entre otros, ha ocupado los cargos de ministro de Economía y Finanzas, Relaciones Exteriores, y Energías y Minas, secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y presidente de Petróleos de Venezuela.
Mirando la crisis en la Zona Euro, ¿cuáles son las lecciones principales para los procesos de integración de la región?
–Recordemos que la Zona Euro es una expresión de la Unión Europea, y que ésta tiene su origen en el Tratado del Acero y el Carbón (dos recursos naturales) suscrito entre Alemania y Francia. Luego de un proceso suficientemente conocido, se llega a tal grado de integración que se establecen distintas instituciones que adquieren rango supranacional. Pero el hecho más relevante es el poder abrumador que alcanzó –y mantiene– el capital financiero que, literalmente, se convierte en el factor organizador de toda la economía de esa región. Ya sabemos cómo ese poderoso sector se inclinó cada vez más por la actividad especulativa, más que por la actividad de intermediación que debería ser su razón de ser. Obviamente, este fenómeno tiene que ver con los trastornos que viene confrontando el sector real de la economía en el actual sistema económico mundial, particularmente en los países más desarrollados.
¿Y qué fortaleza tiene América latina para su integración?
–En nuestro caso, cuando hablamos de procesos de integración, tenemos un largo camino lleno de posibilidades como pocas regiones en el mundo. La primera es el impresionante acervo de recursos naturales que comprenden desde todas las fuentes primarias de energía que abundan en la región, pasando por prácticamente todos los minerales en gran parte indispensables en las industrias modernas, agua dulce en abundancia, bosques con la Amazonia como el pulmón vegetal más grande del mundo, hasta la abundancia de tierras para producir alimentos suficientes, ya no solo para alimentar los más de trescientos millones de seres que habitan esta región, sino muchos millones más en el mundo.
¿Existe un marco político regional para avanzar en la complementación y cooperación entre los países miembros de la Unasur?
–Si en Europa todo comenzó con dos recursos naturales, aquí contamos con eso y mucho, mucho más. De manera que la posibilidad cierta de coincidir en políticas comunes que aborden cómo obtener el mejor provecho con el menor impacto ambiental posible, ya no solo en la actividad extractiva, sino en la de transformación y transporte, representa de entrada un poderoso factor para estimular la intermediación dirigida a la reproducción de los recursos invertidos en la economía real y no deslizarnos hacia la especulación, que explota la codicia de multiplicar riqueza sin esfuerzo productivo. La lección más dramática se expone todos los días en las pantallas de televisión: los grandes especuladores, causantes de la actual crisis, reciben miles de millones de dólares o de euros para evitar su colapso y, con ellos, el de todo el sistema. Pero ¿quiénes pagan la cuenta? Pregúntele a un griego o a un español. Pagan los trabajadores y un denso sector de la clase media, que se han visto en condición de pobreza de la noche a la mañana.
En la última década, China se ha convertido en el primer aliado comercial de casi todos los países de la región. Sin embargo, los datos muestran que la composición de exportaciones de América latina hacia China se ha intensificado en materias primas sin valor agregado. ¿Cuáles son los desafíos en esa relación?
–Que en el intercambio con China predominen las exportaciones de materias primas de América latina es parte de una de las muchas paradojas en que nos movemos: si analizamos el intercambio intrarregional, veremos que los productos manufacturados predominan sobre las materias primas. Pero, en el comercio extrarregional, ocurre lo contrario. Y no solo con China. La conclusión es muy sencilla: requerimos de una estrategia y un plan que lleven oxígeno a todas nuestras actividades económicas, multiplicándolas. Ese corazón está representado por lo ya expresado, una política común sobre nuestras gigantescas reservas de recursos naturales y su transformación con las implicaciones que esto tiene en tecnología, finanzas, empleo de calidad y estable. Para mejor ilustración, miremos el ejemplo histórico de la OPEP, basado en el ejercicio de la propiedad soberana sobre un recurso natural, el petróleo.
¿Se contempla una negociación como bloque frente a China?
–El planteamiento que se discute en la Unasur es algo de lógica elemental: mejor negociar unidos que separados. Pero no olvidemos que la integración es un proceso y no un acto de magia, aunque no deja de tener algo de ésta. En ese proceso se resolverá el enorme desbalance entre grandes corporaciones mundiales que tienen una sola estrategia y un mando único en relación con nuestros países, que actúan por separado y sin una política común.
¿Cómo pensar y actuar en la dirección de una cooperación Sur-Sur que se afirme en la paz y la gestión soberana de sus recursos naturales?
–Nuestra América tiene la fortuna de ser un territorio de paz. A ello se agrega el hecho extraordinario de ser una de las regiones bastante pobladas que se han declarado como zona sin armas nucleares. Estos son bienes intangibles, pero tan preciosos que debemos cuidar todos los días. Tal es una de las misiones más trascendentes de la Unasur. Al contar con una masa inmensa de recursos naturales que pueden aprovecharse para superar la pobreza y avanzar hacia niveles cada vez mayores de estabilidad social y política, desde luego que esta región se convertirá en un factor muy importante en el anhelado proceso de cooperación Sur-Sur y, más aún, en un factor activo y creciente para garantizar el equilibrio mundial y actuar siempre en pro de la paz tan necesaria, hoy desgarrada en tantas regiones del mundo.
¿En qué punto se encuentran iniciativas como la Nueva Arquitectura Financiera, el Banco del Sur, entre otras?
–Marcha con cierta lentitud. En mi opinión, en la medida en que el Banco del Sur, como parte de la Nueva Arquitectura Financiera, eche raíces en una estrategia como la que estoy sugiriendo, no tengo duda alguna de que crecerán como árboles robustos para brindar sus frutos benéficos a nuestros pueblos.
¿Cómo valora el camino recorrido por los consejos que se han conformado en Unasur?
–Creo que los ocho consejos existentes vienen adelantando un trabajo muy positivo. El simple hecho de que se hayan conformado y actúen ya como instituciones de la Unasur es un éxito notable. Por supuesto que, en la medida en que se articulen más entre ellos y madure aún más este proceso, que es bastante joven, las labores y resultados de los consejos actuales, y los que puedan crearse, irán multiplicando sus buenos resultados.
Los tratados bilaterales de inversión concedieron, de manera unilateral, el derecho a las empresas multinacionales a demandar al Estado de los países signatarios en tribunales internacionales de arbitraje, renunciando al fuero nacional para dirimir las diferencias.
–Creo que este fenómeno ocurrió en las muy particulares condiciones creadas en el mundo y que Fukuyama consideró “el fin de la historia”, afirmación que luego corrigió a la luz de los hechos. Yo podría hacer una larga relación de nuestra experiencia en Venezuela, pues no osaría opinar sobre la experiencia de otros países. Por ejemplo, durante el breve reinado de la llamada “apertura petrolera”, se impusieron en el extinto Congreso de la República modelos contractuales que eliminaban las regalías en el caso de los petróleos de la más grande reserva del mundo, la Faja del Orinoco. En el caso de los crudos livianos, las regalías se amarraban a la tasa interna de retorno. El presidente Chávez fue elevando progresivamente las regalías hasta un 30 por ciento, echando por tierra la afirmación de que con el 16,66 por ciento que establecía la Ley de Hidrocarburos vigente para los días de la apertura, ninguna empresa invertiría en Venezuela. Hoy el número de empresas que participa en las actividades petroleras de Venezuela va creciendo en flecha, incluyendo muchas empresas de nuestra región. Esa política implicó también la reducción de impuestos y la abdicación de la soberanía de nuestros tribunales para dirimir dudas y controversias de conformidad con las leyes venezolanas cuando se tratara de contratos de interés nacional.
Los tratados de protección de inversiones introducen, sin excepción, cláusulas de esa misma naturaleza. Pero, ¿cuál de nuestros países tiene el monto de inversiones y en sectores estratégicos de las grandes potencias?
–Tomen en cuenta que la mayor cuantía de inversiones extranjeras se concentra fundamentalmente en la explotación de recursos naturales, muchos de ellos considerados estratégicos. Si se examinan los reclamos arbitrales internacionales se encontrará una realidad: la casi totalidad de las acciones emprendidas, han sido por grandes consorcios internacionales contra Estados o empresas nacionales. Algo más que una simple casualidad. Seguramente esto será un tema de discusión entre los representantes de los países miembros de la Unasur

* Entrevista completa en: http://alainet.org/active/60509
Más información:http://alainet.org

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