viernes, 21 de septiembre de 2012

Argentina-EEUU: siguen los cortocircuitos


Argentina-EEUU: siguen los cortocircuitos

Argentina-EEUU: siguen los cortocircuitos

Leandro Morgenfeld (Periódico Marcha)

Demandas cruzadas en la OMC, denuncias a los fondos buitre y fin de la cooperación con la DEA. Aprobación de la Ley Antiterrorista, Cátedra Argentina en la Universidad de Georgetown y desembarco de la estadounidense Chevron en YPF. Cada semana, en los últimos meses, aparecen señales contradictorias acerca la relación entre Argentina y Estados Unidos. ¿Cómo está realmente el vínculo bilateral?
A lo largo de 2011 afloraron las tensiones entre Argentina y Estados Unidos: Obama no visitó Buenos Aires en su primera gira sudamericana, el canciller Timerman participó personalmente en la revisión y secuestro de materiales no declarados de un avión militar estadounidense que venía a entrenar fuerzas de seguridad locales y Washington votó en contra de créditos para Argentina en el BID y el Banco Mundial. Además, se generaron algunas diferencias cuando se fueron conociendo los cables filtrados por Wikileaks, algunos de los cuales no dejaban bien parados a distintos funcionarios de la Casa Rosada (Massa y Boudou, por ejemplo).
Como suele ocurrir en años electorales, el gobierno enfatizó su discurso latinoamericanista, distanciándose todo lo posible de la Casa Blanca. La derecha y los grandes medios de comunicación, por su parte, insistían en la filiación chavista de Cristina Fernández, en el carácter poco serio y desmesurado de su política exterior y en que el país estaba aislado del mundo. Tras la reelección en primera vuelta, tanto desde la Casa Rosada como desde la Casa Blanca se intentó una rápida recomposición de las relaciones bilaterales.
En un gesto elocuente, la presidenta recibió a la Embajadora Vilma Martínez (junto al titular de la NASA) dos días después de su triunfo electoral. Enseguida se conoció la intención de Obama de reunirse a solas con Cristina, lo cual se concretó en la Cumbre del G-20, en Cannes, el 4 de noviembre. Allí se privilegiaron las coincidencias bilaterales y se plantearon diversas líneas de trabajo conjunto para el futuro inmediato. Pese a esos gestos de acercamientos, el 2012 no disipó las tensiones anteriores. A 10 meses de ese primer encuentro presidencial bilateral, es necesario realizar un balance.
El Departamento de Estado impulsó el acercamiento a Argentina para morigerar las posiciones más anti-estadounidenses en la región -el eje bolivariano- y también para presionar al país en función de distintos intereses: empresas que ganaron fallos contra Argentina en el CIADI, fondos buitre, el FMI que reclama auditar las cuentas nacionales. El gobierno argentino, por su parte, pretendía el apoyo de Obama para acordar con el Club de París, atraer inversiones estadounidenses y abrir el mercado de ese país para equilibrar la balanza comercial bilateral, crecientemente deficitaria.
Tras el encuentro en Cannes, la Casa Rosada no ahorró gestos hacia Washington: aprobó la Ley Antiterrorista que demandaba Estados Unidos, a través del GAFI, dio vía libre para las operaciones militares conjuntas ("Gringo-Gaucho"), mantuvo su política de aislamiento del régimen iraní, celebró la posición "neutral" de Estados Unidos en el diferendo por Malvinas y hasta el gobernador del Chaco, muy cercano a la Casa Rosada, permitió al Comando Sur instalar una base "humanitaria". Además, tras el anuncio de la expropiación de Repsol-YPF, se iniciaron negociaciones para el desembarco de petroleras estadounidenses, como Chevron y Exxon-Mobil. En los últimos días, el Pentágono concretó un cuestionado acuerdo con el Ministerio de Defensa, para dar cursos a su personal.  
Más allá de esos gestos de distensión, persisten diferencias políticas y económicas. Entre las primeras, se destaca la divergente concepción hemisférica, en el marco de un creciente peso de China en la región. Buenos Aires profundiza los lazos económicos con el gigante asiático y a la vez apuesta por la creciente integración latinoamericana: más allá de las dificultades y del rumbo errático, la región construye nuevas organizaciones como el Mercosur, la UNASUR y la CELAC, una suerte de "OEA sin Estados Unidos y Canadá". Washington, en tanto, intenta dificultar el avance de esa integración alternativa, impulsa las Cumbres de las Américas (que siguen excluyendo a Cuba) y pretende reposicionar a la OEA, que viene teniendo una influencia decreciente.
La Casa Blanca, en línea con su histórica estrategia de balcanización latinoamericana, apuesta por el Eje Pacífico y por la presencia militar creciente con nuevas modalidades. La reciente destitución de Lugo en Paraguay y el acercamiento de Washington al gobierno de Federico Franco son una muestra de la persistente capacidad de Washington para dificultar políticas incluso reformistas en la región. Pero en la última reunión hemisférica (Cartagena, 14 y 15 de abril) se manifestó la voluntad de los países latinoamericanos de plantear una agenda propia: es inadmisible la exclusión de Cuba, Malvinas es una causa regional, deben discutirse las políticas de combate al narcotráfico que durante décadas promovió Estados Unidos.
En el contexto de la crisis internacional, las pujas económicas bilaterales no hicieron sino recrudecer en los últimos meses. Estados Unidos reclama por las empresas que demandaron y ganaron juicios en el CIADI contra Argentina (Azurix y Blue Ridge), por los fondos buitre que presionan por deuda que no entró en el canje, para que el FMI audite la economía argentina y para que se quiten las barreras a las importaciones. El gobierno de Estados Unidos sancionó comercialmente al país, quitándolo del Sistema Generalizado de Preferencias (una serie de "ventajas" aduaneras otorgadas a países en "desarrollo"). Además, y pese a que Estados Unidos incrementó en 2012 un 24,1% su superávit comercial con Argentina, Washington demandó al país ante la OMC por supuestas prácticas proteccionistas que violan la libertad de comercio.
Argentina, por su parte, denuncia que los fondos buitre no son estadounidenses y que quieren saquear al país, que las empresas que demandan ante el CIADI deben recurrir a los tribunales locales para cobrar lo estipulado en los fallos, y que Estados Unidos es el que realmente sostiene prácticas proteccionistas, a través de medidas para-arancelarias, como los subsidios agropecuarios (que distorsionan los precios internacionales y llevan a prácticas de dumping) y las barreras fitosanitarias (con la excusa de la aftosa, por ejemplo, se restringe la compra de carne argentina). Así, el gobierno argentino también inició en agosto una demanda contra Estados Unidos en la OMC, y viene denunciando que se agrava el desbalance del comercio bilateral, superando al récord del año pasado (más de 4000 millones de dólares a favor de Estados Unidos).
Más allá de los gestos de acercamiento que se manifestaron desde Cannes y en los últimos 10 meses, persisten las fuentes de conflicto bilateral: las diferencias económicas (por el carácter no complementario de ambas economías) y las políticas (perspectiva interamericana vs perspectiva latinoamericana). La profundización de la crisis mundial probablemente incremente estas tensiones, en un contexto en que la hegemonía estadounidense es cada vez más desafiada en la región, por la ascendente China y por la influencia del eje bolivariano.

1 comentario:

  1. Como estado de situación, con eje en los aspectos de la política exterior de ambos países, me parece un muy buen artículo. Aporta varios elementos para transversalizar análisis de política local y regional (por ejemplo, la Operación Gringo Gaucho y la Base Militar "humanitaria" que quisieron instalar en Chaco).

    Lo difundo.

    Saludos!

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