miércoles, 17 de octubre de 2012

La puja Obama-Romney y el futuro de América Latina

La puja Obama-Romney y el futuro de América Latina

La puja Obama-Romney y el futuro de América Latina

Por Leandro Morgenfeld (Marcha)

El martes de 6 de noviembre se define la carrera hacia la Casa Blanca. El duelo entre Barack Obama y Mitt Romney no está definido. ¿Qué rol juega América Latina en la campaña presidencial? ¿Qué le espera a la región si Obama es reelecto? ¿Y si Romney lograr revertir lo que hasta semanas era un resultado seguro?
En 2008 había en América Latina una gran atención hacia las elecciones presidenciales estadounidenses. Llegaba el fin de la era Bush, con sus "guerras preventivas" (Afganistán, Irak), el apoyo al golpe de 2002 contra Hugo Chávez, la lucha contra el "terrorismo", el ALCA, la cárcel ilegal de Guantánamo y otras aberraciones de sus dos mandatos. Barack Obama, con un discurso a favor del cambio ("Yes, we can" era el lema de su campaña) se impuso como el primer presidente afroamericano de la historia estadounidense. Había votado contra la invasión a Irak, prometía revertir la crisis económica iniciada en 2008 y terminar con el gobierno de los lobbistas en Washington. Además, insinuó que se iniciaría una nueva relación con Cuba, aflojando el bloqueo económico que llevaba casi medio siglo, y prometió cerrar la cárcel ilegal ubicada en la base de Guantánamo, donde se tortura y se violan derechos  humanos básicos de cientos de presos, en muchos casos sin causas comprobables. Ni bien asumió, Obama firmó una orden ejecutiva para cerrar esa cárcel en el plazo máximo de un año. Tres meses después, en la V Cumbre de las Américas (Trinidad y Tobago, abril de 2009) planteó la necesidad de iniciar una nueva relación con la región, basada en la igualdad.
Casi cuatro años después, el balance para quienes se habían ilusionado en el cambio en la relación con América Latina es decepcionante. Como ocurre históricamente desde la posguerra, existe, más allá de ciertos matices,  un consenso bipartidista entre demócratas y republicanos en la relación con su "patio trasero". Obama dio amparo al golpe contra Zelaya en Honduras (junio de 2009), mantuvo la IV Flota del Comando Sur (reimplantada por Bush en 2008), aumentó la presencia de bases militares (hay más de 70 en la región), continuó con las criticadas políticas de "combate al narcotráfico" (excusa para la penetración militar estadounidense, con un saldo trágico de decenas de miles de muertos) y aumentó la presión contra el "eje bolivariano". En materia económica, no hubo concesiones a la región, y se mantuvieron los mecanismos proteccionistas para-arancelarios que afectan a países exportadores de bienes agropecuarios, como Argentina.
A tres semanas de las elecciones, el resultado es cerrado (pese a las brutales declaraciones de Romney, la economía de Estados Unidos no termina de despegar, lo cual compromete las chances electorales del demócrata) y el voto latino tendrá un peso importante. Hay casi 24 millones de hispanos habilitados para votar el 6 de noviembre (11% del padrón), frente a los 20 millones que había en 2008. Los latinos se han transformado en la primera minoría, superando a los afroamericanos, lo cual hace que la problemática a ellos asociada (políticas de inmigración, precarización laboral, relación con América Latina) sea un tema recurrente de los candidatos en campaña. Obama, la primera semana de octubre, hasta se animó a grabar un spot hablando en español. Florida, uno de los Estados que define la elección, tiene una población mayoritariamente latina. Si bien hasta el primer debate presidencial Obama tenía una intención de voto del 70% entre los hispanos, ésta se redujo en algunos puntos hacia mediados del mes, según las últimas encuestas. En este Estado, crucial para las chances de ambos candidatos, el 51% de los latinos apoyan a Obama, contra el 49% que se inclinan por Romney. Esto se debe al peso de la comunidad de emigrados cubanos, fuertemente anti-castristas e ideológicamente más afines a Romney.
Como Eisenhower (1952) y Nixon (1968) hicieron con sus antecesores demócratas, el candidato del Partido Republicano criticó la "pasividad" de Obama (el abandono del "patio trasero") y su falta de liderazgo en el continente, lo que habría permitido a Chávez lograr su reelección y al eje boliviariano avanzar en su conjunto. China ya es el principal financista, inversor y socio comercial en varios países de la región y Rusia, tras un acuerdo con Venezuela, realizó ejercicios militares por primera vez en el Caribe. Además de su discurso anti-inmigrantes con un sesgo racista (con cierta aceptación debido al alto desempleo), Romney prometió nuevos acuerdos de libre comercio para alejar a la región la influencia de Castro, Chávez, Morales, Correa y Ortega. La respuesta de la campaña de Obama es que el liderazgo de Estados Unidos está en alza y que Obama firmó dos tratados de libre comercio (con Colombia y Panamá). Además, destacan que las exportaciones hacia el resto de América crecieron en más de un 50% durante la gestión del demócrata. Por último, resaltan que el nivel de aprobación de Estados Unidos en América subió de 58% a 72% desde que asumió Obama, lo cual demostraría que ha defendido positivamente los valores estadounidenses en la región.
Más allá de los cruces de campaña por las políticas hacia la región, lo cierto es que, en general, los dos partidos garantes del sistema no abordan una serie de temas vitales para la región: el intervencionismo estadounidense en los asuntos internos de los países latinoamericanos, la represión de las luchas sociales con la excusa del combate contra el terrorismo y el narcotráfico (Washington promovió leyes "anti-terroristas" en varios países de la región), la prohibición de desarrollo de tecnología nuclear (cuando Estados Unidos posee el mayor arsenal mundial de armamento nuclear), el masivo espionaje que desarrolla la CIA y el Pentágono dentro y fuera de Estados Unidos con la excusa de la "seguridad nacional", el avance de las multinacionales estadounidenses sobre recursos naturales estratégicos y la consecuente profundización de las desigualdades sociales, la explotación, la pobreza y la miseria que afectan a América Latina. Promoviendo los tratados de libre comercio bilaterales (estrategia al capital más estadounidenses más concentrado), Obama y Romney demuestran que confunden el remedio con la enfermedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario